Axel Seib

Seré claro. Los medios no son más que un engranaje del poder. Correa de transmisión necesaria que necesita ser controlada y bien lubricada con caudales y favores para que los de siempre no bajen al barro.Y para que se mantenga el status quo de caída suave pero incesante hacia el pozo. Siempre hay honrosas excepciones. Pocas en cantidad y pobres en medios, pero es un honor que existan. Pero no son los medios que nos ocupan. Yo hablo de esa enorme red de panfletos, cuchitriles con cámaras y divos de tabique roído que sirven a los intereses de los capos.
Enorme red que no se restringe a los medios de comunicación públicos. También a los grandes grupos privados y grupos medianos que necesitan su buena publicidad institucional y subvenciones. Incluso los pequeños. Aquí hasta un semanario comarcal que sirve para quemar en las barbacoas debe lamer bien las botas si quiere sus fondos. Aunque tampoco es extraño que hasta medios enanos tengan esa línea. Hemos permitido durante años que el tonto del pueblo cambiase la boina por un título de periodismo y encontrase generosa ayuda para fundar un medio con su primo metido en algún ayuntamiento lleno de polillas y endogamia con perspectiva de género. Así nos luce el pelo.
De ahí toda la inquina de esa red de mediocridad masiva hacia la descentralización de la información gracias a las redes sociales. Adiós negocio, ya no hay monopolio. Y sin monopolio, la gente comienza a abrir los ojos. Sin estar obligados a comprar mercancía averiada, la gente acaba buscando lo más fiable y asequible. Imperdonable. De ahí que medios como Antena 3, con reportajes durante el confinamiento sobre «las flatulencias en bloques de pisos que bajan por los sistemas de ventilación y contagian el COVID a los vecinos», se pongan quisquillosos. Ellos son el auténtico periodismo riguroso. Y nosotros debemos dejar de comer alubias para no matar al vecino. Nos hemos «peído» por encima de nuestras posibilidades. Espero que se entienda el sarcasmo. Aunque imagino que si, porque quienes lean las presentes líneas dudo que sean aficionados promedio a deleitarse con Ferreras.
Que gente mucho más capaz y mucho más honesta tenga la oportunidad de ofrecer información a una sociedad necesitada de volver a la realidad, debería ser agradecido. Sobre todo porque esa gente más capaz y honesta no informará según el interés de algún desconocido que hace pasar a los periodistas arrodillados a su despacho antes de asentarlos bajo el escritorio. De ahí la rabia de los arrodillados. Tanto tragar para acabar siendo eclipsados por gente más capaz y digna. Inaceptable.
Y en esas aparecen las chorradas de Angelines Barceló y su abandono de X. Las críticas de otros tantos políticos y siervos. Incluso de gobiernos. Elon Musk es un peligro que apoya a Trump. Ese señor deja publicar chistes de humor negro. Incluso se atreve a sacar a la luz las violaciones masivas de pakistaníes contra niñas inglesas. Esas violaciones que autoridades y medios callaban y negaban burdamente.

Todo se encuadra en que se les escapa el discurso, que se les acabó el monopolio. Y tarde o temprano, caerá el naipe entero. Y se creen que lo añoraremos. Pretenden que me ponga a llorar porque Elon Musk publica una noticia de La Razón sobre que el 91% de las condenados por violación en Cataluña son inmigrantes. Y la señora de La Razón recoge cable de lo que ellos mismos publicaron porque ahora, dicho por Musk, es un peligro. Son ridículos, como sus dueños. Aún poderosos, pero ridículos. Mamporreros que te venden a un salafista saudí como un «líder moderado» para Siria mientras matan a cristianos. Los mismos que te venden como «español que dirige la transición en Homs» a un tío citado en el caso del 11-M y que es portavoz de yihadistas. Los mismos que te sacaban noticias sobre soldados rusos que robaban váteres para ilustrar vaya a saber qué clase de carencia del ejército ruso. Los mismos que animan al conflicto y, si llegan a ordenárselo, te justificarán mandar tropas. Los mismos que luego tratan a Trump de peligro para la seguridad mundial y se quedan tan panchos.
Toda esa argamasa infame pero bien pagada, te dice que no fíes de lo que ven tus ojos. Que no te fíes de aquellos informadores que no deben favores. Mejor fiarse de aquellos que nos han mentido siempre. Los manipuladores de confianza. Es más, se han modernizado. Ahora también les acompañan verificadores a los que aún no han quitado ni la etiqueta con el precio. Así que no sé por qué no nos fiamos de ellos. Si ellos siempre han hecho lo mejor para nosotros. Y nosotros, desagradecidos, hemos matado al vecino por no tomar sal de frutas.
Pues claro que les duele, con lo cómodo que se siente uno hablando desde esas tribunas donde pueden pontificar sin control ninguno ni reparar en el daño que llevan haciendo durante años, y que vengan ahora los fachas y también tengan derecho a expresarse… Eso no hay quien lo aguante, ¿verdad señora Barceló & Cía. ?
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