Iván González tiene razón


Axel Seib

Iván González tiene razón, ser español es un constructo social. Ser español no es algo que haya brotado de la tierra como una lechuga o de debajo las piedras, como los imbéciles. Es más, ser español no es tener un trozo de plástico impreso en dependencias policiales. Tampoco es ponerse unas bragas e ir al registro a decir que te llamas Samantha. Es bastante más. Y mucho más serio. Es realmente un constructo social. Una larga, laboriosa y penosa construcción nacional que llevó siglos contra toda clase de enemigos que preferían que no existiéramos. Un proceso social, histórico y cultural que supuso el sacrificio de nuestros mejores. Un largo camino de construcción y de forja de un carácter nacional llevado a cabo por españoles que no deberían ser considerados menos que héroes y santos. Un constructo social que ha permitido la aparición en su seno de desagradecidos  y mamarrachos que se dedican obsesivamente a mostrar disforias y desvaríos porque es la única forma que tienen de pagar las facturas del traje de lagarterana.

También tiene razón en que es una categoría paraguas. Porque bajo la protección del Estado que ha tomado el nombre de nuestro pueblo, se cubre y protege a quiénes quieren destruirnos. Lo sabe por experiencia.

Por otro lado, ser español no proyecta odio a nadie. Lo que sucede es que hay quiénes escupen al cielo y esperan confeti. Y no, mozo, si te dedicas a ofender a gente con la brújula moral en funcionamiento, cuando te ciscas en ellos, el lapo regresa a casa.

Y, si, nos sabemos revolucionarios. No es una creencia, es una evidencia. Queremos volver a articular nuestra nación. Iván se debe creer que revolución proviene de algún eslogan queer, al estilo «la auténtica revolución, un picardías en el salón».  Pero no. Debería mirarse un diccionario etimológico. Bueno, y lo suyo.

Pero hablamos de un señor que puede afirmar que es normal estar triste en Navidad ante medios masivos. Y en su caso, es lógico. La soledad, la destrucción de la personalidad y de cualquier lazo social sano, además de perder cualquier referencia cultural y moral, hacen pupita. De ahí que haya que salir en un panfleto a buscar «normalizar» ese sentimiento. Pero no es un sentimiento normal. A lo sumo es un sentimiento lógico si eres una versión lamentable de un Grinch salido de una charla de afroféminas. Pero ni normal, ni sano. Pero Iván busca el clásico «mal de muchos, consuelo de tontos». Y si éstas Navidades puede llorar sabiendo que hay otros llorando, la falda le entra mejor.

Pero sin acritud, Iván. Todos los españoles te deseamos feliz Navidad.

PD: No te miran como en un patio de colegio. Te vemos como a través de los ventanucos de las habitaciones de un manicomio.



Categorías:BREVIARIO, CULTURA, OPINIÓN

1 respuesta

  1. Monísima, qué pedazo de belleza. Me refiero a la de la foto. Ya me entienden.

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