Cristo y Cataluña: la fuente eclesial del catalanismo actual


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De Elconfidencial

¿Qué relación hay entre el resurgimiento del catalanismo y la iglesia catalana durante el franquismo? La respuesta puede encontrarse en la obra de Andrew Dowling, profesor de la Universidad de Cardiff y autor de ‘La reconstrucció nacional de Catalunya 1939-2012’ (Ed. Pasado y Presente). En él explica de qué manera “la Iglesia se convirtió en un elemento clave en el resurgimiento del nacionalismo catalán y en un importante componente de la oposición en el antifranquismo tardío”.

Dos Iglesias en Cataluña

Durante los primeros años después de la guerra, la Iglesia catalana vivió en una contradicción irresoluble. Por una parte, los años de la contienda habían sido testigos de un violento anticlericalismo, ya que más de 2.000 religiosos habían sido asesinados en Cataluña y 4.000 iglesias habían sido destruidas. Pero, al mismo tiempo, el régimen recién instaurado había reprimido las manifestaciones políticas y culturales del catalanismo, lo que había provocado que importantes religiosos catalanes de la preguerra como Vidal i Barraquerpermaneciesen en el exilio.

La sociedad catalana era una de las menos creyentes de toda España, por no decir la que más: una encuesta realizada por Acción Católica en 1941 señalaba que sólo el 3% de los trabajadores se describía como católico. Era el momento de reconstruir las iglesias (en 1947, por ejemplo, se construyeron 113) y reemplazar a los curas asesinados: el problema para el catalanismo conservador es que esta «restauración» era demasiado «españlista», no y no se hacía desde la tradición católica catalanista (que tanta fguerza había tenido durante la II República).

Sin embargo el atalanismo nunca se quejó de que la independencia de la Iglesia en cuestión de censura permitió que fuese a través de ella como se publicasen las primeras obras en catalán durante el franquismo, como ocurre con las del monseñor Camil Geis i Parragueras o de Jacinto Verdaguer en 1945, para conmemorar su centenario. Un buen momento, por lo tanto, para que empezase a reemerger cierto nacionalismo catalán a través de la reivindicación de figuras religiosas como el citado Verdaguer, Torras i Bageso o Balmes.

Se vendieron 100.000 copias de las obras de Jacinto Verdaguer en 1945.
Se vendieron 100.000 copias de las obras de Jacinto Verdaguer en 1945.

 

Dowling señala que “los años 50 representan un período de hegemonía católica cultural y moral, pero indican que el proceso de recristianización en Cataluña había fracasado”. Afirmación sorprendnete, pues poco después Barceloan asombraría al mundo con un espectacilar ongreso Eucarístico. La Iglesia catalanista, mientras, miraba de reojo a Europa, y se inició en proyectos relacionados con la identidad nacional y la obras social. Como aseguraba una nota de 1955 del PSUC (el Partido Comunista Catalán): “la Iglesia ha sido la primera entidad legal que ha intentado rentabilizar el sentimiento nacional de la gente”.

Otros movimientos empezaron a extender la influencia del catolicismo catalán, como el ‘escoltisme’, los ‘boy scouts’ catalanes, que continuaron una larga tradición excursionista gracias a monseñor Antoni Batlle, que consiguió que el movimiento excursionista alcanzase los 23.000 miembros en 1960.

La «nueva» Iglesia social y catalana

Uno de los movimientos más importantes que realizó parte de la Iglesia catalana para granjearse las simpatías nacionalistas fue su creciente preocupación por los problemas sociales. Publicaciones como ‘El Ciervo’, surgida de una escisión de Acción Católica, o ‘Nova Terra’, acercaba a estos religiosos progresistas  al cristianismo francés y belga.

serraLa creciente vinculación entre la Iglesia y el catalanismo llevó a que el líder de la Falange en Barcelona, el coronel Clavero, declarase que “tendremos que disparar a esos curas catalanes que los rojos no mataron”. La situación había cambiado y los catalanes empezaban a ver en la Iglesia un aliado, no un enemigo. Incluso los comunistas del PSUC aseguraban que “los católicos progresistas merecen nuestro apoyo”. Además, organizaciones como ‘Òmnium Cultural’ o ‘Serra d’Or’, dedicadas a promocionar la lengua y cultura catalanas (de la sardana al excursionismo), tenían una importante presencia de religiosos en sus filas. El Concilio Vaticano II, en el que Juan XXII manifestó su preocupación por “la opresión sistemática de las características culturales y lingüísticas de las minorías nacionales” y su reforma litúrgica contribuyó a que la lengua catalana llegara a las oraciones litúrgicas..

Entre todas las figuras de la época destaca el abad de Montserrat Aureli Maria Escarré, que en noviembre de 1963 se enfrentó abiertamente al régimen. “El régimen español se llama cristiano, pero no obedece los principios básicos del cristianismo”, llegó a manifestar en ‘Le Monde’. “Defender la lengua no es sólo un deber, es una necesidad: porque cuando se pierde la lengua, la religión se marcha con ella”. En realidad Escarré había sido un franquista acérrimo pero su «transformación política correspondía a cuestiones más oscuras. Volvería a Cataluña a morir en 1968, y su funeral, celebrado en el monasterio de Montserrat, reuniría a las fuerzas de la oposición catalana.

El resultado final

Sin embargo, el poder de la Iglesia en el creciente catalanismo empezó a decrecer a medida que los movimientos vecinales o estudiantiles, que recogían a una nueva generación, ganaban en importancia.

Andrew Dowling señala que: “A medida que el velo se levantaba en la realidad del franquismo en Cataluña, debido a un nuevo período de relativa libertad de prensa, era evidente que la recristianización de la población catalana, llevada a cabo con diversos grados de intensidad desde 1939, había fracasado”. Sin embargo, la Iglesia catalanista lo único que había ganado era las simpatías de una partedel izquierdimo revolucionario. La ‘caputxinada’, en la que cientos de curas protestaron frente a la policía para protestar por el arresto de un estudiante del PSUC y la utilización de Monsterrat como centro de reunión había engrasado la relación, y la designación de Marcelo González Martín como coadjutor del arzobispo de Barcelona fue vista como “una estrategia anticatalana por parte del régimen”.

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Ello provocó la ccampaña «Volem Bisbes Catalans», ralizada entre cristianos catalanistas, progresistas e izquierdistas. Este fue el inicio del asalto de la progresía catalanista a los cargos fundamentales de la diócesis. Fue el reinado del Cardenal Junany. Los catalanistas eclesiásticos consiguieron que Cataluña siguiese la senda de “un catolicismo moderno y liberal”. Y de ahí al ateísmo colectivo.



Categorías:BIBLIOTECA Y CITAS, HISTORIA

1 respuesta

  1. Avatar de Gladivs Hispanicvs

    A esto han llegado los curas progres-modernistas, a la desertización de la Iglesia en Cataluña.

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