Asesinado en el castillo de Figueras con otros ocho sacerdotes y cuatro laicos

El sacerdote paúl Juan Puig Serrá había nacido en Sant Martí de Centelles (Barcelona) el 20 de julio de 1879 y tenía por tanto 57 años en el momento de su martirio en Figueras, donde se encontraba desde abril de 1932 y donde ayudaría incluso al preso con el que compartía celda, según la biografía de la beatificación:
En Figueras confesaba a mucha gente, especialmente los jueves en que había mercado. Incluso encerrado en el castillo de Figueras continuará haciendo apostolado. Le metieron en la celda un delincuente común, y los familiares que lo visitaban notaron sensiblemente el cambio de su mente, que hasta llegó a pedirles perdón por su mal ejemplo y las enseñanzas anticatólicas que les había inculcado.
El 19 de julio de 1936 toda su comunidad excepto él habían ido a Palma de Mallorca a celebrar el centenario de la casa. Se refugió en el Asilo Vilallonga que regían las Hijas de la Caridad como un acogido más para pasar desapercibido. Allí lo prendieron mediante el engaño de un miliciano que lo conocía, el 5 de agosto y lo condujeron al castillo de San Fernando convertido en penal. En la prisión todos sabían que morirían por la fe. Constantemente había bajas de sacerdotes o católicos que habían sacado para el martirio.

Al P. Puig lo mataron violenta y cruelmente el 13 de octubre de 1936, dentro de la cárcel, junto con otros 8 sacerdotes y 4 seglares destacados por su relación con la iglesia local. En los días anteriores a la masacre fueron trasladando a todos los demás presos a la cárcel de la ciudad, quedando ellos solos en el castillo con una segura sentencia de muerte. Los encerraron juntos en una celda oscura del sótano y, hacia el atardecer del día 13, fueron allí un grupo de milicianos marxistas, abrieron las puertas de la celda y comenzaron a disparar tiros contra ellos bárbaramente, divirtiéndose con el espectáculo, hasta que no quedó ninguno vivo.
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