
Publicado en Vozpopuli
Un día, allá cuando había crisis de régimen, una más, y la Monarquía se quitaba para que cupiera la República, el gran Josep Pla se encontró con Joan Estelrich, diputado catalanista que defendía la “nación de naciones”. El político llegaba atolondrado al Madrid del Himno de Riego. No era para menos. La campaña electoral en el Ampurdán le había obsequiado con un “apedreamiento democrático”; esto es, unos jóvenes nacionalistas le habían tirado piedras en un mitin.
La torpeza del gobierno del PP ha sido triste, como el suspiro final de un proyecto político que no sabría resucitar ni el científico de Mary Shelley. La fuerza de un partido de gobierno se mide por su capacidad para generar una ilusión calculada, tranquila, que consiga la atracción de las nuevas élites profesionales, la adhesión de la población activa, y que cree redes de interés, no clientelares, en los ámbitos vanguardistas de la sociedad. Ha de ser capaz, como escribió Pareto, de establecer una circulación de dirigentes no forzada por los fracasos, sino por la costumbre y la valía de los nuevos. Esto da vida a un partido.
Sin embargo, el PP se ha dejado morir. Languidece. No infunde temor ni amor, sino que se ha convertido en objeto de befa política incluso para Ciudadanos, su socio de gobierno. La respuesta del gobierno al golpe de Estado en Cataluña mostró su debilidad: en la búsqueda del consenso con el PSOE y Ciudadanos cedió a su pretensión partidista de hacer un 155 corto y ligero, solo para convocar elecciones. La cuestión catalana ha mostrado que el PP está en la UVI a la espera de una transfusión que quizá venga de Galicia.
Ciudadanos, embriagado de marketing electoral, cae en cálculos de la vieja política, aquella que mercadeaba con puestos y números, que muñía acuerdos en función de los intereses del partido»
Ciudadanos se está convirtiendo en el Rafael El Gallo de la política, aquel torero que combinaba genialidades con gloriosas espantadas. Claro que, preguntado por sus “espantás”, el matador respondía con un derroche de realismo: “Las espantadas es no poder con un toro”. Ahora, el partido de Rivera y Arrimadas prefiere excusar su negativa a una investidura diciendo que no le salen las cuentas, que una derrota parlamentaria deterioraría la imagen de doña Inés. Es una pena que no dijeran eso en la campaña electoral, cuando suplicaron a la gente que saliera de su armario político y les votara para detener el golpe de Estado supremacista y mostrar al mundo que Cataluña no es solo tractores y Puigdemont. No han comprendido el valor político y emocional que habría tenido la imagen y el discurso de Arrimadas en su candidatura a presidir el Govern.
Hoy, Ciudadanos, embriagado de marketing electoral, cae en cálculos de la vieja política, aquella que mercadeaba con puestos y números, que muñía acuerdos en función de los intereses del partido. Es demasiado pronto, creo, para que el patriotismo de partido haga sombra al prometido regeneracionismo, al espíritu del Ortega de 1914 que clamaba por una renovación completa, a la soledad sonora de la mayoría silenciada.
Los de Rivera y los de Sánchez forzaron al gobierno de Rajoy, débil y dependiente, consciente de sus flaquezas, a que adelantara las elecciones en Cataluña. Ni siquiera en enero de 2018, como se le escapó a Margarita Robles, sino un mes antes. Las encuestas electorales, esas que les invitan ahora a descorchar vinos achampanados, aconsejaban precipitar los comicios para conseguir el voto útil, absorber al PP y fortalecer su posición dentro de sus propios partidos.
Ahora, tras los comicios y la elección de la presidencia del Parlamento, el mundo entero cree que quienes han ganado el 21-D son los independentistas, los mismos que dieron el golpe de septiembre y difundieron imágenes del 1-O. La nueva Mesa, dirigida por el republicano Roger Torrent, ya está preparando la elección de Puigdemont sin detenerse en reglamentos ni normas, y menos en las indicaciones de los letrados. El discurso del presidente del Parlamento no ha dejado lugar a dudas: más procés.
Empiezo a creer al escritor Eugenio d’Ors, nacido en Tabarnia, cuando decía a Pla que el filósofo debe hacer profecías. “¿Cuáles?”, preguntó el otro. “Si la República es orteguiana, si la República es catalana –contestó el barcelonés-, se hundirá fatalmente”. Eso sí, con la ayuda inestimable “de los camelos Madrid”. Un calco.
Categorías:POLÍTICA
Me ha llamado la atención la falta de generosidad del nuevo Parlament, siempre hubiera creído que los de ERC cederían a los «CUC’s» suficientes parlamentarios para que tuvieran grupo propio (les reporta mas visibilidad, les refuerza en los argumentos y les garantiza mejor financiación.
Por otro lado la misma falta de generosidad denuncio en C’s que quiere que se le apoye como primer partido de la oposición pero no ha facilitado que PP tenga grupo propio (hay muchos ciudadanos que votaron siempre a PP y no lo han hecho el 21D por hacer un voto «útil» pero este voto solo es prestado.
Que los malos se maten me parece bien, que de los 3 partidos constitucionalistas solo sean 2 (PSC no se sabe a que carta juega) pero que haya esta falta de solidaridad, no lo entiendo. Si la cosa empieza con aritméticas antes incluso de tocar pelo, vamos muy mal.
VIVA LA MALTRATADA TABARNIA !!!
VIVA ESPAÑA !!!!
VIVAN LOS DOLÇOS !!!!
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que quiten la autonomia de una puta vez o que pongan en marcha Tabarnia
pero quitennos la peste separrata delincuente golpista ya.
O tendremos que eliminarla nosotros
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Con qué medios estudiante?
apórtalos si tan claro lo tienes
Yo voto porque el nuevo Presi sea Boadella
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Reblogueó esto en El Heraldo Montañés.
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Para Juan Montañes, Juan nunca he podido abrir tus enlaces con El Heraldo no se si hay otra dirección.
VIVA TABARNIA !!!!
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