Si Pablo Hasél fuera un ultraderechista, si sus letras y tuits no atacasen al Rey o a las víctimas del terrorismo sino a las feministas, los inmigrantes o los homosexuales; si en vez de hablar de tiros en la nuca a Patxi López pusieran la diana en el cogote, yo qué sé, de Otegi; si se mofase de las víctimas del GAL como se mofó de las de ETA; si la hubiera emprendido a puñetazos con periodistas que intentaban informar no de su encierro okupa en la Universidad de Lleida, sino, yo qué sé, de un aquelarre neonazi lleno de esvásticas; si en vez de fotos con Monedero las tuviera con Ricardo Sáenz de Ynestrillas…
Y más: si en las protestas contra su condena hubieran incendiado contenedores y asaltado comercios no “jóvenes idealistas” sino cabezas rapadas; si aparecieran en 13TV tertulianos justificando esta violencia porque “la gente está muy harta”; si la que ha perdido un ojo en las protestas llevase camisa azul, ¡qué divertidos chistes leeríamos, qué hermosas defensas del civismo, qué condenas unilaterales a esta violencia y no “a todas las violencias”, qué de alertas sobre la deriva nihilista y fascista de la sociedad, qué de estudios de la violencia simbólica del lenguaje, sobre el peligro de la cultura y la apología!
Facilitaría mucho las cosas que Pablo Hasél fuera miembro de la ultraderecha. Muy pocos de los que hoy piden su salida del trullo estarían levantando la voz, y el pobre raperillo facha tendría que conformarse con la defensa de cuatro gatos tachados inmediatamente de blanqueadores del fascismo. A mí, en ese caso, también me tendría entre sus defensores. Escribiría arriesgadas columnas intentando justificar que la libertad de expresión es, precisamente, el derecho de quienes nos ofenden a hacerlo sin más riesgo que ser ofendidos por nosotros. Y podéis dar por descontado que me llamarían de todo.
Estos días, sin embargo, sacan listas de represaliados de la libertad de expresión llamativas por sus omisiones. ¿Dónde están los grupos de rock Batallón de Castigo y Más que Palabras, cuyos miembros fueron condenados a un año de cárcel ‘por cantar’? ¿Dónde está el colectivo artístico Homo Velamine, al que el Tribunal Supremo condenó a 18 meses de cárcel y una multa de 15.000 euros por el irónico ‘tour de la manada’, que no era más que una caricatura del amarillismo mediático? ¿Dónde están otros tuiteros y articulistas encarcelados o multados que, en vez de chistes de Carrero Blanco, los hicieron misóginos, xenófobos y demás?

Cuánta hipocresía. Si tu defensa de la libertad de expresión cuenta solo a los perseguidos de tu cuerda, entonces es falsa y acomodaticia. Quienes omiten al que no les gusta de sus listas debieran hablar de autodefensa y jamás de su amor por un derecho fundamental. Si quieres pelear por la libertad de expresión, habrás de mancharte las manos de mierda. Tendrás que ponerte de parte de los que no te gustan con la misma pasión que empleas para los tuyos. Repito, ¡qué fácil sería explicar todo esto si a Pablo Hasél lo hubieran condenado por reírse, yo qué sé, de los fusilados de Franco! Y casi nadie lo entendería.
En fin. Llevo suficientes años en esta batalla para haber visto a muchos de estos amantes de la libertad relativizar el linchamiento y lo que hoy se llama cultura de la cancelación. He visto también cómo intentaban poner cómicos en la picota, cómo alentaban quemas de brujas y cómo celebraban que, por ejemplo, a Jorge Cremades le cerrasen las puertas de los teatros públicos ‘por machista’. Los he visto justificar toda clase de atropellos siempre que el mensaje ofendiera sus sentimientos, y ahora pretenden hacerse pasar por nuestra única barrera contra la censura. ¿Dónde estaban estos activistas cuando el atropellado les ofendía?

Lo que estamos viendo estos días no es una defensa de la libertad de expresión, sino una expresión de la polarización política, que algunos dirigentes sin escrúpulos patrimonializan entre grandes palabras hermosas. Se quejan muchos de que el Código Penal los maltrata más que a los fachas, pero no hablan de relajar los castigos en ambas direcciones sino de que los fachas sean castigados, al menos, con el mismo rigor. Así, vemos a Podemos proponiendo derogar el artículo 578 mientras hablan de convertir en un delito el ‘negacionismo de la violencia de género’ o la apología del franquismo. ¿En qué quedamos?
Dejadme hablaros otra vez de Martin Garbus, abogado norteamericano octogenario al que la revista ‘Time’ describe como un personaje legendario en la defensa radical de la libertad de expresión y al que ensalcé aquí. Según Garbus, la defensa de la primera enmienda solo es totalmente sincera cuando peleas para que tus enemigos más viles puedan expresar sus ideas. Así, ha defendido a toda clase de personas en aprietos por haber expresado sus ideas, desde Vaclav Havel a Nelson Mandela, pasando por Andrei Sakharov, Salman Rushdie, Lenny Bruce y Al Pacino. También a otros que, ‘a priori’, deberían caernos peor.
Este abogado hizo algo más llamativo: defendió a un grupo de neonazis norteamericanos que querían manifestarse en un barrio judío
Sus principios son tan sólidos, tan sinceros, que este abogado hizo algo mucho más llamativo: defendió a un grupo de neonazis norteamericanos que querían manifestarse en un barrio judío. Consiguió ganar el juicio, y los neonazis hicieron su turbio desfile en Skokie, Illinois. Olvidé mencionar algo importante: Martin Garbus es judío. Su familia huyó de los pogromos polacos y se instaló en Estados Unidos. Por este motivo lo considero un héroe, y un verdadero referente en la defensa de la libertad de expresión.
Su postura en el caso de los neonazis despertó críticas furibundas contra él por parte de su propia comunidad: esta es la reacción ineludible cuando defiendes, de verdad, la libertad de expresión. En caso contrario, no eres más que un partidista. Cuando, años después, su hija le preguntó cómo se sentía al defender el derecho de manifestación de esos indeseables, un Garbus lacónico y tranquilo dio una respuesta elocuente: “Me utilizan para causas que no comparto, pero también para causas que son importantes para mí”. En HBO, hay un documental sobre él: ‘Shouting Fire: Stories from the Edge of Free Speech’. Más de uno debería verlo.
Juan Soto
Publicado en El Confidencial
Categorías:Opinión, Revista de prensa
Si el Hassel fuera de derechas, ni siquiera ultra sino simplemente de derechas, la inconsciencia de la izquierda saldría a la calle a pedir la recuperación del garrote vil, diciendo que se trata de un fascista, un criminal, un desestabilizador, un anti demócrata, y además lo harían participando de manifestaciones pacíficas igual hasta con flores, para seguir demostrando con ese cinismo que les caracteriza que ellos son los buenos.
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Centro Centrado
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«Lo del Hasel y su colla» sirve para q nos hagamos una idea de como es o será la nueva «moda» – por decir algo – del Nuevo Orden Mundial!!! Triste y desesperanzador ya q despues de mas de 80 o 90 años de Comunismo totalitarios en preciosos paises dominados por ese pernicioso sistema de Gobiernos… Estamos todavia idealizado el mas espantosos de los fascismos = nacionalsocialismos, por lo tanto Europa occidental ha demostrado q no ha aprendido nada de nada. El muro se autoderribo (dentro de la zona Oriental habia un colapso como ahora pasa en Cuba, etc… digamos q se ahogo asi mismo para q sea mas claro… por mucho q digan q fue culpa de los otros es mentira ellos solitos se buscaron el colapso de El Regimen) como decia el muro cayó en 1.989…y en 2021 se esta volviendo a instaurar de momento en el mundo hispano claramente… Pero empieza en EE. UU con Biden… Por cierto otra vez con tiros o lo q sea en Siria… a ver q dice Gates » el Bill» y «la Mirinda» jejeje🤣🤣 la Guerra y sus armas contaminan el Planeta???
Como decia… En este mundo los pobres ni aprendemos de nuestro errores ni queremos aprender… Las llamadas «castas» «elites » nos llevan x donde quieren. Habiamos llegado a ser una Sociedad medianamente justa y feliz… Pero en lugar de ayudar a los mas vulnerables q lo necesitaran… Los de siempre… Comunistas los enrollan a guerras ideologicas entre los demas ciudadanos como ellos… Mientras los activistas politicos fanaticos estan sentados en sus sillones y viven sin apuros.
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Si este Hasel, en vez de atacar con odio España y sus signos nacionales y a la gente que no piensa como el, atacase los judios…
…?que hubiera pasado?
?Amnistia Internacional hubiera lanzado una campaña contra él, como lo ha hecho ahora?
La pregunta no es teórica, porque desgraciadamente pasa.
Me viene a la cabeza el caso del humorista Dieudonne, un africano-francés que fue echado de su trabajo y perseguido con sala porque fue acusado de «antisemitismo» (no sé realmente lo que hizo o dijo)
Naturalmente, además de la persecución judicial, esta prohibido en youtube, instagram y facebook.
El cardenal Omella no ha dicho nada a favor de su libertad de expresión.
Vemos que hay una doble vara de medir, porque no somos todos iguales ni esto es una democracia verdadera.
Y al final lo que siempre queda es la falta de tolerancia de unos frente a otros.
Muy poca libertad, igualdad y fraternidad veo yo con estos intolerantes tan bien respaldados.
Y como se saben respaldados, se crecen y van a por más.
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Cordón sanitario a VOX
ERC, JxCat y CUP pactan intentar aislar el partido de Abascal en el Parlament
https://politica.e-noticies.es/cordon-sanitario-a-vox-134795.html
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Pedro Varela se tiró más de un año en la cárcel por hacer uso de la cacareada «libertad de expresión» y no hubo manifestaciones ni nada por el estilo. Es más los que están a favor de la «liberdad de expresión» del «rapero» Hasel son los que estaban en contra de Pedro Varela.
Hipocresía.
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