Obispos cruzados españoles. Gonzalo de Zúñiga, obispo de Jaén. Siglo XV


Rafael María Molina

¿Se imaginan ustedes al cardenal Omella o a cualquier otro obispo de España metido en un tanque en Afganistán por ejemplo, en pleno combate contra los talibanes, dando órdenes de ataque, al tiempo que invocando a Cristo y arengando a los soldados acerca de la necesidad de extender el Cristianismo por tierras musulmanas?

Ciertamente es difícil imaginarlo. Para ello se necesitarían obispos llenos de Fe y fervor, deseosos de llevar almas a Dios, y que tuviesen claro que el Islam siempre ha sido históricamente uno de los mayores enemigos del Cristianismo.

Pues eso es lo que hicieron durante siglos los obispos españoles. Baste recordar al insigne Arzobispo de Toledo, el navarro Rodrigo Jiménez de Rada, como uno de los principales asesores militares del rey Alfonso VIII en la gran batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, en la que también estuvieron presentes otros obispos, como el de Barcelona, Berenguer de Palou.

En las campañas de la Reconquista fue frecuente la participación de obispos, no sólo impartiendo bendiciones o prestando financiación, sino dirigiendo ejércitos. Ningún obispo ponía en duda entonces que los musulmanes habían invadido España en su día y no tenían derecho a estar en nuestra nación a menos que se conviertiesen sinceramente. España debía volver a ser totalmente cristiana. Por supuesto hubo también obispos negligentes pero ni ellos ponían en duda ni por un momento ese objetivo teórico, compartido por todos entonces. Se consideraba en aquellos tiempos que la Cruzada, es decir la lucha militar contra el Islam, era uno de los deberes de los obispos.

Algunos obispos destacaron extraordinariamente por su fervor cruzado, siempre bendecido entonces por los Papas. Uno de ellos fue Gonzalo de Zúñiga o Stúñiga, como también se escribía entonces este apellido. Como sucedía en aquella época, muchos obispos debían su condición a su abolengo nobiliario y su vida personal podía haber sido azarosa pero eso no significaba que muchos de ellos no se tomasen muy en serio su papel religioso y la lucha militar «divinal», como se decía entonces.

Fue el caso de Gonzalo Zúñiga, miembro de un linaje nobiliario menor y nacido en Valladolid en 1390. Su padre habia sido miembro del Consejo de Regencia del rey Juan II de Castilla (padre de Isabel la Católica). Antes de ser religioso Gonzalo tuvo dos hijos. En 1422 fue nombrado obispo de Plasencia, en Extremadura. Pero no contento con aquel obispado apacible pidió y obtuvo el de Jaén, tierra entonces fronteriza con el reino nazarí de Granada y escenario de ataques y contraataques continuos entre musulmanes y cristianos.

Organizó una mesnada militar que junto a las tropas del entonces Adelantado Mayor de Jaén Diego Gómez de Ribera venció a los musulmanes en la batalla de Colomera, junto a Iznalloz, en la actual provincia de Granada, en lo que se conoce actualmente como comarca de los Montes Orientales, en el año 1423. Ambos defendieron la frontera de Jaén en multitud de combates, muchos de los cuales recoge la Crónica de Juan II. Ribera murió en 1436 en el primer sitio de Álora. Le sucedió Lucas de Iranzo, otro famoso guerrero junto a quien también lucharía el obispo. En 1431 el obispo Zúñiga había tomado parte con sus tropas en la gran batalla de la Higueruela junto al ejército de Juan II bajo los mismos muros de la ciudad de Granada, que a pesar de ser una importante victoria cristiana no tuvo consecuencias decisivas.

En 1434 participó con sus hombres en una famosa incursión para destruir cultivos de los musulmanes en la zona de la ciudad de Guadix, también en la actual provincia de Granada. En esta acción murieron más de 400 guerreros moros. En medio del combate los musulmanes mataron al caballo del obispo y éste siguió luchando a pie espada en mano. «E quedó a pie con la espada en la mano, peleando e yendo adelante entre los moros, fasta que fueron vencidos» dice sobre el obispo Gonzalo un documento de la época que describe esta incursión militar.

Hasta el Romancero habló de él. Sobre su final y sobre el paradero de sus restos ha habido mucha confusión. Durante mucho tiempo se creyó que posteriormente cayó prisionero de los moros y murió en cautividad en Granada pero el eminente medievalista Ramón Menéndez Pidal demostró al parecer que el cautivo había sido un pariente suyo también Zúñiga pero no el obispo, que al parecer murió con tranquilidad en Sevilla en 1457.

No fue el último caso desde luego de obispos cruzados españoles. En la guerra final para conquistar Granada, en tiempos de los Reyes Católicos, el Cardenal arzobispo de Toledo, Mendoza, jugó un gran papel, si no con las armas en la mano, sí en cuanto a financiación de la guerra. Baste recordar además al insigne Cardenal Cisneros, quien en 1509, vestido de armadura bajo su indumentaria religiosa, lideró la conquista española de la ciudad de Orán, en la actual Argelia.

Incluso en tiempos posteriores no se puede olvidar al Cardenal Infante Fernando, Cardenal y Arzobispo de Toledo, Primado de España, y hermano del rey Felipe IV. Se tomó muy en serio su papel religioso y sobretodo su papel de cruzado militar, en este caso contra los protestantes en Europa. Al frente de los Tercios y de soldados alemanes logró una memorable victoria en la batalla de Nordlingen, en el sur de Alemania, contra el ejército sueco y protestante alemán, en 1634.

Actualmente los obispos españoles cuando llegan las efemérides pertinentes a veces organizan conmemoraciones actos, simposios o presentan libros sobre estos ilustres obispos del pasado, que tanto hicieron para forjar España en su día, pero por desgracia, parecen estar muy lejos de ellos en cuanto a la intensidad de la Fe.



Categorías:CULTURA, HISTORIA

2 respuestas

  1. ¡Qué tiempos aquellos, en los que los Obispos y los Cardenales eran… Buenos CRISTIANOS CATÓLICOS!

    Y no… «curillas TREPAS», hábiles ADULADORES; más «políticos» que fervorosos creyentes. Deseosos de «hacer carrera» en las Jerarquías eclesiales. Y gozar de Momios y Prebendas, con las mieles del Poder Terreno (como… mandar sobre otros sacerdotes, monjes y monjas; manejar «plata» («pasta»); recibir halagos, etc.).

    ¡Qué tiempos aquellos!

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  2. Los del siglo XXI están más cerca de la Mrisma que de sus antecesores. ¡Omella cualquier día pasará a ser Omeya y celebrando la Fiesta del Cordero en los patios de las catedrales!

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