
La sala Sant Jordi, el espacio más solemne del Palau de la Generalitat, «se independiza» de España. Este salón, que es donde, por ejemplo, toman posesión los nuevos consejeros del Gobierno o donde Puigdemont presentó su consejo para la república, ha iniciado las obras para retirar algunos murales que cubren sus paredes y su bóveda. Estas pinturas son del siglo XX, encargadas durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera cuando el actual palacio de la Generalitat era la sede de la Diputación.
La idea de retirar los murales no parte del actual Gobierno catalán. Ya en época de Jordi Pujol empezaron a darle vueltas. Fue bajo la presidencia de Quim Torra, en lo más agudo del procés, cuando se tomó la decisión de quitar las pinturas, y es Pere Aragonès quien ejecuta las obras. Se quiere dejar la estancia tal y como estaba en 1616 y, de paso, borrar el pasado español. Y es que algunas de las obras —más de 24 grandes murales y 45 pequeños— plasman una lectura de la vinculación de Cataluña con la historia de España. Así, uno de los murales representa el recibimiento que hicieron los Reyes Católicos a Colón en Barcelona a su regreso de América.
Mitificar la realidad
De hecho, hace una década hubo polémica porque el Museo de Historia de Barcelona, dependiente del Ayuntamiento, denegó el permiso para el rodaje de la serie Isabel en el Saló del Tinell. El motivo fue que la producción de TVE «mitificaba la realidad histórica».
Otro de los murales que pasará a mejor vida —se guardarán en un almacén— hace referencia a la batalla de Lepanto, y hay un tercero que recrea el Compromiso de Caspe (aragoneses, catalanes y valencianos eligieron rey a Fernando I de Aragón, abuelo de Fernando el Católico).
El nada neutral catedrático de Historia del Arte Marià Carbonell escribió en el 2015 que lo que hay en esas obras es una «exaltación de la unidad histórica, política y religiosa de la nación española» (incluida Cataluña). Ello era patente en una frase que presidía la cúpula, y ya borrada hace años: «Por Dios y por España, un alma sola, un solo corazón». Recuerda, a su parecer, al «Dios, patria, rey» de los carlistas. «Las pinturas que llenan los muros traducen en imágenes una historia españolizada de Cataluña», criticaba. El recorrido histórico de estos murales sitúa el punto de partida del «proyecto político común» español en la batalla de Las Navas de Tolosa, sigue con la conquista de Mallorca, las Cortes de Monzón, Caspe, los Reyes Católicos, la reunión del Toisón de Oro de la catedral de Barcelona presidida por Carlos V, Lepanto y la batalla del Bruch.
¡Qué miedo da la historia!
Categorías:MITES NACIONALISTES / MITOLÓGICAS
Los independentistas catalanes son los únicos culpables del cambio climático. Son expertos en destrozar cosas en perfecto estado de conservación:
«Vamos a obligar, a todos los comerciantes, a rotular en catalán». Es decir, destruir letreros en español y fabricar nuevos letreros en catalán.
«Vamos a cambiar todos los nombres de las calles que nos recuerden a España y a Franco, aunque no sean nombres específicamente franquistas». Es decir, destruir letreros «feixistes» (sic) y sustituirlos por letreros con nombres de personajes proetarras y catalufos.
«Vamos a destruir los murales de la sala Sant Jordi porque son «feixistes» (sic).» Aunque los guarden en un almacén, enseguida se van a llenar de polvo. Se van a ensuciar y ya no servirán para nada. Guardarlos en un almacén equivale a tirarlos a la basura.
Todo esto se hace por venganza y como burla hacia quienes somos antiindependentistas.
Destruir cosas (sean antiguas o no) para fabricar cosas nuevas. Además, cosas nuevas que pagamos entre todos los contribuyentes. Estemos a favor o en contra. Con los impuestos que pagamos. Esto contamina. Yo diría que el independentismo catalán contamina muchísimo más que la industria textil. Sí, porque también se queman -a propósito- contenedores de basura, se hacen grafitis… Todo esto cuesta muchísimo dinero. Porque hay que arreglar todo lo destrozado por pirómanos y grafiteros descerebrados.
La industria textil y, sobre todo, la moda rápida («fast fashion»), contaminan muchísimo el planeta. Para fabricar la ropa, se gastan millones de litros de agua, se tiran toneladas de desperdicios al mar y las emisiones de carbono generadas en el proceso de fabricación son muy altas.
Pero no nos olvidemos de las gilipolleces del independentismo catalán. Luego van de ecologistas. «Eco-jetas», más bien. Sin embargo, son los primeros en tirar a la basura comida en buen estado (sin caducar), ropa en buen estado y una colección de cien mil cintas de casete. Porque no valoran las cosas. Les da igual ocho que ochenta.
Evidentemente, recogí las cien mil cintas de casete. Algunas eran de Lluís Llach. Entonces, las vendí por Internet a 10 euros cada una. Por lo tanto, he ganado un millón de euros. Por la cara. Por la patilla. Gracias, indepes. Seguid así. Soy rico gracias a vosotros. Es lo único bueno que habéis hecho por mí.
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Que cerebro pequeñito tiene este señor
La grandiosa historia que tiene España no le cabe en la cabeza
Pobre chico, creo que debía sacar un cero en historia.en el parvulario.
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Esperemos que no se lo lleve a su casa el actual pequeñajo, como dicen que hizo el anterior pequeñajo con los 3000 millones.
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Hay que chabacanear la Sala de San Jaime para que sea tan vulgar como la chusma que la llena. Que pongan retratos de asesinos catalanistas que les queda mejor.
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ES MUCHO MEJOR EL VALLE DE LOS CAÍDOS CLARO MENUDO INTELIGENTE
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Por supuesto ningún medio de comunicación público y subvenprivado ha dicho nada. Incluida esa cadena relacionada con ese gran edificio en Av. Diagonal, esa cadena que tiene presentadoras con talla 120 o mas de pecho para dar noticias deportivas en minifalda, ¡¡eso no es codificación, que va!!
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YA SALIO EL MACHO CABRIO MAS GRANDE QUE TIENE 120 DE PECHO VAYA SINVERGUENZA ESPAÑOLITO CLARO
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