Una de las muchas fantasías que han alimentado el sueño independentista estos últimos años ha sido la supuesta existencia de unas grandes reservas de petróleo en la costa catalana, concretamente en la zona marítima de la Costa Brava.
Según la rumorología esta gran bolsa de petróleo habría despertado el interés de empresas israelíes, que estarían dispuestas a apoyar y a financiar el proceso independentista a cambio de obtener derechos de explotación.
De hecho, una empresa escocesa, Cairn Energy, obtuvo el año 2011 permisos de exploración de hidrocarburos en la zona del golfo de León, incluida la Costa Brava, y de Baleares. Pero paradójicamente estos permisos, concedidos por parte del gobierno de Mariano Rajoy, levantaron fuertes protestas en las islas Baleares y también en las comarcas de Girona.
A finales del año pasado, los países mediterráneos que forman parte del Convenio de Barcelona aprobaron la protección del llamado corredor de migración de los cetáceos, que pasa, precisamente, por la zona donde se tenían que hacer las prospecciones. Al estar España adherida a este convenio, la prevista exploración de estas reservas quedó, automáticamente, tocada de muerte.
Ironías de la vida, las ballenas y la ecología han acabado con el sueño (infundado) independentista, de una República Catalán “rica y plena”.