El último bastión de la «pureza»: el ‘lobby’ independentista gerundense que se esconde tras el nuevo president.


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Con la designación de Carles Puigdemont como nuevo presidente de la Generalitat, el lobby gerundense logra un primer plano en el proceso de la Catalunya secesionista. Destacados empresarios, como Joaquim Vidal (Valvi) y su socio Ramon Miquel (expresidente de Miquel Alimentació), pasan a tener un papel determinante en el juego de poderes que se perfila tras el nombramiento del exalcalde de Girona como sucesor de Artur Mas.

El pujolismo, asediado por los casos de corrupción y pérdida de apoyo electoral, se ha refugiado en el territorio «seguro» de las comarcas gerundenses. Aquí, CDC ha tenido, tradicionalmente, su baluarte «espiritual» y políticoJordi Pujol, después de salir de la prisión de Torrero (Zaragoza), en 1962, pasó un año confinado en la capital del Onyar y creó un núcleo de «fieles a la causa» que ha acabado convirtiéndose en un poder fáctico.

La anomalía nadalista y el cardenal Jubany

En la conformación de este nacionalismo de matriz gerundense tuvo una gran influencia el cardenal Narcís Jubany, que fue obispo de la diócesis entre 1965 y 1971, antes de convertirse en arzobispo de Barcelona y cardenal. Convergència ha sido, desde siempre, el partido hegemónico de la demarcación, bajo el control de «pesos pesados» como Arcadi Calzada, Josep López de Lerma, Pere Macias o Carles Pàramo.

En ese sentido, Joaquim Nadal, alcalde de Girona entre 1979 y 2002, resultó una «anomalía» histórica. Sociológicamente y por estatus familiar, tenía que ser pujolista/jubanyista, pero eligió la opción «equivocada» del PSC. En los últimos años, destacados socialistas gerundenses, como la ex consejera Marina Geli; la ex alcaldesa de Roses, Magda Casamitjana; la ex diputada Pia Boscho el ex regidor Joan Pluma han acabado asumiendo la «vía correcta» y se han pasado a las filas del masismo.

Hay un cierto chovinismo gerundense. Su proximidad con Francia y el glamour de la Costa Brava le dan un aire cosmopolita que lucha por rivalizar con la gran metrópoli barcelonesa. El Empordà se intenta comparar con la Toscana y Girona presume de ser la Florencia catalana. Los antiguos condados medievales de Besalú, Empúries, Girona y la Cerdanya -el corazón de la Catalunya Vella– confieren en esta zona un pedigrí que contrasta con la Catalunya Nova, conquistada a los árabes.



Categorías:MITES NACIONALISTES / MITOLÓGICAS

1 respuesta

  1. Muy bueno el artículo. Pero no podemos olvidar, que una población como Salt con una tasa del 28% de inmigración musulmana, y un auténtico gueto en el corazón del la Girona profunda, hará pedazos en unas décadas esa visión idílica de la Catalunya de Puigdemont afrancesada. Vamos a pasar del Cardenal Jubany al Califato sin darnos cuenta.

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