Rafael María Molina
Josep Bertran i Musitu (1875-1957) fue un destacado político catalanista y aliado de Francisco Cambó, opositor a la izquierda revolucionaria en el siglo XX. Inició su carrera como liberal y se unió a la Lliga, donde fue diputado y apoyó el catalanismo, aunque con un enfoque menos nacionalista. Durante la Guerra Civil, se convirtió en jefe del SIFNE, el servicio de espionaje del régimen de Franco, contribuyendo a difundir los horrores del bando republicano. Murió en 1957, tras servir en diversas instituciones económicas.

Josep o José (según las épocas) Bertran i Musitu (1875-1957) fue uno de los más importantes políticos catalanistas de principios del siglo XX. Hombre muy rico y mano derecha de Francisco Cambó (también millonario), el líder de la Lliga, la principal fuerza catalanista de la época, fue Bertran y Musitu un enemigo acérrimo de la izquierda revolucionaria, lo que le llevaría a aproximarse cada vez más a los ámbitos militares y de seguridad. Fue brevemente ministro de Gracia y Justicia en 1922.
Acabó siendo durante la Guerra Civil el jefe superior del SIFNE (Servicio de Información del Noreste de España), el más importante servicio de espionaje exterior de la España nacional y un hombre de la máxima confianza de Franco.
Su biografía, que bien podría dar para una serie de televisión, puede parecer realmente paradójica, pero es tremendamente representativa y simbólica de la trayectoria de toda una poderosa clase social; la burguesía catalana de finales del siglo XIX y toda la primera mitad del siglo XX, que pasó del españolismo político al nacionalismo catalán, y finalmente regresó al españolismo.
Miembros de una de las grandes familias de la burguesía catalana, hijo del jurisconsulto e historiador Felipe Beltrán y Amat y de la dama aragonesa Elisa Musitu, nació en 1875. Inicialmente mostró simpatías políticas por el carlismo, en aquella Cataluña de finales del XIX, todavía ampliamente españolista, que se emocionaba patrióticamente con la guerra de Cuba y donde el catalanismo político era aún minoritario.

Pero consumado el Desastre y coincidiendo con su licenciatura en Derecho, Josep Bertran y Musitu, convertido al liberalismo, empezó a relacionarse con medios catalanistas a partir de 1898. Militó en el Centre Escolar Catalanista y en los grupos de presión económicos de apoyo al general Polavieja, (quien prometía toda una serie de medidas de respaldo y privilegio para la burguesía catalana) que fueron un apoyo fundamental para el despegue del catalanismo conservador, a partir de 1899 y que darían origen, tras su fusión con otros grupos, a la Lliga Regionalista (nacionalista en realidad) a partir de 1901. Fue elegido Bertran y Musitu diputado en Madrid por la coalición catalanista Solidaridad Catalana en 1907 y desde entonces sería reelegido miembro del Congreso de los Diputados por la Lliga ininterrumpidamente hasta 1923.
Con su aire de aristócrata inglés y dueño de un hermoso palacio en el barrio del Putxet de Barcelona, se casó con una hija del conde de Güell, pasando a ser por derecho Bertran y Musitu uno de los miembros más importantes de la burguesía catalana. Se ha dicho de él por algunos, que siempre fue del sector menos nacionalista de la Lliga, pero lo cierto es que Bertran y Musitu participó activamente en todas las campañas políticas catalanistas de la Lliga como la del «Estatut integral» para Cataluña, en 1919, que pretendía crear un estado casi independiente y que causó una enorme tensión política en Cataluña y en el conjunto de España, aunque finalmente fuera un fracaso.
Alfonso Sala, líder de la Unión Monárquica Nacional (UMN) representante del sector de la burguesía catalana opuesto a la Lliga y al catalanismo mantuvo fuertes enfrentamientos en el Congreso con Cambó y con Bertran y Musitu, a quienes acusaba de ser independentistas en realidad y de difundir el odio a España y a la lengua castellana en Cataluña. En 1920 se hizo famosa la frase que pronunciase Bertran y Musitu durante un acto electoral en Vilanova y Geltrú: «Catalanes, hay que elegir entre la bandera de Cataluña y la de España».
Sin embargo el debate catalanista se vio superado en aquella Barcelona por el tremendo conflicto social que dio origen a un brote muy grave de violencia terrorista que causó cientos de asesinatos. Ello provocó un acercamiento de la Lliga a los ámbitos militares postergando su ideario nacionalista, pasando a colaborar con los Gobiernos españoles. Fruto de esa política Bertran y Musitu se convirtió en 1922 en ministro de Gracia y Justicia en el Gobierno conservador de Sánchez Guerra. Pero apenas duró un mes como ministro, entre marzo y abril de ese año, pues la Lliga abandonó el Gobierno, precisamente como protesta contra la supuesta falta de contundencia del Gobierno en la lucha contra el terrorismo en Barcelona.
Bertran y Musitu se convertiría en jefe del Somatén, la milicia ciudadana burguesa de la época, aunque su importancia en la lucha contra el terrorismo revolucionario fuera más bien simbólica. Bertran y Musitu mostró su apoyo al enérgico gobernador civil de Barcelona, general Martínez Anido, quien luchó contra el terrorismo con métodos implacables, aunque finalmente la Lliga se distanciase de él.
Toda esta situación llevó a la Lliga a apoyar e incluso ayudar a organizar el golpe de Estado del Capitan General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, en septiembre de 1923. La Lliga y Bertran y Musitu permanecieron sin actividad política esos años. A partir de 1931 se acelero la polarización con la llegada de la II República y la situación social y política de España siguió empeorando.
En 1936 la burguesía catalana representada por la Lliga de Cambó, se adhirió al Alzamiento, ante la instauración del régimen de terror revolucionario y colectivista del Frente Popular. El papel de los miembros de la Lliga al servicio de Franco fue muy importante. Bertran y Musitu, considerado el mayor experto «lligaire» en cuestiones de seguridad, fue nombrado por el general Franco, jefe del SIFNE, el servicio de inteligencia militar más importante del régimen nacional, cuyas actividades de espionaje, propaganda y agitación se llevaban a cabo principalmente en Francia. Su sede principal estaba en la ciudad vasco francesa de San Juan de Luz. Bertran y Musitu sería su jefe hasta 1938.

El SIFNE tuvo un papel fundamental para difundir en Europa los horrores de la persecución antirreligiosa en la España republicana y movilizar la opinión católica especialmente en Francia en favor del bando nacional español, lo que ayudó mucho a limitar la ayuda militar a la República por parte de las democracias británica y francesa. Aunque hoy se intente ocultar importantes figuras de la cultura catalana como Josep Pla, Salvador Dalí o el historiador Raimon d Abadal, entre muchos otros, colaboraron con el SIFNE.
Desde el punto de vista operativo táctico el SIFNE consiguió algunos logros importantes. Quizás su mayor éxito fue el secuestro por agentes españoles de un gran barco mercante cargado de armas en el puerto francés de Burdeos que estaba destinado al Gobierno republicano español y que fue conducido hacia la España nacional. Agentes del SIFNE llegaron a colocar numerosas bombas en instalaciones de industrias militares francesas que vendían armas al Gobierno de la República. Bombas que causaron incluso algunos muertos.
Terminada la guerra Bertran y Musitu volvió a Barcelona. Ocuparía cargos en algunas instituciones económicas. Un hijo suyo, Josep, murió luchando en el bando nacional. En 1940 publicó el libro «Experiencias de los Servicios de Información del Nordeste de España (SIFNE) durante la guerra». Su hijo Felipe escribió a su vez el libro «Preparación y desarrollo del Alzamiento Nacional «, publicado en Valladolid en 1939. Murió en 1957.

El apoyo prestado por la burguesía catalana a Franco durante la Guerra fue muy importante tanto a nivel económico, como político y operativo. Probablemente eso explique los favores que más tarde prodigaría el régimen de Franco a esa clase social y que vistos en perspectiva son a veces difíciles de comprender (política proteccionista durante los primeros 20 años del Régimen favorable a la industria catalana, instalación de la SEAT, autopistas, …y un largo etcétera. Probablemente Franco pensase (algo ingenuamente visto desde nuestros días) que la burguesía catalana había aprendido con la Guerra Civil de sus pasados errores, de cara al futuro y no volvería a dar apoyo a posturas separatistas. En cualquier caso queda claro que la auténtica historia de Cataluña nada tiene que ver con los cuentos que nos cuentan ahora los cantautores subvencionados de la «memoria democrática» oficial.
Categorías:HISTORIA, INCREÍBLE PERO CIERTO, TRIBUNA
Excelente articulo, Rafa.a
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La alta burguesía no aplica el «Todo por la, Patria» sino el «Todo por el negocio». Detrás de su apoyo a estadistas patriotas como Primo de Rivera y Franco estaban alo que estaban y ahí siguen y seguirán…
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