Según el rotativo El Mundo, «los partidos de la selección catalana ya no son lo que eran. La expectación que llegaron a levantar hace varios años ha ido decayendo progresivamente. Eso es un hecho innegable. Ni siquiera marcharse a Girona para buscar un escenario más propicio, Montilivi, un terreno de juego en el que caben 9.286 espectadores, tuvo el efecto esperado. En las gradas había muchas localidades vacías, por mucho que la organización asegurara que se reunieron 8.311 aficionados para presenciar un partido en el que el rival, Túnez, tampoco invitaba a dejar la comodidad del sofá”.

 Ya sabemos que competición podría jugar una selección catalana independiente: la Copa de África. Al no estar reconocida por ninguna potencia ni organización internacional podría despedirse de las competiciones europeas. Una Cataluña incapaz de derrotar a la “gran” selección de Túnez, ante unas gradas vacías y unos jugadores que pasan del himno de los Segadores y del partido es la metáfora perfecta del viaje hacia la ruina y el ridículo al que se dirige Cataluña.

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