Tras las vacaciones «sangrientas» en la Ciudad Condal, y sin nadie que se preocupara de nada, los políticos han regresado de su descanso preceptivo. Lo primero que han hecho, es tirarse los trastos unos a otros acusándose entre instituciones. Para Colau la culpa es de la Generalitat y viceversa. Ante la presión de la opinión pública han decidido consensuar una política policial intimidatoria. Este es el resultado: la policía poniéndose a jugar en la calle al cricket.
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