El joven Cervantes, según Ferrer Dalmau


 

“Fue un español valiente y luchador, que combatió en Lepanto. He querido pintarlo junto al esquife, herido del primer disparo de los tres que recibió, ese era don Miguel de Cervantes”.

 

La madrugada del 7 de octubre de 1571 las 309 embarcaciones de la Liga Santa estaban en el Mar Jónico, en el Golfo de Corinto. Uno de los 98.000 hombres que formaban el contingente cristiano que se enfrentaría a los 120.000 turcos en la Batalla de Lepanto era el joven Miguel de Cervantes. Había cumplido 24 años solamente una semana antes. Se encontraba en la enfermería de la galera Marquesa, aquejado de unas fiebres contraídas tras embarcar, pero solicitó licencia para poder combatir en la batalla, así lo hicieron todos los soldados que, en la escuadra dirigida por Álvaro de Bazán, se encontraban en su misma situación.

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La batalla, que acabó con la victoria cristiana sobre el Imperio Otomano, permitió que la cristiandad controlase el Mediterráneo y que los corsarios turcos se vieran obligados a limitar su actividad frente a las costas europeas. De aquella batalla, Cervantes se llevó un ascenso por su valor demostrado, un aumento de sueldo de cuatro ducados y tres disparos, dos en el pecho y uno en el brazo izquierdo, que quedó inutilizado de por vida al dañarle el nervio.

La imagen del último cuadro presentado por Augusto Ferrer Dalmau muestra a un Miguel de Cervantes joven, en el momento de la batalla, con uno de los disparos ya recibido en el pecho.El autor ha explicado a Gaceta.es: “Fue un español valiente y luchador, que combatió en Lepanto. He querido pintarlo junto al esquife, herido del primer disparo de los tres que recibió. Ese era Don Miguel de Cervantes, con mayúsculas”.

Ferrer Dalmau ha reivindicado en sus cuadros la Historia de España, sus personajes y sus hitos. Algo frecuente en otros países, pero que en el nuestro no hacemos como debiéramos. El pintor se lamenta de que hasta ahora se nos haya presentado a un Cervantes mayor, ya consagrado, algo que no ocurre con otros autores como Shakespeare: “Conocemos hasta la saciedad al joven y apuesto Shakespeare, pero nuestro ‘Don Miguelon’ le da sopas con ondas en todos los aspectos, y había que plasmarlo”.

Por eso ha explicado a este diario que “Mi idea era pintar a un Cervantes inédito, antes de ser el prisionero de Argel, y que tanto marcaría su vida y la de nuestras letras”. Y a juzgar por el resultado lo ha conseguido. El joven aparece con la vestimenta de los tercios y con la espada en la mano, rodeado de muertos y heridos de ambos bandos y el suelo con charcos de sangre. Al fondo, mástiles, velas y llamas, la recreación perfecta de una batalla naval.

La más alta ocasión que vieron los siglos

La victoria cristiana en la Batalla de Lepanto permitió liberar a Europa del asedio islámico a la vez que se liberaba el comercio del acoso de los corsarios. Para enfrentarse a la potente armada otomana, varios reinos cristianos formaron la Liga Santa. En ella participaron el Imperio Español, la República de Venecia, los Estados Pontificio, la República de Génova, los ducados de Toscana y Saboya y caballeros de la Orden de Malta. El ejército enviado por Felipe II estaba formado por 164 embarcaciones, a las que se sumaron 146 naves venecianas y 18 de los Estados Pontificios. Por número de combatientes, también fue España quien aportó el grueso de la tropa.

Enfrente se encontraba el ejército más numeroso del momento, el otomano, dirigido por Alí Bajá, gran almirante de la tropa del emperador otomano, auxiliado en los dos flancos por los almirantes Mehmed Siroco y Uluj Alí. Al frente de la escuadra cristiana estaban Juan de Austria, Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio.

La estrategia cristiana determinó el éxito en la batalla. Las naves más rápidas rompieron las líneas enemigas por el centro, permitiendo la entrada de barcos más pesados que pudieron atacar por la retaguardia a las naves otomanas hasta que lograron emparejar las dos naves capitanas: La Real, por parte de los cristianos y La Sultana, por los musulmanes. A partir de ese momento, el peso de la batalla lo llevó la infantería, especialmente los tercios españoles que derrotaron a la más numerosa tropa turca gracias a la habilidad en el uso de las picas a corta distancia.

Como resultado de la batalla, los cristianos sufrieron 7.600 bajas y perdieron 12 galeras, mientras que los otomanos perdieron 190 naves y más de 30.000 soldados. La victoria, que permitió también liberar a casi 13.000 cristianos cautivos que eran usados como remeros en los barcos enemigos, fue descrita por Cervantes en El Quijote, como “La más alta ocasión que vieron los siglos”.

Ironías de la Historia

Las heridas sufridas por Cervantes no le impidieron reincorporarse a la vida militar tras pasar varios meses convaleciente. Tras Lepanto, participó en varias campañas por el Mediterraneo hasta 1575. Aquel año, ironías de la Historia, el joven Cervantes decidió volver a España desde Nápoles. Para intentar buscar un buen empleo a su vuelta había conseguido cartas de recomendación del propio Juan de Austria. Pero la nave en la que volvía fue abordada por corsarios árabes antes de arribar a la Costa Brava y fue vendido como esclavo en Argel.

Él, que había luchado para parar a los corsarios y que había conseguido liberar a miles de esclavos cristianos, era víctima de ambas lacras. Además, al serle encontradas las cartas de Juan de Austria se pensó que era una personalidad importante y se estableció un alto precio para su rescate.

Juan E. Pflüger

http://gaceta.es/noticias/joven-cervantes-segun-ferrer-dalmau-08092016-1909



Categorías:CATALANS HISPANS, CULTURA

1 respuesta

  1. Genial como siempre Augusto Ferrer Dalmau.
    La Batalla de Lepanto debería conmemorarse todos los años, al igual que la Batalla de las Navas de Tolosa, como hechos históricos de grandísima importancia en la historia de España, y de las que nos deberíamos sentir muy orgullosos.

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