Cuando Manuel Valls  presentó su libro “Barcelona, vuelvo a casa”, todo el mundo se dio cuenta que estaban más ante un mitin que no una presentación de un libro.  Habló con claridad de su proyecto de conseguir que Barcelona sea una capital europea (¿?). Orden, seguridad, libertad y defender la cultura fueron algunos de los pilares sobre los que sustentó su idea central. En definitiva todo y nada.

Finalizada la presentación y con el turno de preguntas abierto, uno de los asistentes intervino: “Ha hablado de defender la cultura y de tener una ciudad libre. En Barcelona la cultura taurina está muy maltratada. ¿Cuando usted sea alcalde, el señor Pedro Balañá, propietario de la Monumental de Barcelona, tendrá más tranquilidad o facilidad para organizar libremente una corrida de toros?”

Y Valls, que escasos minutos antes había abogado por su apoyo a la cultura, se rajó. Se notaba que no se esperaba la pregunta y me contestó que a pesar de poder gustarle la tauromaquia, como la que él conoce en el sur de Francia, no va a empezar la campaña posicionándose con un tema tan polémico. Hasta aquí lo de siempre. Pero la frase final fue la más tajante: “los toros en Barcelona son un tema cerrado”.

Fuente: vadebraus

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