Ada Colau está que se sale. Va lanzada para estrellarse en las elecciones municipales. Ha defendido las supermanzanas (superilles) no sólo como una medida para luchar contra el cambio climático y la contaminación, sino también para hacer «una ciudad más feminista». 

El mesianismo de Colau quiere salvar al planeta «fotent» a los barceloneses y quiere reivindicar a la mujer, ahora que nos dicen que el sexo no existe, sólo el género. Pero se olvida de cosas mundanales.

Por ejemplo, un juzgado ha admitido a trámite una querella contra ella y su teniente de alcaldía de Urbanismo, Janet Sanz, por un delito urbanístico y de malversación por las ‘superilles’. En un «Esta mirada feminista del urbanismo puede contribuir a que se generen espacios donde los vecinos se puedan conocer, jugar, plantearse preguntas…».

De momento los vecinos ya se quejan de las mesas y sillas que se han instalado en las supermanzanas, porque lo único que atraen son botellones nocturnos y ruidos.

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