El ex viceministro principal de Irlanda del Norte y miembro del Sinn Féin Martin, McGuinness, falleció el pasado 21 de marzo a los 66 años. La comitiva de su sepelio, recorriendo las románticas calles de su Derry natal, se ganó las portadas de todos los diarios impresos de ámbito nacional y espacios notables en los noticieros televisivos. Por lo que se refiere a Navarra, los diarios separatistas impresos en circulación le dedicaron reportajes y obituarios, recuperando anécdotas jugosas de complicidades pasadas y presentes.
Martin, McGuinness no se avergonzaba de haber sido dirigente clandestino del IRA, nada menos que su jefe militar por un tiempo, para luego impulsar la vía “política” por la “pacificación” encarnada por el Sinn Féin. Al menos en este sentido -que tantas críticas, tan lógicas como justas, le generó- era valiente; no como los dirigentes separatistas panvasquistas que venimos padeciendo desde hace décadas, acomplejados, agazapados y emboscados de mil maneras.

Hemos mencionado el concepto de “paralelismos”; recordemos ahora un poquito de historia básica. Irlanda, al ser invadida por los ingleses y escoceses definitivamente en el siglo XVI, ya reunía una serie de características «nacionales» que la diferenciaban de su vecina y conquistadora Inglaterra: unidad geográfica, uniformidad lingüística y cultural, conciencia nacional, unidad religiosa, cierta estructura de poder territorial.

Tampoco se implantó, en estas tierras nuestras, medida alguna que persiguiera el sometimiento de la población autóctona mediante el «puño de hierro» de unos «ocupantes» foráneos; podría alegarse lo contrario: el proletariado emigrado fue explotado por la burguesía separatista.

Aquel tremendo episodio histórico de la «hambruna de la patata» -en la que se recreara el novelista León Uris con su Trinidad, sufrida a mediados del siglo XIX y que acarreó la muerte de la cuarta parte de la población de la isla y una emigración masiva a Estados Unidos entre los supervivientes- era simplemente inimaginable en el País Vasco y Navarra. No en vano, tan dramática circunstancia histórica, fue en gran medida consecuencia de tan injusta distribución de la propiedad de la tierra y de viciadas prácticas comerciales monopolísticas y de monocultivo propias de las «plantaciones».

Incluso muchos hijos de esos emigrantes, en las últimas décadas, se entregaron en cuerpo y alma a la causa de la «liberación nacional y social de Euskadi» desde la trinchera terrorista y del nacionalismo más radical; lo que desmiente la existencia de una supuesta «ocupación» y sí confirma una problemática colectiva causada por la persistente acción de la ideología nacionalista y el correspondiente voluntarismo político.
Por lo que respecta a Navarra, ya fue en la segunda mitad del siglo siguiente cuando se invirtieron sus seculares tendencias poblacionales. Este es el problema real: el impacto humano de una ideología totalitaria que, como tal, no asume la realidad sino que la reinterpreta. Y por tanto, la falsifica; Empezando por su propia y genuina historia. Por ello hay que decirlo alto y claro: ni Navarra es el Úlster, ni Irlanda es Euskadi. Ni España es Gran Bretaña.
Sila Félix
Fuente: http://www.navarraresiste.com/2017/04/ni-navarra-es-el-ulster-ni-irlanda-es.html