Ciudadanos catalanes, son insultados y agredidos por quitar cruces amarillas de la playa de Canet de mar. Están llenando sitios públicos, como la playa de cruces amarillas. Las calles y campos de lazos amarillos, perjudicando a aves y dañando en medio ambiente.
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Esta gentuza se merece algo más y la Pilar Rahola es escoria,mierda independentista, de una raza inferior a la humana. El psicopata narcisista egolatra Pedro el del abuelo “ carnicero de Zafra “, ha ido en helicóptero desde Moncloa a Torrejon de Ardoz, aunque el PP, tuvo el helipuerto cerrado y es de lo poco que hizo bien, Soraya es igual de psicopata narcisista egolatrada.
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Totalmente de acuerdo. Que los mongólicos quiten, si quieren, sus propias cagadas. Es para sentir vergüenza ajena, si estos gilipollas la tuvieran. Gilipollas es quien se hace daño a sí mismo. Cuando este «resfriado» subvencionado pase, van a estar corriendo a calzón quitado hasta Perpiñán, como mínimo.
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Yo dejaría las cruces en las playas que las han colocado en vez de sacarlas de ellas. Los visitantes no creo que se entretuvieran mucho en estas poblaciones ni siquiera para tomar un café y pasarían de largo asqueados cosa que se traduciría en pérdida de ingresos y amigos «la pela es la pela». Los mismos que las han colocado serían quienes las quitarían de nuevo.
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Totalmente de acuerdo. Que los mongólicos quite, si quieren, sus propias cagadas. Es para sentir vergüenza ajena, si estos giliopollas la tuvieran. Gilipollas es quien se hace daño a sí mismo. Cuando este «resfriado» subvencionado pase, van a estar corriendo a calzón quitado hasta Perpiñán, como mínimo.
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Ya podía Greenpeace decir algo, y todas los entes que van de verdes. En Barcelona la Colau prohibiendo a los comercios usar bolsas de plástico, y estos separatas atando lazos de plástico a los arboles. De pena.
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Yo no tengo la sangre fría como vosotros y llegará algún muerto y luego habrá quien se acuerde de los militares extraordinarios que tiene el Estado Español en el extranjero, ayudando a que se maten menos, en las guerras en el extranjero, como una señora atrapada en una huelga salvaje en una carretera de Cataluña y decía en su desespero “Que vengan militares”.
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