La estatua de Antonio López, primer marqués de Comillas y personaje muy controvertida porque traficó con esclavos, será retirada el próximo 4 de marzo de la plaza que lleva su nombre, ubicada en un extremo de la Vía Laietana de Barcelona. La figura de este industrial barcelonés tendrá como destino el Museo de Historia de Barcelona (MUHBA), donde está la estatua ecuestre de Francisco Franco.
El acto de retirada, anunciado este viernes, tendrá lugar durante una fiesta ciudadana. La plaza donde se ha ubicado también cambiará de nombre: la idea es que pase a llamarse Idrissa Diallo, como tributo al joven senegalés muerto en 2012 en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Francia.
No tenemos nada a favor ni en contra de Idrissa Diallo o Antonio López, primer marqués de Comillas. Sí en cambio, estamos contra ese enfermizo espíritu de creer que por eliminar las cosas del espacio público, vamos a retirar la historia. Sería más sincero explicar a los niños que gracias a un negrero como Antonio López, charnego para más inri, Cataluña llegó a ser lo que es Gracias a su falta de ética Cataluña tuvo su: Compañía Trasatlántica, Compañía Ferroviaria del Norte, Compañía General de Tabacos de Filipinas, Hullera Española, Crédito Mercantil y Banco Hispano Colonial. Antonio López, y su familia de los Güell, acogió y patrocinó a Verdaguer, encargó obras fundamentales a Martorell, Domènech i Montaner, Mestres, Llimona, los hermanos Vallmitjana y, claro, Gaudí. Sin él no se hubiera reforma de la Via Laietana ni desarrollado el proyecto de la Exposición Universal– para transformar la ciudad.
Con otras palabras, gran parte que elevó el orgullo del catalanismo haciéndonos creer que éramos un pueblo espectacular y emprendedor se lo debemos a un charnego negrero, que para colmo ahora hay que ocultar. Pues venga, Sr. López, a hacer Compañía a Franco, mientras que mantenemos las joyas modernista que el financió para llenar las arcas de un Ayuntamiento populista.
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Lo mismo ocurre con Franco, mucha «memoria historica» pero nadie renuncia a lo muchísimo que nos legó: por ejemplo los pantanos, las pensiones, la seguridad social y sobre todo habernos librado del comunismo.
Les sugiero que lean el libro «Cien años a la sombra del Gulag» del profesor. Adolfo Torrecilla ( editorial Rialp)
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La dictadura de lo «políticamente correcto» llega a extremos del esperpento. ¡Cuanta estupidez suelta!
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Reblogueó esto en El Heraldo Montañés.
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