
No podemos entretenernos en la captura alemana, las discusiones sobre el trato recibido por la Gestapo y las complejidades de la extradición. Para ello hay mucha literatura científica. El caso es que Companys, en 1940, era repatriado prisionero a España. Y aquí se inicia –o culmina- una extraña catarsis que le hace abandonar ese estado de melancolía casi perpetua que sobrellevaba en el exilio. Una vez el preso llega a Madrid, el escritor Valentín de Pedro, lo describe así: “Los que lo vieron, decían que estaba desconocido, y que estaba más delgado y seco, y que sus ojos llenos de vida, fiebre y fuego, le salían del rostro”. Camino de Madrid a Barcelona, fue –contra su voluntad- esposado, a lo cual sentenció: “Está bien. También a Cristo lo crucificaron”. Las referencias religiosas empezaron a aparecer en su vocabulario antaño ateo. Parecía que Companys ya se iba auto-convenciendo de su inmediato papel martirial. En el traslado a Barcelona, le acompañaba prisionero Máximo Gracia Royo, al que le confesó: “Créame, prefiero ser fusilado que condenado a presidio por esta gente”.
La verdad sea dicha, con Companys se tuvo un trato cuidadoso, especialmente en el Castillo de Montjuïch, como así lo reconocería él mismo ulteriormente. Se le asignó la estancia destinada al cura castrense y no fue maltratado –confirma Josep Benet– ni de palabra ni de obra. Como no es cuestión ni intención de estas páginas una biografía de Companys, sólo nos quedaremos con algunos puntos que permitan la reflexión sobre cómo se inició la mitificación de Companys. La relación de acontecimientos y hechos no es exhaustiva, pero sí significativa.
Las referencias religiosas empezaron a aparecer en su vocabulario antaño ateo. Parecía que Companys ya se iba auto-convenciendo de su inmediato papel martirial
Casi nunca se ha hecho hincapié en el papel de los catalanes que participaron en el proceso sumarísimo contra Companys. El juez instructor era el General tortosino D. Ramón de Puig Ramon. El fiscal fue otro militar catalán, tarraconense para más señas, Enric de Querol. Entre los llamados a declarar estaban dos insignes apellidos catalanes: Carlos Trías (tío del que fuera décadas después alcalde convergente de Barcelona, Xavier trías) y José Tàpies Mestres (su hijo fue el célebre pintor Antoni Tàpies), entre otros. CONTINUAR LEYENDO …
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Una aclaración. No me detuvo la Gestapo. Fueron simples inspectores de Policía. Para los alemanes no era nadie.
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8000 sentencias de muerte. Tantas, que no las firmaba de puño y letra, tenía un tampón que se limitaba a estampar en cada una de ellas… Y aún tenemos que soportar monumentos y homenajes a semejante asesino en serie…
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Cuando lo fusilaron seguro que mas de uno de su partido,respiro tranquilo.
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