
El ministro del Interior y viceprimer ministro, Matteo Salvini, dijo la semana pasada que había pedido que se reforzara la seguridad después de que un ciudadano marroquí apuñalara a un hombre que llevaba un crucifijo en la estación central de trenes de Roma Termini el sábado por la noche.
La víctima, de nacionalidad georgiana de 44 años, sufrió una lesión en la garganta. Los fiscales de Roma acusaron a un marroquí de 37 años de edad de intento de homicidio por el ataque, y el «odio religioso» fue citado como un «factor agravante» en el crimen.
Salvini dijo que había escrito a los prefectos de Italia y a los jefes de policía después del ataque, diciéndoles que «aumenten los controles y la atención en los lugares de concentración de ciudadanos islámicos para prevenir cualquier tipo de violencia contra ciudadanos inocentes».
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No hay que «aumentar los controles y la atención en los lugares de concentración de ciudadanos islámicos»
Lo que hay que hacer es evitar la inmigración de personas que no pueden vivir de su trabajo.
¿Ese ciudadano marroquí vivía de su trabajo o vivía de las subvenciones de colonización y de los salarios sociales para tener cuantos más hijos, mejor, con nacionalidad italiana, futuros votantes de los partidos progresistas en Italia y en Europa?
Pues ahí está el problema.
Porque en Marruecos, a los europeos, con cruz al cuello o sin cruz al cuello, no se les apuñala.
Son los que vienen aquí, que se saben amparados por los corruptos políticos a cambio de tener hijos.
Y puesto que nadie ha invitado a nadie a venir a Europa y vivir de los gastos sociales de los trabajadores europeos, el que no quiera o no sepa comportarse -¡qué menos!, pues que se vaya.
Por tanto no hay ningún problema con los «lugares de concentración de ciudadanos islámicos».
Hay un problema con los corruptos políticos que no nos representan y con los inmigrantes que no se pueden integrar.
Deja a los»lugares de concentración de ciudadanos islámicos» en paz, porque eso suena a «mezquita»; y por tanto suena a «guerra de religiones», justamente lo que esperan los políticos «progresistas» para rasgarse las vestiduras en nombre de la tolerancia contra los católicos y para que los inmigrantes musulmanes hagan piña con los que aparentemente son sus «amigos», los odiados socialistas, que promueven el ateísmo, la sodomía, el laicismo y el feminismo -todo ello anatema para Allah y los que se someten a Su voluntad..
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