La isla de Tasmania —topónimo conocido por los dibujos animados de la Warner cuyo protagonista es el Diablo de Tasmania— está situada a doscientos cuarenta kilómetros al sureste de Australia. La isla estaba poblada por aborígenes de tez negra, pelo rizado, baja estatura (hombres 1,60 metros y las mujeres 1,48 metros) y de complexión delgada, dedicados a la caza y recolección con medios muy rudimentarios.
En 1803, los británicos establecieron una colonia penal en Tasmania y la isla comenzó a recibir lo mejor de cada casa. Con estos indeseables también llegaron colonos dispuestos a conseguir terrenos donde establecerse sin respetar los territorios de caza de los aborígenes. Poco tardaron en llegar los primeros enfrentamientos entre los colonos, apoyados por el ejército británico, y los nativos del lugar que siempre llevaron las de perder: asesinatos, violaciones o secuestros se repetían sin castigo alguno para los ingleses. A pesar de todo, los aborígenes tasmanos trataron de defenderse, pero poco podían hacer con piedras y lanzas contra las armas de fuego.

Para acabar con aquel problema por la vía rápida, en 1828 se autorizó la caza de aborígenes estableciendo una recompensa de cinco libras por la captura de un adulto y dos libras por un niño. Entre octubre y noviembre de 1830 se formó la llamada Línea Negra. Esta consistía en un frente escalonado de 300 kilómetros para realizar un barrido del territorio. Más de 2000 personas participaron en la misma: más de 500 soldados, más de 700 reclusos y más de 900 colonos. La Línea Negra estaba formada por tres divisiones que empujaron a los aborígenes hacia el sur y el este para encerrarlos en la Península de Tasmania.
El número de los nativos fue decreciendo drásticamente por el hambre, las matanzas y las enfermedades. Con la mediación de Robinson muchas tribus fueron negociando su rendición. En diciembre de 1831 se puso fin a la Guerra Negra. Ataques aislados en el noroeste se siguieron dando hasta el 1842, pero en los distritos de los asentamientos no hubo más violencia. Así pues, en enero de 1832 se revocó la ley marcial. Los aborígenes que quedaban fueron trasladados a la isla de Flinders. Allí las enfermedades europeas siguieron causando estragos en la población. A pesar de que la reducción de la población no se debió exclusivamente a los asesinatos

Cuando se inició el conflicto en la isla había unos 5.000 o 6.000 indígenas. En 1847 sólo quedaban 44 tasmanios, 12 hombres, 22 mujeres y 10 niños de 4 a 14 años. En 1860 murió el último hombre tasmano y, como recuerdo, George Stokell, de la Royal Society of Tasmania, ordenó que desollasen su cuerpo para hacerse una cartera. La última mujer tasmana nacuda en la isla, Truganini, murió en 1876.
Charles Darwin, que visitó Tasmania en 1836 durante su famoso viaje a bordo del Beagle, dejó un relato de aquel episodio histórico justificándolo y presentándolo como algo inevitable: «Todos los aborígenes han sido trasladados a una isla en el Estrecho de Bass, de modo que Tierra de Van Diemen disfruta de la gran ventaja de estar libre de una población nativa». El gran antropólogo francés Marcel Mauss, llegó a escribir: «Las enfermedades y el salvajismo de los colonos ingleses hicieron desaparecer muchos pueblos. No sólo el deber humano, sino el interés de la ciencia fueron gravemente ofendidos el día en que murieron los últimos tasmanios».
Categorías:HISPANIDAD
El genocidio continuó implacable hasta 1969:
https://www.perfil.com/noticias/internacional/Australia-pide-perdon-por-secuestro-de-nios-aborigenes-20080212-0032.phtml
Raptaron a los niños para «civilizarlos» reclutándolos para «servir» en casas de los «civilizadores» y fueron tratados como solo saben tratar los anglosajones a los que no son muy blanquitos, con lo que terminaban como las dos niñas de Sallent acosadas por los malditos escapados de la cloaca más pestífera del infierno (en el infierno se habla catalán).
Me gustaMe gusta
Tenemos tanto que aprender de esos benefactores de la Humanidad que fueron los brítis y los holandeses, belgas también; que no sabemos los españoles por donde empezar. Quizás por recuperar Gibraltar, cobrarles las ambulancias y gastos médicos a los borrachuzos del balconing; y por tener un poco de más respeto por nuestra Historia y por nuestros héroes.
Me gustaMe gusta
1 judío vale por 100 ucranianos. Y 100 ucranianos por 1.000 rusos. Estos fueron la principal víctima de los comunistas rusos, ucranianos, letones y transcaucasianos.
Me gustaMe gusta
Pues bien, no hemos visto jamás a un judío o a una organización judía poner el grito en el cielo o reclamar nada a los anglosangrones por ninguno de sus múltiples genocidios. Tampoco han plantado cara a los turcos por el genocidio armenio. Se conoce que sus intereses geoestratégicos y financieros están por encima de todos esos principios a los que apelan cuando les conviene.
Me gustaMe gusta