La Ley Trans puesta en marcha es simplemente un crimen de Lesa Majestad. Podriamos hacer una enmienda a la totalidad, pero veamos alguna de sus barbaridades.

Uno de los aspectos más polémicos de esta ley es el daño irreparable que puede provocar a la salud de muchos niños. Ese riesgo aparece reflejado en el Artículo 19 de dicha ley (se puede leer el texto aquí). El punto 2 de dicho artículo afirma:

«Se prohíben todas aquellas prácticas de modificación genital en personas menores de 12 años, salvo en los casos en que las indicaciones médicas exijan lo contrario en aras de proteger la salud de la persona. En el caso de personas menores entre 12 y 16 años, solo se permitirán dichas prácticas a solicitud de la persona menor siempre que, por su edad y madurez, pueda consentir de manera informada a la realización de dichas prácticas».

Es decir, que un niño o una niña de 12 años van a poder pedir que modifiquen sus genitales en una edad en la que los casos de disforia de género «se resuelve en el 80-95% de los pacientes cuando completan la adolescencia, luego de pasar de forma natural la pubertad», según el Colegio Americano de Pediatras. Lo que la izquierda española pretende es que adolescentes se apresuren a destrozar sus genitales sin esperar siquiera a ser adultos para poder madurar una decisión tan grave. Es una colosal barbaridad.

Para intentar blanquear es disparate, la ley apela a que un niño de 12 años pueda consentir esa barbaridad si demuestra «madurez». ¿Madurez con 12 años? Parece una broma pesada, pero no lo es. Estamos hablando de la salud de niños que ni siquiera tienen edad legal para dar su consentimiento informado para cualquier otra operación quirúrgica, pero que según el gobierno sí que la tienen para pedir que les destrocen los genitales.

Estamos en manos de psicópatas.

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