
El 23 de diciembre de 1897 el Capitán General de Filipinas, el general Fernando Primo de Rivera y Emilio Aguinaldo, líder militar de la insurgencia armada de Filipinas, firmaban el llamado Pacto de Biak Na Bato, por el cual la guerrilla independentista filipina deponía las armas a cambio de amnistía y de que España aceptara implantar un régimen autonómico en Filipinas, similar al que en esas fechas estaba a punto de establecerse en Cuba (aunque el régimen autonómico en Filipinas nunca llegó a implantarse finalmente). Además, se estipulaba que Aguinaldo y su núcleo de dirigentes más afines se exiliarían en Hong Kong, un exilio que sería sufragado por el gobierno español.
La guerra independentista tagala en Filipinas había dado comienzo a principios de 1896 y hasta diciembre de 1897 se cobró la vida de unos 2000 soldados españoles en combate o por enfermedades y de más de 10.000 guerrilleros filipinos. Fue una dura campaña de contrainsurgencia en terrenos selváticos, una especie de “Vietnam” para España que envió 25.000 soldados a Filipinas además de movilizar también a miles de filipinos pro hispánicos que también lucharon con valor. Una España que luchaba al mismo tiempo, desde 1895, en otra difícil guerra contrainsurgente en Cuba (a donde habían llegado desde España casi 200.000 soldados)
Los primeros meses de la guerra en Filipinas fueron muy difíciles para España. La rebelión había conseguido movilizar entre 40 y 70.000 tagalos en armas, que disponían de decenas de miles de armas de fuego, gracias a la negligencia del Capitán General de Filipinas, el general Ramón Blanco. Además, Blanco implantó una suicida política de replegar las tropas y abandonar las aldeas en la isla de Luzón, la principal del archipiélago filipino, para concentrarse en defender las ciudades, especialmente Manila. Ello otorgó a los rebeldes el control de la mayor parte de Filipinas.
Fue una dura campaña de contrainsurgencia en terrenos selváticos, una especie de “Vietnam” para España que envió 25.000 soldados a Filipinas además de movilizar también a miles de filipinos pro hispánicos
Tan difícil llegó a ser la situación, con Manila prácticamente sitiada por los rebeldes, que a finales de 1896 la prensa anglosajona, como The Times, difundió el bulo de que el ejército español estaba a punto de abandonar Filipinas admitiendo su derrota ante la guerrilla. Pero no fue así. De hecho, el presidente del Gobierno español Antonio Cánovas del Castillo decidió relevar a Blanco y sustituirlo por un oficial mucho más combativo, el general Camilo Polavieja, así como enviar también miles de soldados desde España como refuerzos para tratar de reconquistar el archipiélago.
El cambio de liderazgo militar se notó enseguida. La primera medida de Polavieja fue ordenar el Consejo de Guerra y fusilamiento de José Rizal, líder político e intelectual del Katipunan, el movimiento independentista filipino. También a partir de principios de 1897 en una serie de enérgicas ofensivas, Polavieja, apoyado eficazmente por su brillante jefe de Estado Mayor, el general Lachambre, rompió el cerco de Manila y recuperó el control de la mayor parte de las provincias de Cavite, Bulacán y Nueva Écija, en Luzón, tras derrotar a los rebeldes en las sangrientas batallas de Cacarong, Silang, Imús y Pérez Dasmariñas. Pero a mediados de 1897 Polavieja, cuya salud estaba minada por el clima filipino, presentó su dimisión.
Además, su desacuerdo con el Gobierno de Cánovas del Castillo, que se oponía a los nuevos envíos de tropas que Polavieja reclamaba para poder pacificar todo el archipiélago, fue otro factor considerable en su decisión de dimitir como Capitán General de Filipinas. Polavieja regresó a España y fue recibido multitudinariamente como un héroe militar en Barcelona, Zaragoza y Madrid. El presidente Cánovas sustituyó a Polavieja por el general Fernando Primo de Rivera (tío del futuro dictador, Miguel Primo de Rivera, quien se distinguió como joven oficial en diversas acciones de la guerra de Filipinas).
Fernando Primo de Rivera, siguiendo las órdenes del Gobierno, reorganizó el despliegue militar español en Filipinas, aceptando las primeras retiradas de tropas y el regreso de algunos batallones de vuelta a España. Consiguió algunos éxitos como la toma de San Rafael y en general pudo arrinconar a los rebeldes hacia las montañas. También llevó a cabo una política de negociaciones con los rebeldes para intentar atraerlos hacia la entrega de las armas. Fruto de esa política, que combinaba las operaciones militares con la negociación, fue finalmente el pacto de Biak Na Bato, en diciembre de 1897. Según las crónicas, al firmar el acuerdo Primo de Rivera y Aguinaldo se abrazaron e incluso Aguinaldo y sus colaboradores dieron vivas a España y al rey.

En su momento se consideró el Pacto como la certificación de la victoria española ya que los rebeldes deponían por fin las armas, aunque también hubo quien consideró que el Pacto tendría corta vida y que más que una victoria era un final pactado en el que se había renunciado a una auténtica victoria total. Esto en parte era cierto, aunque también es verdad que, tal como dijo Primo de Rivera, continuar la guerra hasta la total extinción de los rebeldes hubiera costado años y muchas bajas españolas más.
En su momento se consideró el Pacto como la certificación de la victoria española ya que los rebeldes deponían por fin las armas, aunque también hubo quien consideró que el Pacto tendría corta vida
Sin embargo, al final fue cierto que el Pacto tuvo corta vida, aunque ello fue debido a la declaración de guerra norteamericana contra España, en abril de 1898. La escuadra española de Filipinas fue destruida por la norteamericana. En aquel momento los rebeldes filipinos de Emilio Aguinaldo volvieron a las armas apoyando la invasión norteamericana de Filipinas. Finalmente, las tropas españolas abandonaron definitivamente Filipinas en 1899, tras el heroico episodio de la defensa de la iglesia de Baler, durante casi un año por un destacamento aislado, al mando del capitán De Las Morenas y del teniente Cerezo.
Pero la ironía final fue que poco después, Aguinaldo y los insurgentes filipinos volverían a levantarse en armas, esta vez contra los ocupantes norteamericanos, cuando comprobaron que éstos habían llegado para quedarse. Los Estados Unidos llevarían a cabo brutales campañas en una guerra que duró años hasta conseguir someter a los combativos filipinos. Varias décadas más tarde un Emilio Aguinaldo ya anciano, lamentaría haberse sublevado contra España y recordaría con afecto a España, en comparación con la brutal ocupación norteamericana. Filipinas sería colonia de Estados Unidos hasta 1946.
Rafael María Molina
Categorías:Hispania, HISPANIDAD
La «ironía final» es que efectivamente Aguinaldo acabó lamentando la independencia y la pérdida del español.
Cuando murió el Rey Alfonso XIII en su exilio de Roma, la colonia española de Manila celebró su funeral en la catedral. La sorpresa fue que allí se presentó Aguinaldo, para presentar sus respetos a quien había sido también su Rey (y así lo dice)
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Naturalmente no todos los «filipinos» estaban contra España, ni mucho menos. José Rizal era español; como español vivió en España y con pasaporte español vivió en Alemania, donde se especializó en oftalmología, Paris y Londres.
No hay que olvidar que la gesta de «los últimos de Filipinas» se publicó por entregas inmediatamente tras la rendición en un periódico en español en la Manila ocupada por los norteamericanos.
Hay que recordar aquí a los valientes Macabebes, que lucharon con España contra los tagalos insurgentes.
Hoy se les recuerda con una calle en Madrid («calle de los voluntarios macabebes»)
Lo que pasa es que la historia la escriben los vencedores.
Naturalmente tras el genocidio norteamericano (se calcula que asesinaron a uno de cada diez filipinos en la guerra de liberación que surgió cuando se dieron cuenta que los norteamericanos les habían engañado desde el principio) los filipinos no fueron especialmente más «ilustrados», ni más «prósperos», ni más «modernos».
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Los insurgentes estaban financiados y armados por los norteamericanos y el sentimiento independentista se extendió a través de las logias; aunque mas que filipino realmente fuera un asunto tagalo, que es donde está Manila.
Es exactamente el mismo procedimiento que 50 años antes Inglaterra había utilizado a través de la masonería para destrozar el imperio español desde dentro y convertir los virreinatos en sus colonias comerciales sin esfuerzo.
El conflicto en concreto era por la negativa del gobierno español de convertir a Filipinas en provincia y expulsar a los «frailes» (acusados por la masonería de impedir, como en España, la «ilustración» y el «progreso»)
Un elemento esencial fue el encargo que le hicieron a través del masón y militante republicano español Vicente Blasco Ibañez al «ilustrado» José Rizal de una novela, que se ofrece él mismo corregir. Esta novela es la típica obra de propaganda masonica anticatolica que escriben en Europa. (El mismo Blasco Ibañez escribirá en esta línea «la araña negra» contra los jesuitas)
Esta novela, escrita en español, se llama Noli me tangere, fue con la que los insurgentes, mientras Rizal estaba desterrado en Dapitan, inflamaron a la población contra «los frailes» y por tanto contra el gobierno que les sostenía.
Cuando los insurgentes le ofrecen ponerse al frente de la rebelión, no solo se niega, sino que !!!se ofrece al gobernador para ir como médico voluntario a ayudar en la epidemia de cólera que había estallado en Cuba!!!.
Se le da el permiso pero, cuando ya había llegado a Barcelona se le da la orden de volver y se le juzga en Manila por rebelión.
La masonería, para evitar que la devolución decayese, hace que le encuentren culpable de rebelión, a pesar de no tener arte ni parte y, de acuerdo con la ley marcial, fusilado. Con este hecho hacen de él un héroe antiespañol y se quitan de en medio a un personaje de pensamiento independiente y por tanto molesto (además él había llegado a la conclusión de que la lengua nacional filipina debía de ser el español)
La batalla de Cavite (ciudad sede del arsenal militar y que guarda la entrada a la bahía de Manila) se hizo una vez que España ya había firmado la paz con Estados Unidos tras la batalla de Santiago de Cuba (la fuerza norteamericana no se había enterado porque muy convenientemente el había cortado el cable de telégrafo submarino que unía Manila con Hong Kong)
Los masones logran que 600 maestros protestantes estadounidenses, pagados por Filipinas, borrasen el español del archipiélago.
Los estadounidenses no sólo buscaban una base comercial en el tráfico con China: también parece que intentaron evitar que tras la derrota del imperio ruso los japoneses pudieran hacerse con Filipinas y no tenían seguridad con España.
Esto no quita con que los japoneses empezasen la Segunda Guerra Mundial con el bombardeo simultáneo de Pearl Harbour en Hawai, Manila y Guam y que finalmente Filipinas fuese ocupada por los japoneses.
Hoy el plan de enseñanza filipino obliga la lectura de Noli me tangere traducida al inglés a todos los niños filipinos, con el resultado de que los filipinos realmente creen que es una historia de verdad, que el Padre Damaso ha existido y no una obra de ficción con interés difamatorio para convertir las Filipinas en colonia norteamericana. Cosa que sigue siendo.
Su protagonista femenina, Maria Clara, como personificación de la mujer femenina, ha pasado a dar nombre al vestido nacional filipino de mujer con mangas «de mariposa» y con ello a perpetuar el mito antiespañol.
Por último, Gran Bretaña, que se había declarado neutral, muy convenientemente impidió que los navíos españoles mandados para auxiliar Manila no pudiesen pasar por el Canal de Suez, lo que selló la suerte de Filipinas. La derrota española inspiró a Gandhi para echar a los británicos de la India (la «joya de la Corona»)
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