«En la fiesta del Triunfo de la Santa Cruz, el 17 de julio de 1958, veinte monjes llegados de Silos emprendían el inicio de la vida de la nueva comunidad benedictina en el Valle de los Caídos». Así relata la web de la orden que dirige el conjunto monumental franquista su 60 aniversario. Los frailes lo han celebrado con dos decisiones: la primera, consagrar Cuelgamuros a la Virgen en un solemne acto que tuvo lugar este martes; la segunda, no aceptar como un acto arbitrario y revanchista  la exhumación de los restos del General Franco.

En este asunto Conferencia Episcopal española se ha lucido, y ha demostrato unos argumentos timoratos, que han comprometido la postura del Prior de El Valle. De autoridades eclesiásticas tibias ya estamos más que hartos. Por eso es aún más de admirar la postura del P. Santiago Cantera.

En otro alarde de santa audacia, ha palntado a la Comisión del Senado que pidió su comparencia: el Padre Cantera les dijo a los senadores que, si querían verle, que subieran a Cuelgamuros.

 

 

Piensa que las medidas de memoria histórica son «venganzas del pasado». De momentoes el último responsable de permitir o prohibir el traslado de los restos del dictador. La abadía, al pertenecer a la orden benedictina no dependen canónicamente de la diócesis de Madrid, de modo que si el prior  quiere impedir que entren los técnicos a llevarse el cuerpo embalsamado de Franco, lo puede hacer al tratarse de un lugar de culto.

El prior ya ha comunicado a las autoridades civiles y religiosas su negativa a las exhumaciones de Franco y de José Antonio. Por suerte, el monasterio del valle de los Caídos depende de Solesmes y no de un tibio obispo de Madrid, Osoro. Aún así, los sectores eclesiales más sumisos al poder presionarán al Valle, pero no saben que se les volverá en contra. La izquierda no agradece la debilidad, sino que devora a los débiles.