Novell votando en el referéndum ilegal del 1-O

Acostumbro a aplaudir los escritos y pronunciamientos de Don Xavier Novell cuando se trata de cuestiones doctrinales, porque le considero una persona ortodoxa que después de una juventud alocada y progresista, evolucionó hacia la fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Pero no comparto para nada sus actuaciones y sermones en favor del independentismo, faltando a la verdad y tomando partido por una parte de la ciudadanía (y feligresía) catalana, menospreciando a los católicos (y no católicos) que no son partidarios de la secesión. Ser eclesiástico y no ser neutral en cuestiones políticas me parece un verdadero desatino, pero si además eres obispo el asunto ya es demencial.

Estoy totalmente de acuerdo con el obispo de Solsona, en que en nuestra secularizada Cataluña (y no sólo en Cataluña) algunas celebraciones, especialmente las bodas y primeras comuniones se hayan convertido en un espectáculo, en las que el sacramento pasa a un segundo término y lo que parece que más importa es lo accesorio: los vestidos, la música, los decorados y la parte social y protocolaria. Así lo dice el prelado en su última carta dominical, y creo que refleja una triste pero a la vez certera realidad.

Tiene toda la razón Don Xavier, cuando se lamenta de que elementos externos que nada tienen que ver con la vivencia de la Fe y de la sacramentalidad, no sólo han entrado en algunas de las celebraciones más importantes de los cristianos, sino que se han ido adueñando de ellas, convirtiéndolas en puros espectáculos, en busca de la foto y la grabación de vídeo, para difundir el acto como si de una obra de teatro se tratara.

Disfrazándose dáe Diablo para la Patun de Berga

Pero entonces yo me pregunto: ¿No ha hecho algo parecido el mismo obispo de Solsona, cuando ha convertido algunas de sus homilías en puros mítines políticos, utilizado su posición como hombre consagrado a Dios, en un templo confiado a TODO el pueblo fiel (no sólo a una parte) para salir completamente de lo que es un acto sagrado para que acabe siendo un acto de apoyo político a una determinada ideología?  ¿No ha convertido un acto religioso en una noticia de máxima actualidad, saliendo en los periódicos y televisiones no por el sacramento que estaba celebrando sino porqué sus palabras han generado apoyo político de un sector e indignación del otro? ¿No ha transformado el ministerio episcopal en un espectáculo bochornoso yendo a votar a un referéndum ilegal, y después defendiendo a sus golpistas organizadores en lugares y celebraciones sagradas? ¿No ha montado un espectáculo ridículo y lamentable cuando se ha dejado fotografiar con seguidores del F.C. Barcelona con algunas copas de más, celebrando un triunfo de ese equipo balompédico, vistiendo él mismo la camiseta de ese conjunto deportivo y poniendo su cruz pectoral por encima de esos colores concretos?

Y no sólo hay que lamentarse de lo que él ha hecho, sino también de lo que ha permitido. Porque muchas de las parroquias de su diócesis han dejado de ser la Casa de Dios para convertirse en centros de propaganda política independentista, en los que una  parte de sus fieles ya no puede asistir porque se han convertido en un verdadero ESPECTÁCULO POLÍTICO. Porque unos fieles que buscan a Dios no están dispuestos a acudir a sus templos para ver cual es la última tontería que el párroco de turno va a decir sobre lo malo que es el Estado Español y lo buenos que son esos delincuentes que han quebrantado la ley y han intentado saltarse las normas de convivencia democrática de una forma unilateral. O para sentirse incómodos cuando van a rezar o a celebrar los sacramentos de la Iglesia viéndose rodeados de esteladas, lazos amarillos o pancartas de la ANC o incluso de los anarquistas de los CDR (Comités de Defensa de la República).

Estos días hemos leído en diversos medios, como una publicación que se llama católica como es Catalunya Cristiana, que también se distribuye en el obispado de Solsona y en el resto de las diócesis catalanas, comparaba a los independentistas catalanes con los mártires romanos en unas viñetas dibujadas por Pilarín Bayés (candidata a diputada en las listas electorales del prófugo Puigdemont), o como uno de sus redactores, Eduard Brufau se queda a gusto en la contraportada del semanario acusando a España y a sus jueces de prevaricar con el único objetivo de buscar sangre y venganza contra los secesionistas catalanes. ¿Es esto una publicación  cristiana o un verdadero espectáculo político panfletario?

Es lamentable que un obispo que dice muchas verdades doctrinales, pierda totalmente su credibilidad por su implicación en el ESPECTÁCULO político circense que los payasos, trapecistas, y sacadores de conejos de la chistera del independentismo catalán han creado y al que demasiados eclesiásticos, y obispos se han sometido, poniéndose ellos fuera de su misión apostólica y dejando a la Iglesia que peregrina en Cataluña en muy mal lugar

Antoninus Pius

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