
Después del monumental fracaso de la cumbre separatista en Europa, los partidarios del proceso, como gallos heridos en su orgullo, siguen dando la nota a ver si alguien les presta atención más allá de los Pirineos. Estas rabietas no van a a quitar lastre al peso de la Ley que amenaza con aplastar su chiringuito golpista. Pero siguen siendo portada y tal vez trendic topic. Así se habla de Cataluña y eso es bueno, ser el ombligo del mundo.
El Estado de Derecho permite el derecho al pataleo y al victimismo, especialidad de la casa. Contrasta el desquiciamiento de Homs y la rabia de Puigdemont ayer, acordándose de la Fundación Francisco Franco y de la División Azul, con la serenidad del Gobierno español, que les llama a cumplir con la legalidad y a dejarse de milongas.
Desde tiempos del Vaquilla no iba nadie al juicio rodeado de sus amigos, que por cierto se comportaban mejor que los amigos de Mas, tal vez porque se sentían españoles y respetaban a las autoridades. En un alarde de impotencia Quico Homs abordó al fiscal Emilio Sánchez Ulled a la salida de la sala tras declarar como testigo en el juicio y le espetó:
«¡Qué lástima que no me hayas preguntado, porque te habría podido contestar!».
Según fuentes presenciales, el fiscal le ha contestado irónicamente que puede llamar a Madrid para que le asciendan a la Fiscalía del Tribunal Supremo igual que el gobierno catalán ascendió a muchos de los cargos que han declarado en la causa del 9N, y así ya podrá interrogarle en el juicio contra él que empezará el 27 de febrero en el Tribunal Supremo, en Madrid.
El pulso al Estado está servido, pero legalmente siempre tienen las de perder. Si van por la vía de la violencia y ejercen presión, será contrarrestada con la represión.
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Se creen los amos; y se comportan como los amos.
Lo que yo no estoy tan seguro es que si hay independencia, ellos (Pujol) vayan a ser los amos.
La Historia nos dice que los que traen la independencia perecen en las purgas a la primera de cambio: pasó con el terror de la Revolución francesa, donde además Robespierre recibió una cucharada de su propia medicina; y pasó en Rusia con la revolución bolchevique.
Es lo que llaman el síndrome de la vieja guardia.
En fin, deseémosles a estos chulos insensatos lo mejor para todos.
Lo vamos a necesitar.
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Pero bueno, ya está bien de tanta chulería de esta gentuza separatista. ¡¡¡Aplicación de una vez del artículo 155!!! y toda esta basura de la Generalidad a la cárcel.
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