
Es bastante penosos que aquellos que se las dan de comunistas puros, contradigan con total impunidad los principios rectores de la ideología que preconizan. El nacionalismo siempre fue considerado por el marxismo como una ideología burguesa a derribar. Más surgió una polémica entre Lenin y Rosa Luxemburgo al respecto. El primero había escrito «El Derecho de las naciones a la autodeterminación” y la segunda «La cuestión” nacional y la autonomía». La Polémica estaba en relación a la autonomía que podía alcanzar Polonia. Pero esta discusión, nos ofrece el fondo del pensamiento marxista respecto a la autodeterminanción.
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| Retrato revolucionario de Rosa Luxemburgo |
Texto de Rosa de Luxemburgo:
La Revolución Rusa de 1905 ha puesto sobre el tapete, entre otros, el tema de las nacionalidades, que hasta ahora solamente había sido objeto de polémica en Austria-Hungría. (…)
Para un partido obrero, la cuestión nacional es tanto un asunto de programa como de organización de clase. La posición que un partido obrero adopte a la hora de considerar la cuestión nacional, así como cualquier otro problema, debe diferir en el método y en su forma de las posiciones de los partidos burgueses, incluso de los más radicales, así como de las posiciones pseudosocialistas de los partidos pequeñoburgueses. (…)
[…] De hecho, los programas políticos de los partidos obreros modernos no contienen principios abstractos relativos a un ideal social, sino únicamente la formulación de esas reformas prácticas, sociales y políticas, que el proletariado consciente necesita y reclama en el marco de la sociedad burguesa para facilitar la lucha de clases y su victoria final. (…) y, finalmente, diferenciar claramente la política revolucionaria del proletariado de la política de los partidos burgueses y pequeño burgueses. (…)
La fórmula del «derecho de las nacionalidades a la autodeterminación», no tiene en absoluto tal carácter, ya que no ofrece ninguna indicación práctica para la praxis política cotidiana del proletariado, ni ofrece ninguna solución práctica para los problemas de las nacionalidades. (…) La única conclusión práctica que puede deducirse de la fórmula antes citada para la política cotidiana de la clase obrera es la idea-guía de que para esta clase social es un deber luchar contra toda manifestación de opresión nacional.
Si reconocemos el derecho de cada nación a autodeterminarse, resulta lógica la conclusión de que debemos condenar cualquier intento de dominio de una nación sobre otra, o de que una nación imponga a otra una determinada forma de existencia nacional. Sin embargo, el deber de todo partido de clase del proletariado de protestar y oponerse a la opresión nacional no procede de ningún «derecho de las nacionalidades» especial (…) sino que éste debe proceder únicamente de una oposición general al sistema de clases y a cualquier forma de desigualdad y de dominación social, es decir, de los principios básicos del socialismo. (…) En una palabra, la fórmula del «derecho de las naciones a la autodeterminación» no es en esencia una directriz política para abordar la cuestión nacional, sino únicamente un medio de eludir esta cuestión.
Sobre estas bases, el socialismo científico ha revisado todo el acopio de clichés democráticos y de ideología metafísica heredados de la burguesía. La actual socialdemocracia hace mucho tiempo que ha dejado de tomar en consideración frases tales como las de «democracia», «libertad nacional», «igualdad», y otras lindezas como verdades y leyes eternas que trascienden naciones y épocas concretas. Por el contrario, el marxismo las considera y las trata solamente como expresiones de unas ciertas condiciones históricas específicas, como categorías que, en términos de su contenido material y de su valor político, están sujetas a un cambio constante, y ésa es la única verdad «eterna».
La cuestión nacional (…) No puede solucionarse utilizando una especie de vago cliché, ni siquiera con una fórmula tan bien sonante como «el derecho de las naciones a la autodeterminación», porque tal fórmula expresa o bien absolutamente nada y, por tanto, es una frase vacía; o bien expresa, como mucho, el deber incondicional de los socialistas de apoyar todas las aspiraciones nacionales, en cuyo caso es simplemente falsa. (…)
Puesto que los conceptos «nación», «derechos» y «voluntad del pueblo», considerados como un todo uniforme, son residuos de los tiempos del antagonismo inmaduro e inconsciente entre el proletariado y la burguesía, la aplicación de los mismos por un proletariado organizado consciente e independiente supondría una profunda contradicción, y no una contradicción para la lógica académica, sino una contradicción histórica.
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