¿Quiénes escoltaron a Carlos III de Barcelona a Madrid?


Carlos III toma posesión de la canonjía que le pertenece como conde de Barcelona en 1759, a su llegada a Cataluña

Antonio Ferrer del Río, en su «Historia del reinado de Carlos III en España«, nos ilustra en breves líneas cómo fue recibido en Cataluña Carlos III, el tercer hijo de Felipe V. Llegaba de Nápoles donde dejaba la corona para ocupar el trono de España. La recepción en Barcelona fue apoteósica (algún día dedicaremos algunos posts).

Antonio Ferrer relata así el viaje de Carlos III desde Barcelona a Madrid:

Barcelona, última ciudad española que en la guerra de sucesión depuso las armas contra los Borbones, fue ahora la primera en felicitar al nuevo Soberano de aquella estirpe que venía a ocupar el trono, y desembarcaba allí del navío Fénix, con toda su Real familia, el 17 de octubre después del más próspero viaje. Como capitán general de Cataluña, cupo en suerte rendir a sus pies la fidelidad, el amor y los votos de todos los habitantes de aquel principado al marqués de la Mina en un sentido cuanto breve discurso; y D. Carlos, que le conocía personalmente de Parma, de Bitonto y de Bari, le tomó del brazo para hacerle pública honra.

Antes de atravesar la corta distancia del puerto a palacio, ya se le había desvanecido en parte cierta inquietud que le perturbaba el alborozo; porque todos sus hijos eran nacidos fuera de España, y el espíritu de la ley establecida por Felipe V en 1713 podía originar interpretaciones por las cuales fueran pospuestos a los hermanos del Monarca en la sucesión de la corona; pero las aclamaciones unánimes de los catalanes, que victoreaban juntamente al Rey y al Príncipe de Asturias, parecían dichoso presagio de que en asunto de tanta monta no sobrevendrían dificultades.

Mientras permanecieron en Barcelona los viajeros augustos, no cesaron las fiestas ostentosas y los muy expansivos agasajos que todas las clases y todos los individuos les tributaron a porfía. Algunas veces hubieron de revestirse con todo el aparato de la Majestad, por exigirlo así determinadas ceremonias, fuera de las cuales usaron siempre el sencillo traje con que se les vio saltar en tierra: casaca de color de plomo, chupa y calzón de paño negro era el de D. Carlos, y el de su esposa una bata de lana como hábito de San Francisco. Por mostrar benévolo agradecimiento a los catalanes, perdonóles el Soberano a la despedida los atrasos de la contribución del catastro hasta fines de 1758, merced de que participaron asimismo los aragoneses.

Todo el viaje fue una especie de triunfo, y los pueblos hacían tales locuras de contento, que el Rey mismo no creía merecer tanto. Entre los muchos que se le acercaron por el camino para dirigirle súplicas o parabienes, no hubo quien no experimentara la benignidad de sus palabras, salvo el obispo de Lérida, que las oyó severísimas de su boca; porque, lejos de admitirle con rostro halagüeño un magnífico regalo de varias alhajas de diamantes, dijo en su presencia sin disimular el enojo: Los obispos no tienen qué dar, que es todo de los pobres; véndanse y dénse de limosna.

Un mes largo se detuvo en Zaragoza el Monarca por haber enfermado de sarampión el hijo mayor de los que traía consigo, y los demás, y también su esposa, de calenturas fluxionales. Al fin pudo proseguir el viaje a principios de diciembre, conservando agradable memoria del esmero con que le festejaron los zaragozanos; y sin más novedad que la de repetirse los regocijos de pueblo en pueblo, y la de haber pasado en Alcalá de Henares una mala noche, llegó a Madrid el domingo 9 del propio mes, entre cuatro y cinco de la tarde; y aunque estaba muy destemplada y caía copiosísima lluvia, se agolpó a su paso gran muchedumbre.

Mossos d´Escuadra, siglo XVIII

Lo que ya no se conoce tanto es que Mossos d´Escuadra fueron quienes les esperaron a su llegada de Nápoles y quienes le acompañaron hasta Madrid para tomar posesión como nuevo rey de España en 1759. Carlos III tuvo una especial simpatía hacia las escuadras catalanas. Por eso pidió a los hermanos Veciana (la saga que dirigió durante generaciones a los Mossos) que instruyeran nuevas fuerzas seguridad en toda España. Siguiendo el modelo de los Mossos se crearon las compañías de fusileros de guardabosques reales para Castilla, las compañías de fusileros de Aragón, la compañía de infantería fija de la costa de Granada, los escopeteros voluntarios de Andalucía y los Fussellers Minyons de Valencia.

llegada de Carlos III a Madrid


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