Francesc Camprodon i Lafont, nació en Vich, el 4 de Marzo de 1816. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Cervera, en los últimos años de existencia de esta Universidad. Fue discípulo de Jaume Balmes, quien parece ser que ayudó a redactar sus primeras obras.

Al cerrar de Universidad de Cervera se trasladó a Alcalá de Henares, donde se licencio en 1838. Su actitud  liberal le valió el destierro a Cádiz. El Duque de Montpensier, que entabló con él una relación amistosa, le animó a cultivar su inclinación a las letras, y publicó en 1854 en Barcelona, un volumen de poesías, titulado Emociones, que tuvo buena acogida.

Entre tanto, se había establecido en Madrid, donde como políticos llegó a ser diputado en el Congreso. Frecuentaba los medios literarios. Había escrito alguna obra teatral, y en 1851 el dramaturgo Tomás Rodríguez Rubí le animó a estrenar la obra titulada, Flor de un día , que obtuvo una gran acogida, que se publicó y alcanzó enorme difusión, a pesar de tratarse de un drama de exagerados efectos románticos y carente de gusto literario.

El éxito de Flor de un día, impulsó a Camprodón a escribir una segunda parte, Espinas de una flor, de menor fortuna pero también muy popular. Todo ello decidió a Camprodón a abandonar  sus aspiraciones en la política, en la que no había cosechado mas que disgustos, para dedicarse con mayor intensidad al teatro.

Cultivó  especialmente el género de libretos de zarzuela y consiguió éxitos con El Dominó azul (1853), con música de Arrieta, Los Diamantes de la corona (1854), con música de Barbieri y Marina (1855), con música de Arrieta, la obra salida de su pluma más veces representada, aunque en la versión operística fue retocada y ampliada por Miguel Ramos Carrión, sin que perdiera nada de su aroma original, en cierto modo relacionado con la tradición marinera de Cataluña del siglo XIX.

Después de Marina, Camprodón siguió escribiendo todavía libros para zarzuela, como El Dictador (1856, con música de Barbieri) y Una vieja (1860, con música de Gaztambide). En años posteriores orientó su mediana inspiración hacia el teatro catalán, escribiendo La teta gallinaire (1865), de amplia difusión y la zarzuelaGalatea (1868), hoy totalmente olvidada.

Al advenir la Renaixença, escribió en catalán piezas de teatro costumbrista, como La tornada d’en Titó y La teta gallinaire. Tras el triunfo de La Gloriosa o Revolución de 1868 aceptó un puesto en la Administración de Hacienda de Cuba y viajó allí; publicó algunos artículos en el periódico en catalán La Gresca y murió en La Habana el 15 de agosto de 1870.

Con motivo de la Guerra de África publicó en quintillas una Carta a don Juan Prim, héroe de Los Castillejos, que se hizo muy popular, así como diversos poemas patrióticos escritos en catalán dedicados a los voluntarios catalanes en Cuba.

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