José Vicente Pascual

Hay que ver los titulares, las portadas de los libros, los resúmenes argumentales de películas y series de TV, hay que echarles la vista por encima mas no conviene entrar en el fondo de la cuestión, por salud mental básicamente; según el discurso obsesivo de la ficción contemporánea, el mundo es un infierno en el que disfrutan demonios torturadores llamados hombres y las mujeres padecen sin límite: mujeres maltratadas, asesinadas, esclavizadas, humilladas, violadas, cosificadas… Aunque simultáneamente, paradoja, la historia de la humanidad existe porque la hicieron las mujeres mientras los hombres perdían el tiempo en hacer la guerra y otras brutalidades; mujeres científicas, filósofas, escritoras, juristas, artistas, genias invisibilizadas y silenciadas por el poder omnímodo de los hombres, unos seres perversos que aparte de perder el tiempo en hacer la guerra y otras brutalidades poseían la extraña habilidad de saber cómo se margina a las mujeres hasta la crueldad y cómo se instituye un discurso oficial hegemónico, monopolizado por el patriarcado . Mas no crean que lo anterior es tontería —que lo es en su formulado, no en sus efectos—: no hay producto comunicacional bien avenido con el sistema, debidamente subvencionado, que no contemple la realidad presente y el relato histórico en aquellos términos delirantes. En una semana, TVE y Antena3 estrenan tres series decentemente beneficiadas con dinero público: Las abogadas, Las pelotaris y Beguinas. Eso, en una semana. No hablamos ya de un discurso obsesivo en torno al mismo asunto: esto ha trascendido hasta el paroxismo. Discuten en un programa mañanero sobre el “machismo” de las medidas de la DGT en el asunto de “Si bebes no conduzcas”; las mujeres se emborrachan antes que los hombres y eso no es justo. Ya no hace gracia, más bien aburre. Son pesadas —y pesados— hasta aburrir. Y ganan el debate porque las personas razonables son las primeras en dar su brazo a torcer, por el colosal hastío que causan a quien se aproxime a menos de medio capítulo, a menos de media página y a menos de siete minutos escuchándolas y escuchándoles. Es un tedio grimoso, de bostezo ante el disparate cuando el disparate se ha convertido en la única verdad y el empalago es síntoma de mala conciencia y de ser mala persona. En fin, como suele decirse: con su pan se lo coman.

Categorías:BREVIARIO