Una de las decisiones legislativas más memorables del siglo XIX fue la prohibición general de 1814 efectuada por José Ramón de Gardoqui, Capitán General y Comandante general de la marina en Filipinas, el mismo que comandó el Navío Santa Ana en la batalla de Trafalgar, sobre la tenencia, comercio y uso del opio y que venía a endurecer legislación existente anterior.
La decisión de la sociedad española de rechazar la plantación y el comercio del opio y la política de su imposición comercial a China, por medio del contrabando y la guerra, contrasta con la política inglesa y holandesa. El comercio de opio en Asia fue un fenómeno ideado y fomentado, al margen de cualquier escrúpulo humanitario, por parte de las potencias coloniales del siglo XIX, especialmente Gran Bretaña y Holanda.
La incompatibilidad del rechazo moral español al comercio del opio es el invisible legado de una época muy dura de la historia de España. Hoy, algunas tesis revisionistas tratan incluso de maquillar los efectos del opio en la salud pública de China, donde más del 10% de la población se drogaba, generando al comercio británico 16 millones de pesos fuertes en 1837.
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Decididamente José Ramón de Gardoqui tiene que tener un monumento que recuerde su hazaña, que no debió de ser una decisión fácil debido a las fuertes presiones del Gobierno británico, de los sefarditas y de los comerciantes chinos de opio, que eran millonarios.
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Con 2 guerras, que duraron 7 años, Gran Bretaña, a parte de conseguir Hong Kong «a perpetuidad», hizo de China lo que antes había hecho del Imperio español con la masonería: convertirlo en una colonia mercantil británica.
Pero sin los gastos que acarrean las colonias (infraestructuras públicas, administración permanente, servicio de orden público y justicia, guarnición militar y obras de defensa, obligación de desarrollo económico e inversión, educación de la población…)
Todo basado en la libertad y el derecho de la oligarquía británica a dominar y empobrecer el resto del mundo en nombre de los ideales masónicos del progreso, la libertad y la civilización.
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Añadir que el comercio inglés de opio en China fue promovido por sefarditas súbditos de la corona británica.
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