MUERE UN CATALAN, MUERE UN ESPAÑOL, por Fernando Oriente Coromina


22730110_725468940984434_1317461555847210734_nEl pasado lunes 22 de enero a última hora de la tarde una noticia nos helaba el corazón, Fernando Quintillá Manresa, divisionario de 96 años, fue encontrado muerto por causas naturales en su domicilio.

El día antes, pese a los achaques de la edad, no falto a la cita de todos los domingos en la Hermandad de Caballeros Legionarios de Barcelona, donde sufrió un pequeño desvanecimiento, que motivo su traslado a un centro hospitalario, dándole de alta con indicación de deshidratación y anemia.

El lunes le estuvimos llamando, sin obtener respuesta alguna, intranquilos contactamos con los Mossos d´Escuadra, quienes tras las gestiones de rigor nos trasladaron la triste noticia.

Fernando, quien no fallaba un solo jueves al local de nuestra hermandad, que todos los domingos estaba en el de la Legión, que animosos participaba en cuantas reuniones, misas, actos, comidas, presentaciones, etc…, convocaran las dos asociaciones que constituían su única familia División y Legión, él que estaba el primero en cuanto acto, concentración, manifestación se convocara en defensa de España, fuera Somatemps, Sociedad Civil Catalana o, cualquiera que enarbolará la bandera de España, siendo siempre el primero, últimamente con una muleta, aguantando horas de pie o largas caminatas, sin quejarse, sin ocultarse, pues lo consideraba su deber, siempre luchando, pues no fue otra cosa, ni quiso ser, que un soldado de España, hoy nos falta.

¿Pero quién fue Fernando Quintillá Manresa?, ¿Cuáles fueron sus orígenes y trayectoria vital?. Conocer a nuestros hombres, nuestros Divisionarios es conocer sus razones y anhelos, y por eso me propongo arrojar algo de luz sobre una vida que fue una constante lucha por España y sus creencias.

Fernando nació en Barcelona el 26 de julio de 1.921, en el populoso barrio de Gracia, de familia catalana, sus padres Fernando y Carmen, constituían una familia de su tiempo, de firmes creencias católicas y carlistas que transmitieron a su hijo.

En su casa, recordaba en el salón los retratos de sus reyes legítimos Don Carlos VII y Doña Margarita su esposa y, después Jaime III, su madre se dedicaba a sus labores y al hogar, mientras que el padre, Tipógrafo e impresor, trabajaba para distintos periódicos, relacionados con la derecha monárquica  y la Unión Patriótica del General Miguel Primo de Rivera.

Por motivos profesionales la familia se trasladó en los años 20 a Andalucía, donde paso parte de su infancia, regresando a Barcelona con el avenimiento de la república.
Desde joven militaba en la Comunión Tradicionalista, en su Agrupación Estudiantes Tradicionalistas, figurando como Secretario de la Juventudes Carlistas de Gracia, viviendo desde su juventud en dicho encuadramiento los convulsos y violentos años que precedieron a la Guerra Civil, en especial desde 1.934.

El 19 de julio de 1936, él al igual que el resto de los carlistas de Gracia se aprestaron a la sublevación militar, en concreto, los carlistas de Gracia tenían instrucciones de unirse y reforzar a las fuerzas de la Guardia Civil del cuartel de Travesera de Gracia. En número de unos 50 accedieron al cuartel y les dieron uniformes y equipo, pero no salían y, al final, un oficial les comunico que el  Coronel Antonio Escobar Huerta, que mandaba la 19 Comandancia de la Guardia Civil, permanecía fiel a la Republica, que se volvieran a cambiar y que salieran rápidamente por detrás del cuartel.

Así lo hicieron y reunidos unas calles más allá discutieron que hacer, los más decididos, unos 30,  Fernando (14 años), entre ellos, decidieron marchar y unirse al cercano cuartel de Gerona, sito en Travesera de Gracia esquina Lepanto, sede del Regimiento de Caballería Santiago nº 9 que mandaba el Coronel Francisco Lacasa.

De esta forma se unieron a un  escuadrón a pie mandado por su coronel, que partió  en dirección a la Plaza Cinc D´oros (Paseo de Gracia/Diagonal), siendo emboscados por un fuerte contingente de guardias de Asalto, sufriendo muchas bajas, lo que motivo que la columna se replegara, haciéndose fuertes en el convento de los Carmelitas descalzos aun existente en Diagonal esquina Lauria, ocupando asimismo, algunos talleres y garajes sitos en las cercanías, (Torrent d´olla, Córcega,…) como avanzadilla, que pronto tuvieron que abandonar por la presión de los atacantes.

Los alzados recibieron un pequeño refuerzo de unos Guardias Civiles que mandados contra ellos se unieron a la causa de España, el tiroteo se hizo incesante, las noticias que llegaban del resto de Barcelona no podían ser peores, poco a poco las columnas eran eliminadas, los escuadrones del Regimiento de caballería de Montesa, el cuartel de los Docks, del Bruc, de San Andrés, Capitanía, Dependencias y Gobierno Militar, El hotel Colom en plaza Catalunya, etc…eran reducidas y aplastadas.
La ultima fuerza que resistía eran las de caballería de Santiago, la noche del 19, cercados en gran número por fuerzas de la Guardia Civil, de la Guardia de Asalto y el populacho armado, sin expectativas de salvación, su coronel acordó y pacto rendir sus fuerzas a la Guardia Civil a primeras horas de la madrugada del lunes día 20.

Esa noche, pese a lo pactado, se repelieron furiosos asaltos del populacho. A Fernando, vista la situación, ya por la tarde del 19 se le indico, ordeno, que se marchara, que aquello era una ratonera y era muy joven.  Fernando solo se alejó para confundido con la masa asaltante contemplar el final de todo aquello.

A primeras horas de la  mañana, conforme lo pactado, las fuerzas resistentes deponen las armas y, se rinden a la Guardia Civil, pero ya en la calle y desarmados, el populacho se abalanza sobre ellos y comienza la matanza, de la que muy pocos se libraron, pues hasta los carmelitas que les acogieron pagaron con su vida. Baste decir que varios oficiales fueron decapitados y sus cabezas clavadas en picas fueron paseadas por la ciudad.

Fernando estaba significado y corría peligro, su padre pese a sus principios, trabajaba por aquel entonces en un periódico cercano a la Esquerra Republicana, lo que le confería cierta seguridad. Había que  hacer algo. Así, tras permanecer unos días escondido, su padre tuvo la idea de, aprovechando que Fernando era alto para su edad y, tenía un curso de practicante, que se apuntara a un batallón de Guardias de Asalto que se estaba constituyendo.

Destinado al botequín del batallón, allí utilizando los sellos, tampones y papel oficial proporciono documentación a muchos perseguidos, pues en aquellos tiempos de anarquía, el tener un carnet de un sindicato, de milicias, de partidos, aunque fuera de vacunación del botequín de los de asalto, podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. De forma espontánea, con iniciativas personales de patriotas anónimos y desconocidos, se fue constituyendo el Socorro Blanco, que poco a poco se fue organizando, y por el que muchos patriotas pagarían con su vida en las checas o en cualquier cuneta.

Al cabo de tres o cuatro meses, el batallón ya instruido tenía que partir para el frente y, su padre haciendo valer la condición de menor de Fernando lo reclamo y fue licenciado.
Una nueva etapa de resistencia se iniciaba, trabajando en lo que surgía, pues había que ganarse la vida, se continuaba en la lucha callada, buscando refugio y alimento a los perseguidos, sacerdotes, monjas, etc.., militares, falangistas, carlistas, gente de la Lliga, o simplemente gente de orden o creyente que corría peligro. Fernando hacia lo que hiciera falta, de correo, de guía, todo por España y la victoria, desde pinchar ruedas de vehículos a propagar bulos, repartir propaganda, …. . Ese fue su trabajo en la 5ª columna y en el Socorro Blanco en la Barcelona Revolucionaria, por el que muchos de sus amigos, algunos tan jóvenes como el, pagaron con su vida su fe y su amor por España.

El final de la guerra está próximo, Fernando es movilizado con la quinta del “biberón”, no se presenta, es prófugo y debe permanecer huido y escondido, el 26 de enero las fuerzas nacionales bajando de la sierra de Collcserola, entrando por la Diagonal y la Gran Vía liberan entre el entusiasmo popular la ciudad que fue mártir tres años. Fernando se abraza a los libertadores y se apunta inmediatamente voluntario al Tercio Requeté de San Miguel, formado por Navarros y Vizcaínos y, que es una de las fuerzas que libera Barcelona, pronto inicia la instrucción, pero el final de la guerra un glorioso 1 de abril le impide entrar en acción.

En la paz colabora como agente auxiliar del Servicio de Información Militar y realiza cuantos servicios se le encomiendan. Poco dura la paz, Europa está en guerra y, pese a la neutralidad Española, las preferencias y simpatías de España están claras. Por eso,  cuando el 22 de junio de 1.941 Alemania ataca la URSS, la España militante ve llegada la hora de ajustar cuentas con el comunismo, de continuar la revolución, de devolver la visita, de ayudar a quienes nos ayudaron, siendo ese clamor especialmente sentido entre quienes, por edad o localización geográfica, no pudieron contribuir con las armas al triunfo de la causa de España.

Pronto por toda España, al principio de forma un tanto improvisada, se abren banderines de enganche para la Cruzada Contra El Comunismo, y entre los primeros en dar el paso al frente estaba Fernando, quien se alisto el 1 de Julio de 1941 en la Jefatura de Milicias de Barcelona, pasando a continuación al cuartel del Bruc de Barcelona, para desde la estación del norte marchar vía Lérida, a San Sebastián, para atravesar Francia y llegar  Alemania, siendo destinado al Regimiento de Infantería 263 (Coronel Vierna), en concreto a la Plana Mayor de la 9 cia., (Capitán Ángel Campano López) de su III Bon, hasta su repatriación el 21 de julio de 1.942 por herido.

Durante su estancia, el 4 y el 5 de noviembre de 1.941, fue herido de pronóstico leve por metralla de mortero en pierna izquierda, su primera, pero no única herida, requiriendo ingreso hospitalario del 5 de noviembre al 27 de febrero de 1.942, reincorporándose a su unidad el 13 de marzo de ese año. En marzo de 1.942 ya como soldado de 1ª, enlace de su capitán, sufrió el 16 de marzo congelación de 3º y 2º  en ambos pies, que motivo su traslado al hospital de Konisberg,  sufriendo dolorosas curas y restando hospitalizado del 16 de marzo del 42 a 20 de junio del 42, siendo la  causa de su posterior repatriación y baja del servicio por no apto para el mismo.

Fernando siempre contaba que si salvo las piernas fue gracias a su capitán, pues decía que tras volver de noche de llevar un parte, y faltando pocas horas para que la compañía operara en la bolsa, el capitán Campano le dijo que se sacara las botas, que las tenía mojadas, él se negó pues dijo que después no podría ponérselas, y el capitán ni corto ni perezoso, le saco las botas cortándolas con una navaja, apreciando que Fernando sufría congelación y, ordenado su inmediata evacuación, lo que le salvo los pies.

Hasta su fallecimiento, periódicamente Fernando debía someterse a un raspado de uno de sus pies, pues se le formaban callosidades dolorosas donde le tuvieron que quitar piel y carne a raíz de la congelación. Pero Fernando no se adaptaba a la paz y la vida civil, por lo que en julio del 43 se alista nuevamente para la cruzada contra el comunismo el 20 de julio del 43 (alta revista de comisario de agosto del 43), cruzando la frontera el 5 de agosto de 1.943, encuadrado en la 2 cia del 25 batallón de marcha, volviendo a la División con el empleo de cabo 1º, grado (chapa identificación 22855) que le es impuesto en el campamento de Hof Saale (Baviera), pasando a prestar servicio en la 2ª cia., de Sanidad, con  destino en Puskins en el Hospital de campaña, donde realizando funciones de aposentador desde el día 15 de diciembre de 1.943, sufrió el 17 de diciembre por accidente conmoción cerebral y magulladuras generales que motivan su traslado e ingreso en el Hospital Español de Riga.

Debe señalarse que al llegar a Hof, las autoridades alemanas no aceptaron su incorporación, pues administrativamente figuraba en Alemania como no apto para el servicio y, percibía una pensión, por lo que para poderse incorporar se vio obligado a renunciar a la pensión que tenía reconocida y pasar nuevo tribunal médico.
Estando hospitalizado en Riga, piden voluntarios para integrarse en la recién formada legión Española de Voluntarios, y Fernando no lo duda, siendo dado de alta voluntaria, y nombrado Jefe de los almacenes del Hospital y de la reserva de la legión en Riga, hasta su licenciamiento en 26 de marzo de 1.944, en que emprendió regreso a España, no sin antes disfrutar de un permiso por Europa, que disfruto en compañía del Capitán Intendente y, del Comandante Medico Dr. Antonio Grau Pujol, regresando a España el 3 de abril de 1.944.

Fernando cuando se apuntó a la legión solicito regresar al frente,  pero el capitán de artillería Mariano Calviño de Sabucedo y Grass, que había mandado su expedición en el 25 batallón de marcha, y que acompañaba al Coronel Navarro en la búsqueda de voluntarios para la Legión en el hospital, le hablo al coronel de que era un veterano reenganchado de plena confianza y de solidos principios, convenciéndolo para que lo dejara en el hospital de responsable del almacén, pues en el frente ya había cumplido, con dos heridas y una congelación.

Contaba de su experiencia como responsable de los almacenes de Riga, que le hicieron entrega, entre otras dependencias, de una gran nave llena a rebosar de toneladas de patatas y, que al inspeccionarlas, estas estaban completamente podridas, solicitando del mando alemán dos camiones para vaciar la nave y destruir los tubérculos, pues el olor era irrespirable. Los alemanes se echaron las manos a la cabeza, pues decían que eso valía mucho, que tenía que darlo como perdida y, que ellos mandarían camiones de una fábrica de vodka. Días después de la recogida, Fernando recibió dos camiones cargados de cajas de vodka, que el obsequiaba a los soldados o utilizaba para conseguir por trueque cosas que se necesitaban en el hospital. Esa era la razón de que nunca más en su vida volvió a tomar vodka, pues decía que estaba hecho con patatas agusanadas.

Gracias al vodka y al café Español, bien este último muy escaso y valorado por los alemanes, consiguió del mando alemán una importante mejora de las condiciones del personal civil local  y que por su trabajo recibía un salario, debiéndose señalar que parte de ese personal eran judíos (que en el hospital no llevaban la estrella por indicación española), que ayudaba en el hospital, como enfermeras, médicos, auxiliares o limpiadores. Todos los anteriores comían desde siempre lo mismo que los Españoles y, respecto a esos últimos, el personal judío, logro que durmieran en el propio establecimiento, donde era de hecho libres y gozaban de seguridad, no teniendo más obligación que pasar cada día lista y, cursar Fernando parte a las autoridades de la komandantur del estadillo. Ello se logró con el argumento que los convoyes ferroviarios de heridos, por los ataques aéreos llegaban por esas fechas de noche, y a esas horas, cuando se necesitaba el personal civil, no estaba. El razonamiento fue abundantemente regado y vendido a las autoridades alemanas con unos generosos regalos de kilos de café, botellas de vodka y alguna caja de tabacos de filipinas. Todo lo anterior lo hizo Fernando con el visto bueno del director Español del hospital.

Durante su estancia en Rusia, fue declarado prófugo del servicio militar, pues perteneciente al reemplazo del 42, fue sorteado y no se había incorporado al Regimiento de Infantería nº 13 “flechas Verdes”, lo que motivo que la guardia Civil se presentara varias veces en el domicilio de sus padres y, después de su regreso, el Regimiento de Infantería Jaén nº 25 de Barcelona, perteneciente a la 41 División, no le reconocía su condición de cabo 1º, por lo que el veterano Fernando tuvo que bregar duramente que la mortal burocracia Española, casi más peligrosa que el frio y las balas rusas, desde luego, más agotadora.

Por su paso por el frente ruso Fernando obtuvo las siguientes condecoraciones; Antibolchevique Española y Alemana, campaña de Invieno, dos cruces rojas mérito militar, dos de herido en negro y plata y, según refería, si bien no se la llegaron a imponer, solo comunicar, la cruz de hierro de 2ª en diciembre del 41.

Tras su regreso dejo Barcelona, estableciéndose en la costa brava catalana, dedicado a infinidad de trabajos relacionados con la hostelería y el turismo y, tras jubilarse regreso a Barcelona, para subsistir, pese a una minusvalía del 84%, sin ningún tipo de propiedades o ahorros,  solo con una pensión no contributiva de menos de 400 € (Para que después digan del enchufe de los divisionarios).

Es tras su regreso a Barcelona que Fernando entra en contacto con la Hermandad de la División Azul, a la que no había pertenecido con anterioridad, y participa desde entonces de forma activa en la misma y, por mediación de ella en la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionario, de la que se honraba  pertenecer como veterano legionario de Rusia.

Estas hermandades eran su única familia, con ellas convivía y con ellas participaba en todo lo que se organizaban, formando asimismo en cuantas acciones hubiera, fueran quien fuera el organizador, en la defensa de la Españolidad de Cataluña. Allí estaba él, con su muleta, siempre el primero, siempre dando la cara, sin temor a las amenazas que recibió en las redes por ello.

Se nos ha muerto pues, no un amigo, sino un padre, un hermano. Hoy Fernando deambula otros campos y, en ellos se ha reencontrado con tantos y tantos camaradas que cierran filas en la División Azul celestial. Desde el cielo nos guía.

Fernando Quintillá Manresa. ¡PRESENTE!

Fernando Oriente Coromina



Categorías:Opinión

2 respuestas

  1. Lo recuerdo en la manifestación frente a la ANC. Siempre estuvo en primera linea PRESENTE

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