Hablar de la Virgen de Guadalupe es invocar la memoria de los mártires cristeros, muchos de ellos ya beatificados. El recuerdo se hace imparable en las últimas semanas de noviembre, cuando el final del año litúrgico nos hace celebrar solemnemente la fiesta de Cristo Rey, y en esos mismos días la fiesta del Beato Miguel Agustín Pro, para llegar al 12 de diciembre con la fiesta de la Guadalupana, Emperatriz de las Américas.
La historia narra que en 1926 el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles se propuso «descatolizar» a México para abrir el país a la «modernidad«. Con ese fin puso en marcha una feroz persecución contra la Iglesia Católica. Una de las medidas fue la supresión del culto católico en toda la nación. Para defender su religión y libertad de culto, miles de campesinos y rancheros empuñaron las armas. El heroísmo de aquellos hombres, mujeres y niños, en su mayoría gente sencilla y sin entrenamiento militar, produjo una formidable resistencia al tirano. Los soldados del gobierno llamaron despectivamente «cristeros» a los que se enfrentaron contra Calles porque llevaban la cruz sobre el pecho y gritaban «¡Viva Cristo Rey!» antes de ser fusilados.
Gustavo Carrère afirma al tratar el tema que «sin duda los gritos de ambas fuerzas revelan la magnitud íntima de aquel antagonismo; las alabanzas de los cristeros: «¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva la Santísima Virgen de Guadalupe!«, eran contestados con las blasfemias callistas: «¡Viva el Demonio! ¡Viva el Diablo Mayor! ¡Qué mueran Cristo y su Madre!» ».
Por primera vez, en México
Cuenta el padre Lauro López Beltrán en “La persecución religiosa en México” (México 1987) que “los obispos mexicanos pidieron al Papa San Pío X su beneplácito para ornamentar las imágenes del Sagrado Corazón colocando en su cabeza la corona y en sus manos el cetro, insignias de la humana realeza. Su propósito era reconocer y proclamar a Jesucristo Rey de México y del Mundo el 6 de enero de 1914, fiesta de la Epifanía del Señor, en la cual aparece su gloria al postrarse a sus plantas los Magos ofreciéndole sus dones de oro, incienso y mirra” (págs.. 56-58).
Luis Beltrán y Mendoza, adalid de la Acción Católica Mexicana, que presenció estas brillantes ceremonias, nos dice: “En aquellas memorables jornadas -lo tengo muy grabado-, los anhelos y las resoluciones de nuestra juventud se concretaron y expresaron en un grito que se les escapó del alma, en los momentos sublimes en que Monseñor Mora y del Río concluía la Consagración de nuestra Patria al Corazón de Jesús, depositando a los pies de la Sagrada Imagen la corona y el cetro. Entonces, por primera vez se escuchó el épico grito de “¡Viva Cristo Rey!”, aquel martes seis de enero del año de 1914”.
Y así es como en este acto, de enero de 1914, México se convertía en la primera nación en consagrarse como vasallo de Cristo Rey.
“Rescoldo. Los últimos cristeros”
Para quien esté interesado en el tema recomendamos muy vivamente el libro de Antonio Estrada “Rescoldo. Los últimos cristeros” que Ediciones Encuentro acaba de rescatar para su lectura. El famoso escritor mexicano Juan Rulfo dice sobre este libro: «Antonio Estrada, hijo del jefe cristero de Durango, Florencio Estrada, muerto en combate en 1936, cuenta sencillamente, escuetamente, la reanudación de la guerra en 1934 y la búsqueda de la muerte. Un lenguaje perfectamente dominado, al servicio de un pensamiento tan claro como simple, hace de “Rescoldo” el único libro, obra novelesca u obra histórica, escrito sobre los cristeros«. Todavía dirá más es “una de las cinco mejores novelas mexicanas”.
Los cristeros fueron vencidos por la traición y el engaño pero no sin antes enriquecer a México con innumerables mártires, algunos de ellos canonizados o beatificados por Juan Pablo II. Los cristeros fueron y son una inspiración para los mexicanos y todos los fieles. Gracias a su sacrificio la Iglesia Católica pudo sobrevivir, aunque ilegal, a lo largo de buena parte del siglo XX. Uno de los testimonios más conocidos es del Padre Pro.
Jorge López Teúl, ReL, 2010.
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Para robar, lo que este Elias Calles y su camarilla de amigos masones robaron a los mexicanos.
Solo basta una buena excusa (aquí el «progreso» y la «modernidad») para justificar y vencer cualquier traba moral.
Parece que el castigo a la desobediencia de Adán es sufrir a esta basura una y otra vez, mientras que nos siguen expoliando de lo poco que nos han dejado.
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Es curioso como los masones como este Plutarco entienden como “modernidad“.
modernidad = imponer el control absoluto de la población y de sus recursos por un lobby secreto que funciona como una monarquía absoluta
(tu no sabes quien es el jefe; solo tienes que obedecer a ciegas y sin rechistar lo que se te ordena)
Para eso, hay que quitar las trabas que lo impiden:
1 el catolicismo y todo lo que trae consigo: la conciencia individual y el humanismo.
2 el rey; porque no se le puede manejar: por eso insisten en la «democracia», para que el «pueblo» vote a los masones, que ya ellos obligarán al pueblo elector a hacer lo que le conviene mejor (al jefe supremos secreto)
Por cierto, ¿qué es «modernidad»?
Otra palabra vacía con la que los progresistas nos manipulan y dirigen, como si fuésemos borregos.
Llevamos más de 200 años con estas historias, y seguimos sin aprender, a pesar de que una y otra vez nos siguen robando y siguen arruinando el país.
Eso, sí, a «progresistas» no nos gana nadie.
Y a tontoelculo, tampoco.
Por eso, ¡viva Cristo Rey y viva la Virgen de Guadalupe!
eso es lo único que nos queda después del paso del caballo de Atila del progresismo masón.
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