
¿Puertas giratorias? Más bien teletransportadores de Star-treck. Tras «dejar» la política, Felipe Puig seguirá viviendo del cuento.
Dijo que se pasaría al sector privado. Y le han regalado la presidencia de TRAM, una empresa privada cuyo único cliente es el Ayuntamiento de Barcelona. Vamos una empresa pública camuflada para enchufar a políticos desahuciados, como tantas otras.
La eterna cantinela de la política. A esto no se le puede llamar corrupción, porque ya está todo putrefacto.
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