Rafael María Molina

Según el acuerdo anunciado por el Gobierno con los independentistas de Puigdemont la competencia sobre inmigración será traspasada a la Generalidad catalana por la vía del artículo 150.2 de la Constitución, que habla de la delegación o transferencia de materias de titularidad estatal que «por su propia naturaleza sean susceptibles de transferencia o delegación».
Se trata de uno de los artículos más destructivos de la Constitución de 1978, sin paralelo con constituciones de otros países, ya que en la práctica permite entregar mediante ley orgánica a las comunidades autónomas, especialmente a la catalana y la vasca, materias esenciales del Estado a cambio de apoyo político para el gobierno de turno, como así ha sido ya en numerosas ocasiones.
Además la intrahistoria de este artículo es especialmente siniestra.Es una de esas historias que suelen ocultar los apologetas y los cantores interesados de nuestro «marco de convivencia que nos hemos dado» y sus supuestas bondades.
El artículo 150.2 de la Constitución fue incorporado a la Constitución como una concesión a la banda terrorista ETA, en concreto a su rama más sanguinaria, la autodenominada «ETA militar» y como un desesperado intento para que el PNV apoyase la Constitución.
La historia de ello la cuenta Mario Onaindía, el ex dirigente de «ETA politico- militar», quien más tarde se distanciaría de la banda y se vincularía al PSOE, a través del partido llamado Euzkadiko Ezkerra, en su libro de memorias «El aventurero cuerdo. Memorias 1977-1981» publicado en 2004
(por cierto usando una expresión de origen falangista como si fuese propia como título del libro).
En este libro, que es el segundo volumen de sus memorias, Onaindía recuerda como en julio de 1978 mantuvo una reunión secreta, junto al también dirigente de Euzkadiko Ezkerra, Javier Garayalde ,»Erreka», con el entonces poderoso Fernando Abril Martorell, mano derecha de Adolfo Suárez, en la sede del ministerio de Agricultura en Madrid. El político valenciano Abril Martorell era entonces ministro de Agricultura pero ya era el hombre de confianza de Adolfo Suárez, dirigía la negociación de la Constitución por parte de la UCD y más tarde sería vicepresidente del Gobierno. En la entrevista también participó el entonces dirigente de la UCD vasca Jesús Viana.
En esta reunión nocturna en el ministerio Abril Martorell les mostró el texto de este artículo como posible inclusión de última hora en la Constitución que se estaba negociando frenéticamente en esas fechas por parte de los principales partidos políticos.

Según recordaba Onaindía, el vicepresidente Abril Martorell le dijo claramente que con ese artículo los vascos (y los catalanes) podrían tener la autonomía que quisieran sin límites. Según Onaindía el texto de este artículo le había sido sugerido un año antes al Gobierno por vía indirecta precisamente por miembros de la cúpula de EIA, antiguos terroristas de «ETA politico- militar». EIA (Partido de la Revolución Vasca) se acabaría convirtiendo en Euzkadiko Ezkerra (EE). Años más tarde EE terminaría por unirse al PSOE.
Onaindía y su compañero Erreka se mostraron encantados con esta increíble cesión del Gobierno y de hecho esto motivó que EE aceptase el régimen autonómico, aún cuando no apoyase la Constitución en sí. También el PNV se mostró a partir de entonces propicio a entrar en el régimen constitucional a través de la redacción de un Estatuto de autonomía vasco.
Eso sí, tal como señalaba Onaindía de nada sirvió esta enorme cesión del Gobierno en la actitud de la organización terrorista mayoritaria, «ETA militar», cuyo principal cabecilla entonces, José Miguel Beñarán, «Argala», no mostró el menor interés en ella. ETA, envalentonada con las cesiones del Gobierno, prosiguió con su campaña terrorista y aceleró los atentados y asesinatos. Ese año morirían 69 personas asesinadas por ETA, 78 al año siguiente y 96 en 1980, en pleno periodo negro de los conocidos como «años del plomo». Al ver que «ETA militar» no variaba su actitud, el PNV, temeroso de verse sobrepasado en nacionalismo por ETA, decidió finalmente no apoyar formalmente la Constitución, aún cuando se embolsó la concesión del Gobierno, que se incorporó a la Constitución como artículo 150.2 y la aprovechó posteriormente para el despliegue del régimen autónomico.

En cualquier caso quedó claro que artículos y partes sustanciales de la Constitución se habían redactado para complacer a los terroristas que en esos mismos momentos estaban masacrando al pueblo español. E incluso este mismo artículo había sido sugerido por ex terroristas de ETA.Y todo ello lo promovieron la UCD, hoy sacralizada por algunos, y el PSOE de la mano. Ambos partidos hicieron en realidad toda la Constitución, con la colaboración de Jordi Pujol.
Hoy en día los herederos de los terroristas y todos los separatistas han comprendido que pueden lograr sus objetivos políticos mucho más fácilmente dentro de la legalidad «constitucional», que mediante la violencia o con dramáticos golpes de estado. Y en ello están.
¿Hasta cuando seguirán sin entender algunos que la Constitución de 1978, con el sistema político que ha instaurado, lejos de servir para defender al país de sus enemigos, es en realidad lo que está destruyendo a España?
Categorías:HISPANIDAD, MEMORIA HISTÓRICA, OPINIÓN, POLÍTICA, TRIBUNA
Tienes toda la razón, Rafa. Los partiduchos separatistas son la escoria política en la que se basa el negocio político
Me gustaMe gusta