Ayer, en la Casa de Madrid, de celebró una cena homenaje al profesor Francisco Caja. El motivo -o excusa– es su sucesión en la presidencia de Convivencia Cívica Catalana por Ángel Escolano. Pero el verdadero motivo era reconocer su larga trayectoria en la defensa de la libertad, especialmente en el ámbito lingüístico y contra el adoctrinamiento nacionalista.

Ante más de un centenar de comensales entre los que se encontraban representantes de partidos políticos, de asociaciones cívicas y de voluntarios de a pie (los más meritorios), el nuevo presidente esbozó la hoja de ruta de Convivencia Cívica Catalana para los próximos años.

Luego, al tocar el turno de palabra al homenajeado, nos asombró con su sencillez, su breve y sentido discurso en el que dijo que el pudor le impedía recibir un homenaje así, pero que lo hacía por personas como Raquel o José Antonio (sus colaboradores más íntimos), que tanto habían hecho por la causa de CCC. Paco se disculpó de su «mal genio», de sus conocidas «impulsivas reacciones». Pero reconoció que sus fallos humanos, los había suplido por un inmenso amor a la libertad que había sentido desde muy joven.

Sabemos que Paco hubiera preferido estar en su casa y seguir con la rutina de sus estudios y pensamientos. Pero quiso gratificarnos con su presencia. Sólo podemos quitarnos el gorro y agradecer, que en un mundo dominado por soberbias y vanidades, podamos encontrar gladiadores de la Verdad como él, que en nada se tienen pero que tanto han hecho por nosotros.

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