Axel Seib

Ya hay mucho escrito sobre la catástrofe en Valencia y otros puntos. Por respeto a lo escrito por otros y, principalmente, por no hurgar más en un drama que no será fácil de superar, no iba a escribir nada. Pero uno tiene sangre y, al final, termina queriendo decir lo que siente.
Voy a empezar con una referencia clásica. Los valores, como cualquier ideal, son algo inmaterial. Una abstracción que podemos entender y podemos ver en comportamientos, pero que no tiene cuerpo en sí. Aunque, a veces, esos ideales toman cuerpo. Es algo que nunca hemos tratado en profundidad, pero de lo que quiero hablar.
Cada uno de nosotros puede tener un acervo de cualidades y valores, unidos a defectos y vicios, que nos conforma la personalidad. Creo que podemos estar de acuerdo en eso. Pero hay ocasiones, como tras el drama que sufren nuestros hermanos en Valencia, que una ingente cantidad de personas encarnan los mejores valores que tenemos.
Porque las imágenes de jóvenes voluntarios preparando y cargando donaciones, las de los camioneros, llamamientos constantes a ayudar, son parte de esa encarnación de los mejores valores que poseemos y no una mera abstracción. No es retórica, es tan real como los miles de españoles cruzando puentes, vías de tren y caminos para acceder a los vecindarios arrasados y poner toda su fuerza y medios en algo que les trasciende. Esas personas, pudiendo quedarse en casa y ver la desgracia tras una pantalla, decidieron unirse para solventar el problema con sus propias manos. Son esas personas, que en el peor momento se arremangan y bajan al barro, las que encarnan auténticos valores. No son politicastros llenándose la boca de «justicia social», «igualdad», «lucha por los derechos» y «solidaridad» para garantizarles a sus cuatro palmeros el poder irse a la cama sintiéndose superiores. Aunque los canutos también ayudan a dormir plácidamente mientras el país es sostenido en los hombros de otros.

Afortunadamente, nuestro país no está formado únicamente por esos parásitos con ínfulas de salvadores. También hay héroes de verdad. Quizás no aparezcan tan frecuentemente como querríamos, pero cuando se les necesita, están allí. Y no desprecio el trabajo de los profesionales desplegados en la zona. Es muy digno. Pero lo que realmente es admirable, es ver a miles de españoles dándolo todo por ayudar a levantar y recuperar lo que otros muchos han perdido. De ahí que diga que los valores tienen cara. Sea solidaridad, bondad, sacrificio, coraje, altruismo, honor o cualquier otro que se nos venga a la cabeza, aquellos que están en las calles arrasadas intentando que vuelvan a brillar, son la cara de esos valores.
Es cierto, lamentablemente, que también existen otras caras. Las caras de excrementos sociales saqueando domicilios, negocios y coches ante el primer síntoma de debilidad del orden. Escoria que no respetan nada. Escoria justificada por otro tipo de detrito moral como son muchos políticos. Caras que representan la otra cara de la moneda. Me da igual que sea la aprendiz de arlequín que afirma que no está «para achicar agua», la consejera que sermonea a familiares y víctimas por querer información los responsables de bloquear a los miles de voluntarios e impedirles el paso a poblaciones donde, tras más de cinco días, aún no ha asomado nadie con nómina pública a ayudar. Porque la inmundicia también tiene cara. Y cargo, tristemente.
Pero si hay que quedarse con algo, mejor con los primeros. Porque ellos si que son los auténticos representantes de la nación. Honor a ellos.
Los Reyes han estado muy bien en una visita necesaria,
El Presidente y el Ministro de Interior no han estado a la altura, ninguna sorpresa.
Me gustaMe gusta