Fernando III de Castilla y León, que reinó entre 1217 y 1252 fue un gran rey de la España medieval, cuyo reinado se caracterizó por la lucha implacable contra la presencia musulmana en España. Bajo su reinado el reino de Castilla reconquistó el centro y sur de España, incluyendo la mayor parte de Andalucía.
Era hijo del rey Alfonso IX de León y de la segunda esposa de éste, Doña Berenguela de Castilla, hija a su vez de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor Plantagenet. Doña Berenguela fue una reina de sólidas convicciones religiosas, que transmitió a su hijo.
Tras la muerte de su hermano Enrique, su madre Berenguela, una mujer muy decidida, consiguió proclamarlo rey de Castilla cuando tenía 16 años. Ello provocó el enfado del padre del joven rey, Alfonso IX de León, que quería apoderarse de Castilla e invadió el reino. Pero su madre y él se negaron a combatir contra Alfonso y consiguieron convencerle con negociaciones de que aceptara, por lo menos de hecho, a su hijo como rey de Castilla.
A la muerte de su padre, en 1230, Fernando se convirtió en rey también de León. Así terminó su trayectoria histórica el reino de León, heredero en su momento del de Asturias. El reino de León había jugado durante siglos un papel de liderazgo en la España cristiana y como máximo representante de los ideales neogoticistas de reunificación de la España cristiana. De esta forma se unificaron definitivamente los reinos de Castilla y León. Esto fue, a su vez, un gran paso hacia la futura unificación de España, en tiempos de los Reyes Católicos, pues el nuevo reino castellanoleonés situado en la zona central de España, emergía ya como el más poderoso de la Península y el núcleo de una futura unificación de la España cristiana. Fernando tenía un gran sentido de hispanismo como lo demuestra el hecho de que su ministro y cronista del reinado, el obispo navarro Rodrigo Jiménez de Rada llamará a Fernando III siempre “Rey de España” y se referirá a Castilla como “España”. Castilla y León será a partir de ese momento, el reino que más asumirá el ideal neogótico, aunque ese sentido de Hispanidad común también se halle presente en la Corona de Aragón y en Navarra.
En 1219 Fernando se casó con la princesa alemana Beatriz de Suabia, muy culta, inteligente y bella, según las crónicas, que transmitió a su marido y a su reino el amor por la cultura. El estilo gótico penetró profundamente en Castilla en esta época, gracias en parte a la influencia de la reina. A la muerte de esta reina, Fernando casó con la princesa francesa Juana de Ponthieu, en 1237.
A partir de 1224, el rey se dedicó de lleno a su gran objetivo: la lucha militar contra el islam. Para ello aprovechó hábilmente la descomposición del imperio magrebí Almohade que se había apoderado del sur de España pero que, tras la derrota musulmana en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, se estaba desmembrando en pequeños estados.
Tomó Loja y Priego y llegó brevemente a sitiar Granada. A continuación, se lanzó a atacar los restos del imperio almohade y el el reino musulmán de Jaén. Las tropas cristianas, con Fernando a la cabeza, tomaron diferentes poblaciones y castillos, como Arjona, Iznatoraf o Castellar. Su conquista más importante en este periodo fue la de la ciudad de Baeza, tras un duro asedio, en 1227, en el que, por cierto, destacaron especialmente los caballeros y soldados vascos del rey de Castilla y León.
Después de unos pocos años de relativa calma, aunque en los que las tropas de las Ordenes militares lograron diversos éxitos en lo que hoy es Extremadura, Fernando logró un extraordinario éxito militar de nuevo, en 1236, al conseguir conquistar Córdoba en una audaz ofensiva por sorpresa. La antigua capital del califato hispano musulmán volvía a ser cristiana. En los siguientes años las tropas cristianas fueron completando la reconquista de los reinos moros de Córdoba y Jaén en muchas pequeñas batallas y asedios. En 1246 Fernando estableció el cuarto asedio de la ciudad de Jaén y finalmente consiguió tomarla.
A partir de entonces, su gran objetivo fue la toma de Sevilla, todavía musulmana y la mayor ciudad de Europa occidental entonces. Durante 2 años tuvo lugar un asedio épico lleno de combates terrestres y sobre todo navales. Fernando III hizo reunir una gran flota con naves y marinos castellanos, cántabros y vascos al mando del marino burgalés Ramón Bonifaz. Esta flota derrotó a la escuadra musulmana, capturando muchos de sus barcos en duras batallas y estrechó el cerco de la ciudad al máximo. Finalmente, Sevilla se rindió el 23 de noviembre de 1248. Fue el éxito que coronó todo su reinado. Enamorado de Sevilla y de Andalucía, Fernando trasladó la Corte a Sevilla, que se convirtió en la capital de la Corona de Castilla, hasta la muerte del rey. Fernando III murió en mayo de 1252, muy cristianamente, tal como había vivido. Su único error fue dejar que el rey moro de Jaén Al Akhmar se convirtiera en vasallo suyo como rey de Granada con lo que la presencia de un estado musulmán en la Península se prolongó 250 años más. Al morir preparaba una gran expedición para conquistar lo que hoy es Marruecos.
Aun así, sus éxitos fueron extraordinarios. Al subir al trono, su reino tenía 120.000 kms cuadrados. Al morir tenía 330.000. Fue canonizado en 1671 por Clemente X. Fue muy devoto de María y es patrono del Arma de Ingenieros del Ejército español que le recuerda, además, celebrando en su honor cada año la Semana de las Fuerzas Armadas, a finales de mayo, conmemorando su muerte. La máxima condecoración militar española, la Cruz Laureada de San Fernando, lleva su nombre.
Rafael María Molina
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Pregunten a los niños de Cataluña que les enseñan de este grandisimo rey . CATETOS INTELECTUALES es lo que quieren con la MIERDA de educacion que se les enseña. Los profesores, mejor ni hablar….
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Para el PP$0€ todo lo malo vino de Castillo y todo lo bueno vino de Oriente Medio. Osea, cristianos castellanos, malos; sarracenos, buenos. De ahí que ensalcen los disparates de ese gran traidor a Andalucía que fue Blas Infante.
Priscila la Reina del Desierto es muy generosa.
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