
Mi abuelo Javier Ybarra es el gran olvidado en la sangrienta historia de ETA.
No sé si es porque fue alcalde de Bilbao con Franco, pero si sé que hasta los periódicos del Grupo Correo —del que fue presidente—, siguen hablando más de la terrorista Yoyes como gran martir de ETA que de mi abuelo.
Fue un gran historiador sobre su tierra vizcaína. Escribió uno de los mejores libros en primera persona sobre la guerra civil: Mi diario de la guerra de España, 1936-1939.
Llevo a cabo además una gran labor social en Amurrio, donde chavales que no tenían la posibilidad de recibir una educación la recibían gratuitamente.
Era un hombre profundamente religioso, con una gran devoción por la Sagrada Familia de Jesús, José y María; como él decía: Tomad mí corazón y el alma mía.
Era el líder indiscutible de lo que los etarras llamaban la oligarquía de Neguri. Por ello ETA lo secuestró y asesinó.
Ayudó a muchos, pero la inmensa mayoría, cuando se les necesitó personal y económicamente, durante el secuestro, dijeron que no se podía dejar dinero a un muerto; aunque él todavía estaba vivo.
Esto me recuerda, salvando las distancias, al beso de la traición de Judas a nuestro señor Jesucristo.
ETA sabía que asesinando a mi abuelo mataban a un símbolo y además metían miedo para que se pagase lo que los terroristas llamaban el impuesto revolucionario, que no era más que una extorsió, bajo la amenaza de matar al extorsionado si no daba a los etarras el dinero que exigían.
Mi abuelo recibió muchas llamadas a su casa por parte de los terroristas, amenazandole, pero él, con su sangre fria de siempre, les llamaba majaderos y les colgaba.
Hasta que un día los terroristas cumplieron esas amenazas telefónicas. Vestidos de enfermeros tocaron el timbre de la casa de mi abuelo. Les abrió Marcelina, que era la ama se llaves de la casa. Al percatarse la buena de Marce de quienes eran, intentó con todas sus fuerzas volver a cerrar la puerta, con cero posibilidades de hacerlo ya que los terroristas empujaron con violencia y entraron en el domicilio.
Mi abuelo se encontraba en el baño, preparandose para ir a misa de ocho de la mañana. Asi que la pobre Marce tuvo que comunicar a mi abuelo que ETA había venido a buscarle.
Los terroristas ataron a los hijos que se encontraban en casa a las patas de sus camas, y se apresuraron en ir a por mi abuelo, al que bajaron a punta de metralleta a la zona de entrada de la casa para llevárselo.
Mi abuelo, antes de salir, comunicó a sus hijos que no tenía miedo porque si los terroristas lo asesinaban iría con su mujer, fallecida años antes, al cielo.
Así que se lo llevaron, montados en una furgoneta.
Esta fue la última vez que sus hijos lo vieron con vida.
Durante su secuestro le permitieron los terroristas enviar alguna carta, en la que decía a su familia que se encontraba muy unido a Dios, que se refugiaba en la oración, que perdonaba a los que le tenían secuestrado y que pedía perdón a quienes pudiera él haber ofendido.
Así pasó su mes de secuestro, durante el que a veces le dieron hierba para comer.
A mediados de Junio, ETA acabó con la vida de mi abuelo a punta de pistola. Lo dejaron en el alto de Barazar, al lado de un contenedor y envuelto en una bolsa de basura.
Esta es, en resumen, la herencia en valores y principios cristianos que Javier Ybarra deja a la humanidad.
Humildad, señorio, entrega a los demás, fe en la Sagrada Familia y el valor del perdón en la peores circunstancias.
Gracias, abuelo, por tu ejemplo. Para mí un símbolo de como se deben conducir las personas en esta vida.
Te quiero.
Besos al cielo.
Categorías:DOCUMENTS / PREMSA, HISTORIA, MEMORIA HISTÓRICA, TRIBUNA
Ecsntado de conocer a tu abuelo, un héroe. Siempre en el recuerdo, saludos.
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pues estos son los socios de Sánchez, la auténtica extrema derecha.
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Menuda Gentuza/Gentola.
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Y siguen amargando la vida a gente muy buena, muy fuertemente en pueblos cuanto más pequeños más, de Vascongadas, Navarra y Cataluña
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Parece que han ganado los malos…por ahora.
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¡Cuantos «amigos» de tu abuelo no hicieron nada por él, y cuantos «amigos» de tu abuelo pagaban a la Eta quizás gustosamente!
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