Oscar Camps es dueño de la empresa pro Proactiva y Director de la ONG Open Arms, Para el público progresista es un héroe que se enfrenta al sistema rescatando refugiados. Para sus trabajadores es -literalmente- un «negrero». Su empresa se dedica a abastecer playas de varios puntos de socorristas. La empresa ya ha tenido varias denuncias por irregularidades laborales y explotación. Y tras Óscar Camps se esconde toda una trama.

En un. reportaje en Elespañol, se recogen varios testimonios. Uno es el de un peruano que acudió de su país ante una oferta de trabajo en la que se proporcionaba vivienda, pero: “Los socorristas que llegamos a España llegamos a vivir en pisos patera, compartiendo habitación incluso con hasta tres personas. No es gratis, nos descuentan entre 200 y 300 euros de lo que ganamos. Pero a mí nunca me han dado un recibo conforme estoy pagando un alquiler”. Este socorriste define a Oscar Camps como: “Un negrero y un explotador al que ahora la sociedad tiene como un dios, pero que a mí me estuvo pagando en negro, por ponerte un ejemplo”.

Las quejas son muchas: contratos basura, extrañas contrataciones en origen en países sudamericanos o africanos, salarios de entre tres y cuatro euros la hora, poca preparación y muchas horas de trabajo. Los convenios reguladores son casi inexistentes y los que hay no se respetan. Cualquier amago de levantar un sindicato ha acabado con despidos. 

La política de Óscar Camps se puede definir como hipercapitalistas, esquilmadora, y en constante explotación y expansión. Esto lleva a situaciones absurdas como en playas conflictivas como la de Sant Adriá del Besós, la vigila un iraní.  La contratación de personas de este tipo de nacionalidades se debe a que no protestan si se le paga menos y se le obliga a hacer más horas,. da igual que no sepan nadar o que les de miedo meterse en el agua.

 

El socorrista peruano sigue explicando: “Yo me hacía 310 horas al mes. ¿Tú sabes qué barbaridad es eso, carajo? 310 horas al mes en un puesto que es una silla metálica en alto con una sombrilla enganchada (…) De esas 310 horas, en nómina solamente me pagaban 1.000 euros. El resto, todo en negro”.

Los socorristas no suelen denunciar porque: “A menudo, el socorrista es una persona extranjera, que no tiene conocimiento judicial del país ni muchos recursos económicos. Lo que sí que tienen es miedo, porque a veces el contrato va ligado a la visa de trabajo. Si uno denuncia, al año siguiente no vas a tener posibilidades de que te vayan a contratar en España”.

Todo esto por obra y gracia del que se precia de traer sin papeles a Europa desde su ONG.

Categorías:Corrección política, globalización