
Axel Seib
Recientemente he cruzado una frontera del este de la UE tanto de ida como de vuelta. Y más allá de mis impresiones sobre lo que ya no es la UE, que dan para otro artículo, quiero hablar sobre el control de fronteras europeo, sus diferencias y su gran hipocresía.
Yendo de vuelta junto a otros viajeros hacia Polonia desde fuera de la Unión, lógicamente ya se nos hizo una comprobación de los pasaportes y la documentación antes del control polaco. Y en el control polaco, otra vez. Pasaportes, documentos, preguntas y declaración de aduanas sobre no llevar alcohol ni tabaco. Y de premio, revisión aleatoria y manual de equipajes a algunos pasajeros. No voy a decir que me parezca mal. Debemos controlar quiénes entran en nuestros países y con qué. Yo no deseo que se puedan pasear por mi país pandillas enteras de indocumentados con la única intención de traficar y dañar a mi gente. Y cuando los oficiales polacos encontraron en la maleta de una pasajera gran cantidad de material médico, básicamente piezas plásticas, entiendo que rebuscasen más y la propusiesen para sanción. Incluso puedo entender que tras esa inspección decidieran llevar a todo el pasaje y al autobús a una zona de revisión exhaustiva. Y mientras al resto de los pasajeros que no habíamos tenido ningún problema con los documentos y no nos mostrábamos agresivos, se nos trataba de potenciales sospechosos que debíamos abrir todos nuestros equipajes unos frente a otros mientras los oficiales aduaneros lo tocaban todo, otros agentes inspeccionaban el autobús con celo. A otra pasajera le encontraron unas cucharas antiguas, 4 por lo que pude contar. Supongo que se ampararon en que son antigüedades y también se la llevaron junto a la mujer del material médico. Pero para no terminar la broma, a una señora con unas cuantas cajas de fármacos (quizás 8 cajas) para los que tenía una infinidad de documentos justificantes alemanes (ósease, de la UE), también le hicieron el lío. Puedo agradecer que mis calzoncillos no llamasen la atención, quizás por estar fabricados en España y no en China. Lo mismo siendo chinos me habrían pasado por aduanas y a pagar aranceles o una sanción. Bromas aparte, aunque sigo reconociendo que reclamo un fuerte control de fronteras, me produjo mucho rechazo ese celo paranoico y, a la vista queda, dañino contra gente que no llevaba drogas, armas ni nada ciertamente peligroso. Tampoco se puede decir que los sospechosos fuesen tres maromos de 30 años con evidente formación militar, eran tres mujeres de escasa talla de 25 a 50 años. Gente que llevaban todos los documentos en regla, con residencia en la UE y que, como mucho, el único caso explícitamente sancionable era el de la señora con material médico. Más allá de eso, se notan las ganas de poner difícil e incómoda la entrada por el lado este, incluso cuando todo está en regla. Es evidente que en el caso de las cucharas y esos fármacos con justificantes alemanes, básicamente habían ganas de incomodar y acosar. Porque la chiquilla paliducha y eslava con cuatro cucharas debía de ser una potencial terrorista.

No como nuestros «amigos» del sur que nos envían miles de expresidiarios de 20-30 años con navajas e iPhone pero sin documentos. Los mismos que también nos envían «niños» con barba y malas maneras que al ser parados cinco minutos por haber asaltado una frontera, exigen sus «derechos» con violencia ante nuestras autoridades policiales. Esos miles de asaltantes agresivos y groseros sin documentos que luego pululan por España amparados por administraciones y organizaciones que jamás les han exigido más que bailar con sus voluntarias, no son un peligro.
Hay un fuerte contraste, es evidente. Yo estuve 4 horas en una frontera haciendo frente a unos controles que, presumiblemente, incumplían la propia legislación europea y los derechos reconocidos en la unión. Aún espero que aparezca un autobús de rescate financiado por Soros del estilo «Open Bus» para salvarnos a los viajeros de algunas prácticas abusivas. Pero no, debían estar muy ocupados bailando con bobos. Es lo malo de ser paliducho y cumplir la ley.
Categorías:OPINIÓN
Enhorabuena, ojalá nuestra policía tuviera el adecuado apoyo del gobierno, e instrucciones rigurosas, para con los invasores de Canarias y del Sur, y ahora también de parte del Levante.
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Importamos delincuentes musulmanes para que la policía española no se quede en el paro.
Las emisoras de radio emiten canciones deprimentes para que los psicólogos no se queden en el paro.
Las chicas pijas tiran, a la basura, ropa en perfecto estado. Simplemente porque se la compraron hace una semana. Eso sí, el cambio climático es por culpa de los pedos que se tiran las vacas, los caballos y los hipopótamos.
Es la Agenda 2030, la agenda de la hipocresía.
Esto es lo que pasa cuando adoctrinas mediante actividades «culturales» (sic) y extraescolares. Y los colegios lo permiten.
España, n.º 1, a nivel mundial, en estupidez. Somos los n.º 1:
https://www.youtube.com/watch?v=cWY-mXICOL8
Actualmente, esto sería «gitanofobia». ¡Madre mía! ¡Cómo ha cambiado España con la CENSURA de la ideología «woke»!
https://www.youtube.com/watch?v=YGUzlOgyHvQ
Esta canción estaría totalmente prohibidísima en España:
https://www.youtube.com/watch?v=oQPIEcnfp_8
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Muy acertado tu artículo. Muchas gracias por explicar también la situación en las fronteras europeas y contrastarla con nuestras fronteras Sur, que son la puerta grande por donde Soros realiza sus negocios.
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