
Jerónimo Pujades escribió en 1609 su famosa Corònica [sic] universal del Principat de Catalunya. Esta crónica empezó a escribirse en catalán y misteriosamente fue acabada en castellano. Ello no obstó para que fuera recuperada, tras muchas peripecias, en 1829. El rescate de debió a los primeros historiadores románticos catalanes como Próspero de Bofarull, que tanto influirían en la configuración del catalanismo. De hecho, Pujades se convirtió en un referente entre el clero catalanista de finales del XIX (e incluso en el XX), por el tono épico y providencialista de su obra. Nada más arrancar el prólogo, hace referencia a la queja del pueblo de Israel -a Isaías en concreto- por no tener a nadie para que escribiera la historia de los hebreos desde sus orígenes y así comprender mejor su destino. Era evidente, como en otros muchos casos de historiadores y cronistas antiguos de muchos lugares, que se quería establecer una relación entre el pueblo escogido y Cataluña.
Pujades, evidentemente sin ser catalanista (pues en su época nadie sabía qué significaba esa aún inexistente palabra), inicia su Corónica retrotrayéndose a la creación del mundo, la caída de los primeros padres, el fratricidio de Caín y el Diluvio (ahí es nada). Hoy nos sorprende este modo de relatar la historia, pero era lo mas lógico para los cronistas de esas épocas, pues la humanidad tenía un “origen” sin el cual no se podría explicar ningún acontecimiento presente. Así pues, si Pujades deseaba registrar la historia de Cataluña, debía de explicar de dónde procedía el pueblo catalán; y la fuente más autorizada de la época era, evidentemente, la Biblia.
El texto Sagrado nos dice claramente que, tras el diluvio universal, Noé y sus hijos descendieron al Valle de Senar, desde donde comenzaron a repoblar el mundo (en la tradición Armenia, ese pueblo desciende directamente de Noé. De hecho el monte Aralar que la Biblia señala el lugar donde reposó el arca al bajar las aguas, estaba sito en la antigua Armenia). Uno de los descendientes de Cam, el hijo maldecido por Noé, construyó Babilonia. Y desde ahí se dispersaron todos los descendientes del constructor del Arca. El mundo, según los antiguos, y el relato de Pujades insiste, estaba dividido en tres partes: Asia, África y Europa. Noé los repartió así: para Sem, Asia; para Cam, África; y para Jafet, Europa. Apoyándose en múltiples cronistas de diversas épocas, deduce nuestro autor que el quinto hijo de Jafet, Tubal, fue el primero en poblar España.
Tras unas “sesudas” disquisiciones y “confrontaciones” de fuentes, sobre cuál sería el lugar por donde Tubal entró en España, Pujades se “inclina” (naturalmente) por Cataluña. Quedaba así establecido el origen “mesiánico” y “escogido” del pueblo catalán
Tras unas “sesudas” disquisiciones y “confrontaciones” de fuentes, sobre cuál sería el lugar por donde Tubal entró en España, Pujades se “inclina” (naturalmente) por Cataluña. Quedaba así establecido el origen “mesiánico” y “escogido” del pueblo catalán. En el capítulo X del primer Libro de la Corónica, nuestro autor especifica que Tubal fue el fundador de Tarragona (aunque le entran dudas sobre si antes fundó Amposta). “Prueba de ello” sería que el símbolo de la Catedral de Tarragona es una “Tau”, la última letra del alefato hebreo, que correspondería tanto a Tubal, como a Tarragona. Para los amantes del esoterismo, se puede descubrir en una de las dos grandes campanas de la Catedral: “las armas de la Catedral (la Tau) y las del arzobispo Rocabertí, que mandó hacer la campana”.
Si a alguno no le convence esta historia de los orígenes de Cataluña, tenemos otra alternativa que despertó los delirios de algunos nacionalistas en su momento. Hace unos años, en las cercanías de Sabadell, se encontraron los restos de un antropoide (vamos, un mono nada evolucionado). La antigüedad constatable era de unos nueve millones de años. A parte de ser considerado un extraño eslabón perdido (perdido en Sabadell), se le concedieron tres dones:
1) un nombre técnico muy rimbombante, “Driopitecus Laietanus”; 2) el honor de ser considerado el “primer catalán”, aunque indudablemente el antropoide como mucho sabría gruñir y no superaría el nivel C de catalán, y 3) un apodo por parte de sus descubridores: “Jordi”. El “Driopitecus Jordi” estimuló discusiones “académicas” como la provocada por la entonces directora del Museo Histórico de Cataluña, Carmen Laura Gil, obsesionada con encontrar “el primer catalán”: nuestro Adán particular y diferencial. De ahí que reivindicara (para enfado de los científicos franceses) que los restos del “Hombre de Talteüll” (las migajas de un pobre desgraciado del paleolítico) eran catalanes y no franceses, pues habían sido hallados en el Rosellón (y claro, el Rosellón es catalán y no francés, como todo el mundo sabe, especialmente en Francia). Si al señor del paleolítico le hubieran comunicado hace miles de años que era catalán, se habría quedado anonadado.
Estas dos explicaciones del origen de los catalanes no distan tanto la una de la otra, pues las dos están al servicio de la idea -por otro lado fundamental e incluso científica- de que es necesario para encontrar un sentido al presente, lo acontecido en el pasado. Lo malo, lo dramático, es cuando la historia se retuerce sin escrúpulos para justificar un discurso ideológico dominante. No se ajusta el presente al pasado, sino el pasado al presente. El nacionalismo busca “continuidades” donde en realidad no las hay y nunca las hubo. Este es el mal del nacionalismo.
Javier Barraycoa
Extracto de Cataluña Hispana

Categorías:HISTÒRIA I RELATS, MITES NACIONALISTES / MITOLÓGICAS
Pues creyendo los catalanistas (clérigos) lo que cree este Pujadas, no me extraña que con estas fantasías sin sentido común nos hayan arrastrado a la solución final del proces.
Lo que no entiendo es que si ese cura cree que el origen de los catalanes es Tubal, entonces ¿cuál es el origen mítico de los euskaras?
Porque ellos también dicen que es Tubal.
Ahora bien, catalanes y euskaros no pueden ser los dos hijos de Tubal porque hablan distinto idioma.
¿Será que tienen el mismo padre pero diferentes madres, una hablando batua y la otra pompeufabrés?
¿Será que fueron a distintas escuelas, uno a una ikastola y otro a una catalanufa?
Eso lo podría explicar todo.
Aunque sigue sin explicarse el enigma de la tau de Tarragona.
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Los éuskeros lo tienen más fácil: son descendientes directos de Dios sin intermediar ni Adán ni la malvada Eva. Qué odio, por cierto, le tenía Sabino Arana a Eva y al resto de mujeres. Recordemos que Luis Arana hablaba directamente y a diario con el arcángel San Miguel. Y como el pobre Luís tenía serias limitaciones físicas, aparte de la otras evidentes, era Sabino el encargado de cumplir los encargos terrenales de San Miguel. No era otra su misión que la de devolver a «Bizkaia» (sic) su origen divino de Edén terrenal-terruñero, arrebatado por los malvados y endemoniados españoles que lo mismo bailan en las fiestas locales, que hasta disfrutan fornicando con mujeres (¡anatema! ¡anatema!).
Los orígenes catalanes son más inciertos y nada divinos, seguro que por ser mediterráneos, es decir, raza degenerada según los estrictos estudios antropológicos de Sabino Arana a falta de Viagra. Los abuelos de los catalanes son los laietanos, los cesetanos, los ausetanos, los lacetanos y los cerretanos. Pero, sin duda, los orígenes de los catalanistas son extraterrestres. Unos dicen que si marcianos, otros que si venusianos. La teoría más acertada es la de que son lunáticos. Y es que Amrstrong, Aldrin y Collins cuando llegaron allí, ya vieron seres feos, tontos, con propensión a destruir y a robar, cobardones, y con afición por hacer el ridículo.
Pero como la NASA la controlaba y controla Franco, pues es lógico que esta información se oculte a la humanidad entera.
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