Vamos a contar mentiras tralalá … y a soñar. Es gratis. El Parlament se parece cada vez más al viejo Old Trafford, el Teatro de los Sueños.

Sin citar las serias dificultades del proceso soberanista en la escena nacional e internacional, Puigdemont vaticinó recientemente para 2017 el advenimiento de «una nueva era en la historia» de Cataluña, constituida en una república que, aseguró, será «rotundamente libre, más próspera y más justa». ¿Una, grande y libre?

Sin la opresión de España, sin que Europa haga caso y sin los mercados de ambos quizá se refería a una autarquía idílica con productos 100 % catalanes o al retorno a la época del trueque.

En una conferencia para hacer balance de su primer año y trazar su estrategia para 2017, Puigdemont no modificó un ápice sus planes rupturistas, ni para acelerarlos como le pide la CUP, ni para atenuarlos para poder sumar a los «comuns» de Ada Colau.

Sin explicar cómo piensa hacerlo, el presidente catalán aseguró que su gobierno «garantizará» que los catalanes puedan decidir «en un referéndum que será vinculante y válido». Del mismo modo, pidió a la ciudadanía que ayude a construir la independencia también con gestos individuales, «íntimos». Quizá se refiera al ejemplo de Aznar y su amor al catalán en la intimidad.

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