El 24 de julio de 1936, La Vanguardia daba cuenta del asesinato de catalanes a manos de los sicarios de la Generalitat, cuyos cadáveres aparecían en las cunetas de la carretera de la Rabassada. Así mismo, la CNT tuvo que emitir una circular para clausurar los establecimientos con bebidas alcohólicas, dado que sus militantes eran propensos al alcoholismo extremo, al pillaje, las violaciones y los crímenes más atroces. Los milicianos de la CNT-FAI junto a militantes de ERC, UGT, POUM y el PSUC fueron los que sembraron el terror y el caos durante el mandato de Companys y la Generalitat Republicana.
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Otro de los hechos habituales de éstos «luchadores por la libertad», era incautar todo tipo de vehículos para su partido, conducirlos sin permisos ni preparación para ello, conducir demasiado rápido y provocar innumerables accidentes. Muchas veces el motivo era el exceso de alcohol y tenían por costumbre también abandonar los coches siniestrados allí mismo, con lo que estaban todas las ciudades llenas de coches abandonados.
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