Familias del mundo, uníos. Y dejad el WhatsApp, rediós


Axel Seib

Internet y las redes sociales han sido y son una enorme y útil manera de romper la hegemonía de los tradicionales y serviles medios de comunicación de masas que todos conocemos. De ahí el odio que muestran los petimetres de la pequeña pantalla y redactores de medios bananeros con apoyo institucional. No me extraña, si yo estuviera años viviendo de la sopa boba con un control absoluto de un mercado, le tendría una inquina increíble a una repentina competencia más preparada y que ofrece mucho más por apenas nada. Ya me reventaría ser el dueño de un medio servil que se ve obligado a apretarse el cinturón y dejar de ir tanto a salones de masajes porque una pandilla de medios alternativos informan más, mejor y más rápido que mi ejército de becarios.
Así que hay que sacar la artillería pesada y que personajillos a sueldo malmetan contra los nuevos referentes de información. Si hay que sacar de contexto una afirmación de un youtuber, se saca. Si hay que cortar y editar un vídeo para encajarlo en un relato forzado, se corta. Si hay que darle patadas a un compañero de profesión como Iker Jiménez, uno se compra botas nuevas. Todo sea por el business. Perdón, por la información.

Pero, a pesar de lo interesante de este tema, me quería centrar en la parte negativa de la comunicación digital. Y no, no me preocupan los youtubers. No soy un Jokin promedio. Por desgracia, soy bastante más humilde y me preocupan más las puñaladas en las calles que lo que mi expareja haga con un youtuber.

Quería tratar de poner el foco en la despersonalización y frialdad de la comunicación en las redes sociales. Y no es que las odie. Como ya he dicho, son una fantástica herramienta. Pero toda herramienta depende del uso que se le dé. Un cuchillo es sublime para cortar un filete en una comida familiar. Cuando se hace uso del cuchillo a «modo amego», ya es otra historia. Y las redes sociales son lo mismo.

Y permitidme decir que en la mayoría de los casos, las redes sociales y la comunicación digital son una enorme red de soledades interconectadas. Náufragos lanzando botellas a un enorme mar lleno de islas con otros náufragos. No siempre es así, pero generalmente lo es. Es un lanzamiento de palabras al aire y esperamos una respuesta. Casi siempre escueta, fría e impersonal. Pero ante la soledad, eso es mucho. Ahí el éxito anormal de ese amor a los «likes». «Likes» impersonales que siempre son caras grises que apenas reconocemos, pero que nos generan cierta satisfacción por bulto. No por calidad. Y no es que tenga nada en contra de esa forma de comunicación. Siempre es complementaria. Pero jamás sustituta de la interacción real.

Compañeros, si tenéis familiares y/o amigos realmente queridos, daos un gusto de verdad. Estas Navidades, aunque me adelanto, mandadles una postal. Os aseguro que la sensación de abrir el buzón y ver una carta de un familiar o amigo que ha invertido tiempo en felicitarnos, es algo infinitamente más profundo que la puñetero imagen de turno de WhatsApp que se manda a bulto. Pensadlo. ¿Nos os gustaría más recibir una carta de un amigo que una factura?

Correos también os lo agradece, que están caninos. No es que quiera contribuir a los negocios de una empresa pública gestionada con desidia, pero quizás también vaya mejor darles dinero por un servicio que regar de dinero de nuestros impuestos sin recibir nada a cambio.

En resumen, la comunicación digital jamás puede sustituir a las formas tradicionales. Da igual una postal, un café con amigos o lanzarle una gamba al cuñado en Nochebuena. Son formas impagables e insustituibles de socialización. Jamás miles de likes podrían sustituir el apretón de manos sincero con un buen amigo. El mundo digital es un buen complemento, pero jamás un sustituto. Bueno, si, de Jokin si que es un buen sustituto, pero hay quien adora las relaciones tóxicas.



Categorías:BREVIARIO, CULTURA, OPINIÓN

3 respuestas

  1. Pues, mira; una cosa que no se me había ocurrido nunca es eso:

    «familias del mundo, uníos»

    Como especie animal, la unidad básica natural es la familia. (El hombre, a diferencia de otros mamíferos, necesita desde que nace durante muchos años la ayuda de alguien para sobrevivir; este alguien es su familia de sangre)

    Por razones religiosas, en occidente las familias son más pequeñas (no existen tribus ni el culto a un familiar común) y la estructura económica favorece al individuo no estar sometido al grupo familiar.

    Es decir, que no hay ningún peligro de salir de Málaga (la tribu) para meterse en Malagón (los políticos y sus amos).

    Por tanto, no seamos idiotas y no despreciamos algo humano y necesario para esclavizarnos y vivir peor.

    No en vano Gramsci se dio cuenta de que lo que impedía que se impusiese el comunismo en la sociedad era la familia y la religión, porque familia y religión don los dos pilares sobre los que se basa la sociedad.

    Pues si eso es lo que dice Gramsci ( y es la política oficial de los marxistas culturales) y visto el horror del comunismo en Rusia, Ucrania, Camboya…está en nuestro beneficio reaccionar antes de que sea demasiado tarde.

    Desde luego no podemos permitir bajo ningún concepto ni excusa que los políticos tengan más poder del que ya tienen. Porque ese poder lo van a ejercer sobre nosotros mismos. Y nunca en nuestro beneficio, sino en el suyo.

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  2. El WhatsApp no tiene nada de malo. Yo lo uso únicamente para enviar vídeos musicales a mis hermanos. Se lo pasan pipa con mis excelentes gustos musicales. Habré enviado más de siete millones de vídeos musicales a mis hermanos. He perdido la cuenta.

    Tengo primos que no veo desde hace más de 20 años. En serio. Hay otros primos que se reúnen conmigo en Navidad. Es decir, nos vemos una vez al año.

    Cada uno celebra su cumpleaños en la intimidad. Existe la falsa creencia de que las fiestas de cumpleaños son siempre infantiles. Cosas de niños pequeños. Con globos de colores. Hay quienes contratan a payasos hispanoamericanos. Los payasos dan miedo. Pobres niños.

    En mi familia, cuando algún primo ha cumplido 40 o 50 años (cifras así), entonces sí que hace una gran fiesta de cumpleaños.

    Yo recuerdo que, en los años 80 y 90, cada fin de semana íbamos a casa de los abuelos. Cosas así. Cuando se mueren todos los abuelos, entonces la familia (primos y tíos) decide -por arte de magia- reunirse tan solo una vez al año. Y, sobre todo, si se muere alguien de la familia, OBLIGATORIO asistir al funeral.

    Al final, realmente, mi familia se reúne para un puñetero funeral. Porque bautizos, comuniones y bodas, todo eso era antes, en los años 90. Ahora nadie se bautiza, ni hace la primera comunión, ni se casa… ¡Es un desastre!

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    • Ese desastre que tú dices es el resultado de unas políticas de descatolización llevadas a cabo por los políticos y masones de la Transicion, por la Iglesia Católica del post-concilio y por el consumismo traído por el éxito de las políticas económicas y sociales de Franco.

      Tal vez es inevitable; no se. Desde luego algo parecido ha pasado en Europa.

      Lo que si es evitable es fomentarlo.

      Y una de las cosas que lo fomenta es que no haya políticas económicas que favorezcan las familias numerosas (nativas). Con el agravante de que las razones principales de no tener hijos son los altos impuestos y el precio artificialmente alto de las casas.

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