
La mayor «victoria» del bando austracista catalán en 1714, durante la Guerra de Sucesión Española fue en realidad una matanza de prisioneros de la que hoy casi nadie habla ya que el catalanismo, que ha hecho de 1714 su mito principal se ha encargado de ocultarla en lo posible.
Entre finales de 1713 y el verano de 1714 tuvieron lugar constantes combates en el interior de Cataluña entre las tropas de Felipe V y las milicias austracistas catalanas. Era el periodo final de la Guerra de Sucesión, las tropas inglesas y alemanas habían abandonado Cataluña y las tropas hispánicas borbónicas iban reconquistando lentamente el Principado aunque afrontando duros combates contra las milicias austracistas catalanas en muchos pueblos. Las tropas de Felipe V tuvieron que quemar numerosas localidades que habían sido abandonadas por sus habitantes austracistas para que no se convirtieran en un refugio de los sublevados. Algunos de los militares borbónicos españoles más importantes como el Conde de Montemar o el marqués de Lede, que posteriormente lucharían al frente de las tropas españolas en África e Italia, tomaron parte en la campaña de Cataluña. También participó en ella Feliciano Bracamonte, famoso guerrillero que había luchado en Castilla contra las tropas inglesas y alemanas, y que había sido nombrado mariscal de campo por Felipe V, como premio a sus méritos. En el Ampurdán actuaban además tropas borbónicas francesas en alianza con las españolas.
Poco a poco, a lo largo de 1714 las fuerzas de Felipe V fueron arrinconando hacia Barcelona a las milicias austracistas catalanas, no sin antes numerosos enfrentamientos en los que ambos bandos sufrieron fuertes bajas. Los filipistas sufrieron también algunas derrotas. El 14 de enero de 1714 los soldados de los regimientos de Nieuwwpoort y Ostende cayeron en una emboscada de los milicianos catalanes austracistas cerca de Arbúcies y casi 900 fueron hechos prisioneros. Eran soldados belgas de la Monarquía Hispánica, en un tiempo en que Bélgica aún pertenecía a la Corona española. De hecho seguiría habiendo unidades valonas en los ejércitos españoles hasta finales del siglo XVIII. Algunos días más tarde, el 31 de enero, todos estos prisioneros serían asesinados cerca de Cardona a tiros de arcabuz por orden de Antonio Desvalls, marqués de Poal, un noble leridano que era uno de los principales líderes militares austracistas en el interior de Cataluña. Solo se respetó la vida de los 170 oficiales. Esta matanza, reconocida incluso por autores nacionalistas como Antoni Muñoz en su libro » L’ 11 de Setembre Poble a Poble», fue la mayor atrocidad de la guerra de Sucesión en Cataluña hasta ese momento.
Algunos meses después Luis XIV el rey de Francia y abuelo de Felipe V envío un ejército francés al mando del duque de Berwick, militar inglés a su servicio, a colaborar con las tropas hispánicas en el asedio de Barcelona, estando ya dominada la Cataluña interior. De hecho el asedio de Barcelona sería protagonizado desde el punto de vista militar sobre todo por las fuerzas francesas que también fueron las que sufrieron la mayoría de las bajas en el bando de los sitiadores.
Es curioso como las crónicas señalan que Berwick estaba decidido a levantar el asedio de Barcelona el 9 de septiembre ante la dura resistencia de los defensores y la llegada de las tormentas del otoño que podían producir un fuerte aumento de las enfermedades en el campamento sitiador, pero fue convencido para ordenar un asalto general por el ingeniero militar belga al servicio de la Corona española, Jorge Próspero Verboom, que tuvo un importante papel en el asedio. Este asalto, el 11 de septiembre fue el que hizo caer Barcelona, pero había estado a punto de no tener lugar. Verboom fue el fundador del Cuerpo Militar de Ingenieros del ejército español.
El marqués de Poal estuvo entre el grupo de exiliados catalanes austracistas en Viena. Murió en la capital austriaca en 1724. Sin embargo, su hijo Francisco, que como muchos exiliados austracistas estaba deseoso de volver a España, aprovechó la oportunidad que brindaba el tratado de Viena de 1725 entre los antiguos enemigos Felipe V y el archiduque Carlos, convertido en emperador Carlos VI del Sacro Imperio y que estableció una alianza entre ambas coronas. Esta alianza fue efímera pero hizo posible el retorno de numerosos exiliados. Francisco Desvalls volvió a España y juró lealtad a Felipe V, quien le reconoció su título nobiliario. Ello es una demostración más de la falsedad del mito nacionalista según el cual la represión de Felipe V en Cataluña fue muy dura y prolongada. En realidad muchos líderes austracistas catalanes fueron perdonados por Felipe V, después de que éstos le juraran lealtad, como fue el caso del mismo Rafael de Casanova.
En cualquier caso, la matanza de prisioneros borbónicos ordenada por Poal demuestra que no todo, ni mucho menos, fue ejemplar en el bando austracista.
Rafael María Molina, Historiador.
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¡Es hora de que España Decida!
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