Pedro Sánchez, ese personaje de Julio Verne


Axel Seib

Me hago eco de la noticia sobre Pedro Sánchez y sus hábitos de viaje. Y es que parece ser que el presidente del gobierno ha recorrido un total de 808.000 kilómetros en Falcon de 2020 a 2024. Algunos dirán que la cifra es difícil de interpretar. Los «Pedrito fanboys» dirán algo así como que en avión se hacen muchos kilómetros y acaba pareciendo más de lo que es. Así que, les haré caso y lo mostraré de otra forma para que los datos sean más comprensibles. Porque realmente 808.000 kilómetros en 4 años, quizás sea poco. Vayamos al grano.

808.000 km equivalen a unas 20 vueltas a la Tierra. Pedro Sánchez ha dado una media de 5 vueltas alrededor del globo cada año. Y eso teniendo en cuenta que de 2020 a 2024, el resto de los mortales ha tenido severas restricciones de movimiento por la pandemia. Así que, supongo, Pedro ha podido dar 8 vueltas al mundo durante 2023 y 2024 para compensar el bajón de viajes durante la pandemia.

Pero hay un detalle que nos muestra un rasgo secreto de Pedro Sánchez. Porque Sánchez oculta un oscuro secreto que lleva años ocultando, pero las cifras revelan la verdad. Muchos lo tratan de ególatra, narcisista o que se cree poco menos que Napoleón. Error. Nada de eso. Pedro Sánchez, da una vuelta al mundo cada 73 días. Sánchez Castejón no es un mequetrefe que se cree Napoleón, es Phileas Fogg. Y eso explicaría muchas cosas.

Primero, ese ritmo incansable de viajar. Habrá hecho alguna apuesta.

Segundo, esa necesidad de salvar aerolíneas ruinosas y subvencionar el transporte público para la plebe. Pedro sabe que no tenemos capacidad ni clase para viajar en Falcon. Así que nos pone fácil que nuestra odisea particular sea ir en un cercanías abarrotado, sucio y disfuncional que nos acerca más al típico tren de las imágenes de la India. Algo así como «la vuelta a casa en 80 incidencias».

Tercero, es el motivo real por el que no le vemos el pelo jamás. No es porque tenga miedo del pueblo y de que le muestren «cariño». Es porque no tiene tiempo libre y apenas piso el suelo. Entre las vueltas al mundo, los recesos para pensarse lo mucho que quiere a su esposa y esperar sentado a que poblaciones anegadas le pidan ayuda, se queda sin tiempo para dar la cara.

Y cuarto. Por fin entiendo por qué Albares siempre me ha recordado a Rigodón de «Willy Fogg».



Categorías:BREVIARIO, CULTURA, OPINIÓN

2 respuestas

  1. Si este señor utiliza el avión de todos para asuntos privados, debe pagar los gastos de su bolsillo, no del mío.

    Democracia no es Gorróncracia.

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  2. Pedro el Trolas se cree un ser superior a los demás. Ojala que esta pesadilla de tío se acabe pronto.

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