Jon Lee Anderson: desmitificando al «Che»


Cheunavidarevolucionaria

 

Este es uno de los mejores estudios para entender la mitificada vida del «Che». Lo que tenía que ser un libro laudatorio -para los cubanos- acabó en una biografía crítica. El autor dedica apenas cuatro páginas al tema de las ejecuciones (370-373), pero los otros biógrafos tampoco han sido exhaustivos. “El Che, fiscal supremo, realizaba la tarea con singular dedicación; todas la noches resonaban las descargas de los pelotones de fusilamiento entre los antiguos muros de la fortaleza.” ¿Cuántos murieron? De enero a abril de 1959, “se habían producido unos 550 fusilamientos, y el asunto, que ya provocaba protestas en Cuba, le había causado graves problemas a Fidel durante su viaje por Estados Unidos”. El Che se molestó cuando Castro ordenó la suspensión de las ejecuciones y lo mandó a un periplo de tres meses por catorce países. Anderson cita a varios amigos de juventud del Che, espantados por los juicios sumarios. “En este problema, si no matas primero, te matan a ti”, se justificaba.

No todos los fusilados habían participado en la represión en tiempos de Batista. Hubo víctimas inocentes y también verdugos más crueles que otros. Anderson hace una clara diferencia entre el Che, que era implacable con los enemigos de la Revolución, y el hermano menor de Fidel Castro, Raúl, al que presenta como un verdadero asesino. Él ordenó, entre otras cosas, “la ejecución de más de setenta soldados capturados”. “Hizo abrir una fosa con una excavadora, alineó a los condenados frente a ella y los hizo fusilar con ametralladoras.”

Sobre las relaciones con Moscú y Pekín, queda muy claro que Guevara se alejó de la URSS para acercarse a la China de Mao, lo que provocó muchas tensiones con la dirigencia soviética, que calificaba al Che de “peligroso extremista”. Anderson sugiere la existencia de un pacto secreto con Castro: el Che decía en voz alta lo que Fidel no podía expresar públicamente, pero debía atenerse a las consecuencias políticas de sus declaraciones, o sea, que no le quedaba otra opción que desaparecer del mapa para tranquilizar a los soviéticos y poner en práctica su proclamado internacionalismo proletario. En 1965, Castro “le ‘sugirió’ que partiera […] para dirigir el contingente guerrillero que ya se entrenaba […] en el Congo”.

El relato de la misión africana de seis meses del Che, entre Tarzán y Tintín, está muy bien logrado. Fue un fiasco total, que el propio Guevara calificaría de “chaplinesco”. Asumió parte de la responsabilidad –“no había comunicado a ningún congolés mi decisión de luchar en su país”– y esto había molestado a Laurent Kabila, el jefe de la guerrilla. Sin embargo, el Che haría lo mismo en Bolivia, donde llegó en 1966 “sin ser invitado, convencido de que la dirección comunista boliviana no retrocedería ante la guerra de guerrillas inminente una vez que le presentara el hecho consumado de su presencia. Esta vez, el error resultaría fatal”.

Desde Bolivia, el Che quería crear “muchos Vietnam” en su afán de derrotar a Estados Unidos. Según Anderson, Guevara quería “provocar una nueva guerra mundial con la esperanza de que fuera definitiva”. Ya en octubre de 1962, cuando la presión de Washington obligó a los rusos a retirar de Cuba sus misiles nucleares, el Che se quejó amargamente. “Guevara dijo que, de haber controlado los misiles, Cuba los habría disparado”. Lo declaró al corresponsal del diario socialista británico Daily Worker, Sam Russell, que no salía de su asombro: “Con sus desvaríos sobre los misiles me pareció que estaba chiflado.”

¿Tuvieron los “desvaríos” del Che algo que ver con la decisión de Castro de no mandar refuerzos para ayudarle a romper el cerco del Ejército boliviano y salvar la vida? ¿Se había vuelto el Che un estorbo en la relación con Moscú?

Bertrand de la Grange



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4 respuestas

  1. Se ha idolatrado al Che, precisamente, porque lo que al final del artículo está entre signos de interrogación hace más de 40 años que lo hemos leído, pero sin esos signos.
    No creo que esta noticia sea nueva para nadie.

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  2. Según narró un general jubilado que estuvo presente en la captura y muerte del Ché, era un verdadero asesino que masacraba poblaciones enteras de indigenas por noquerer seguirle y lloró pidienbdo clemencia y perdón cuando lo capturaron. Y es que esta gentuza, siempre son cobardes.

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  3. En España existen muchos jóvenes que le idolatran sin saber tan siquiera que era el Che Guevara, y son las izquierdas de PSOE, IU, y ahora Podemos quienes apoyan esa tesis cuando sabemos el asesino que fue este Genocida Argentino emigrado a Cuba

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