El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, montó el escándalo nada más ocupar su puesto negándose a contestar preguntas en castellano en sus comparecencias públicas. Alegó que el reglamento interno se lo prohibía, aunque el documento que está vigente reconoce de forma explícita el uso de ambas lenguas en la organización de dinamización empresarial.

Pero Canadell, además de ser un tarado, miente vilmente. El artículo 94 del reglamento afirma que se usará el catalán en: “sus actuaciones y documentación internas, así como en la relación con la Generalitat de Cataluña, las administraciones locales y otras corporaciones públicas”. Pero También señala que ello se implementará “sin el perjuicio del derecho de los ciudadanos a recibirlas en castellano si lo piden”.

En breve se celebrará el primer plenario de la Cámara de Comercio y la polémica está servida así como el pulso entre el sector independentistas y el normal.  Es curioso cómo se puede perder el tiempo, e incluso hundir una institución por algo tan natural como hablar y ser respetuoso.

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